En distintas zonas productivas de Misiones se prohibió la cosecha y la circulación de camiones con hoja verde o yerba canchada (como sale de los secaderos). Cuando ven pasar un camión cargado, lo persiguen en motos o camionetas hasta lograr que vuelva al lugar de donde vino: “Se burlan de nosotros”, se dicen. “Acá los ánimos están cada vez más caldeados”, nos cuenta Cristian Klingbeil, un referente de productores de Oberá.
—Ahí pasó un camión, se está desviando por Ruiz de Montoya. Ahora se fueron varios a pararlo y no están muy pacíficos.
Mensajes así circulan en un grupo de Whatsapp con casi mil productores. Desde diciembre de 2024, los yerbateros decidieron detener el abastecimiento para reclamar un precio justo por la materia prima de la infusión nacional.
Hace dos semanas se vivieron momentos de tensión cuando un camión cargado de cosecha, en San Pedro, intentó avanzar pese al bloqueo y casi choca a un productor que se paró enfrente. Y hace solo una semana circuló un video donde se ve cómo detienen a una camioneta cargada con hoja verde y empujan las ponchadas —pedazos de tela que envuelven alrededor de 80 kg de la hoja recién cortada— para hacerla arder al fuego que encendieron al costado de la ruta.
Todo esto está pasando en la provincia donde se produce el 90% de la yerba que consumimos los argentinos. Donde casi el 60% de la población votó a Milei, y donde muchxs productores esperaban dolarizar sus ganancias con el gobierno libertario. La realidad fue otra. El mega DNU 70/2023, publicado a pocos días de asumido el nuevo presidente, le quitó la capacidad de fijar precios al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), la entidad donde tienen asiento todos los sectores de la producción: tareferos, yerbateros, secaderos, cooperativas y molinos.
Ahora, a los pequeños productores que cultivan la Ilex Paraguariensis (el árbol de la yerba mate) les están ofreciendo el peor pago de la historia desde que hay registro. La relación entre el precio del kilo de hoja verde pagada al productor y el valor de la yerba en góndola fluctuó los últimos años en torno al 10%. Ahora, los productores reciben nada más que el 5,7% del valor en góndola, según datos analizados por CEPA.
“Cuando existía el INYM medianamente presentaba la grilla de costos y nosotros con eso nos manejábamos”, dice el referente de productores del municipio de San Pedro, Waldemar Schwider. “Pero ahora no puede oficializar el precio de la yerba”, explica.
“Mantener un colectivo, un camión, un tractor… eso exige gasto y eso tiene que salir de la yerba y con este precio tan miserable no se puede seguir trabajando. Nos estamos fundiendo. Estamos con la reserva, ya está prendiendo la lucecita amarilla. Así que si esto sigue así, mirá, no sé lo que va a pasar”, advierte Schwider.
La causa directa del precio tan bajo es la desregulación del INYM, pero además, en marzo se quitaron impuestos a la importación de yerba (Res. 5490/24 y Res. 5527/24), que llegó desde Brasil y Paraguay en un 80% más que en 2023.
La yerba canchada y molida, con la reducción de aranceles de importación, llegó a precios que “hacen imposible competir” porque los productores argentinos no alcanzan a “cubrir los costos de la producción”, nos cuenta Jorge Scripzuk, que es un referente de yerbateros de Aristóbulo del Valle y el creador del grupo que sirve de espacio de articulación para el reclamo.
La importación de yerba no explica por sí sola la bajada del precio. Las industrias molineras “utilizan eso (la excusa de la sobreoferta por importación) para el lobby que necesitan para justificar el bajo precio”, dice a MATE Julio Petterson, que es Subsecretario de Asuntos Yerbateros en el gobierno provincial y productor de Comandante Andresito.
Según datos del INDEC, las importaciones de yerba mate canchada y yerba mate excluida simplemente canchada (molida, lista para empaquetar), proveniente de Paraguay y Brasil, alcanzaron casi 8,93 millones de kg en los primeros nueve meses del año pasado, pero en el mismo período de 2024 se cosecharon 968 millones de kg de hoja verde, que una vez secados significan un tercio: aproximadamente 320 millones de kg de yerba canchada.
Aprovechando la desregulación y con la excusa de la importación, los molinos redujeron drásticamente el precio que ofrecen a los secaderos, y los secaderos bajaron el precio para los productores.
Hasta marzo de 2024, los productores llegaron a recibir $370, pero conforme avanzó el año, los molinos tiraron los precios para abajo, ofreciendo entre $180 y $240 como máximo. Y ahora, el reclamo es por $457 por el kilo de hoja verde. Pero sin el INYM en plenas funciones, es imposible acordar la grilla de costos.
El INYM permanece acéfalo desde fines de 2023 por decisión del gobierno de Javier Milei, que nunca designó un presidente, como le corresponde al ejecutivo nacional por Ley (N° 25.564).
La entidad fijaba el precio mínimo por acuerdo unánime de todos los sectores con asiento. Cuando no se lograba el consenso (como pasa actualmente), el presidente del instituto emitía un laudo para definir el precio. Ante la falta de acuerdo y la imposibilidad de laudar, ahora define el libre mercado.
“Si en un partido sacan al árbitro, ganan los que pegan más fuerte”, dice el productor Jorge Scripzuk.
Colonos, tareferos, secaderos, molinos
La yerba mate es un cultivo altamente atomizado, siendo el cultivo industrial con mayor cantidad de explotaciones agropecuarias del país y por ende, el que está más repartido, como muestra el último Censo Nacional Agropecuario (2021). Se estima que 12.000 productores participan del cultivo y que el 62% de la hoja verde se hace en chacras de menos de 10 hectáreas.
Antes de llegar a la góndola el circuito inicia con pequeños productores que cultivan la hoja verde. Los tareferos son los trabajadores de la cosecha, que se lleva a los secaderos donde hacen el sapecado —exponer las hojas al fuego directo por pocos segundos para detener la oxidación—, secado y molienda gruesa. Este proceso se hace en 228 establecimientos que operan como secaderos registrados a nivel nacional, según datos de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC, 2017).
De los secaderos sale la yerba canchada, que va hacia las industrias molineras donde se estaciona, se muele, se realiza el blend y luego se envasa para ser comercializada. De estas últimas hay 105, registradas para la molienda y fraccionamiento.
En este último eslabón está concentrado el mercado, las 10 primeras del ranking explican el 73% de la producción. Y son sólo 5 las que acaparan el 85% del mercado minorista, comercializando una gran cantidad de marcas distintas cada una.
El reclamo está que hierve
Hace dos semanas que los productores vienen endureciendo las medidas, desde el paro de cosecha que inició en diciembre del año pasado. Mantienen acampes al costado de las rutas 12 y 14, sin cortar el tránsito, pero sí el transporte de hoja verde y yerba canchada.
Este sábado, los productores se movilizaron en la entrada a las Cataratas del Iguazú. Un punto estratégico para visibilizar el reclamo con los turistas que aprovechan el fin de semana extendido por los feriados de Carnaval.
“Hay que sembrar confianza y unión para que todos los productores se sumen (al reclamo). Ahora le están tocando el bolsillo… el agua está llegando debajo de la nariz y están saliendo”, dice Waldemar Schwider.
Los pequeños productores están que hierven, algunos tienen esperanza de que se concreten las reuniones con los industriales y otros no confían. Medios locales como Primera Edición publicaron que analizan pasar a bloquear el ingreso de yerba a los molinos.
Las medidas de fuerza no son nuevas para los productores, un sector que se movilizó en distintas circunstancias durante las últimas dos décadas, pero que tuvo un hito a inicios del nuevo milenio. Hacia finales de la década del 90 estallaron movilizaciones de productores y trabajadores rurales por el deterioro de sus condiciones de vida.
Con la eliminación de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, había iniciado un nuevo ciclo de liberalización del mercado. Y después de años de protestas, la situación explotó en junio de 2001, cuando se realizó el “tractorazo”, una protesta encabezada por tractores y manifestantes –entre los que se destacaron pequeños productores y tareferos– que confluyeron en la plaza central de Posadas y acamparon ahí por 50 días.
“Imaginate que a mediados de los 80 éramos casi 15.000 productores de yerba mate y cuando llegaron los 90 estábamos en 9.000. Esa cantidad de productores desaparecieron, porque vendieron las tierras a las grandes industrias que tenían el poder económico y ante la necesidad, ponían la plata y le compraban regalado al productor. Por eso estas cuatro grandes industrias que hoy monopolizan el sistema de precio ahora tienen entre 10.000 y 20.000 hectáreas de yerba, pero cuando arrancaban en los 90 tenían 100 a 150 hectáreas”, cuenta Julio Petterson, cuarta generación de productores y alguien que vivió en primera persona el tractorazo de 2001.
Este reclamo logró conquistar la creación del INYM, mediante la Ley 25.564. Desde entonces, la entidad se ha convertido en la principal autoridad regulatoria de la producción yerbatera. Pero en los últimos años, el desgaste de la credibilidad del instituto llevó a que incluso algunos productores pidieran sacarlo.
Ahora, con un nuevo ciclo de liberalización que puso muy rápidamente a los colonos en el peor ratio de pago respecto al precio en góndola, algunos piden el restablecimiento de las funciones del INYM, otros piden empatía a los molinos, y todos exigen un precio justo.