El mito del desarrollo personal con psicodélicos

desarrollo personal con psicodélicos
Ilustración de Adriel Radovitzky
El frenesí sanador inunda las redes de discursos new age que redoblan la carga sobre el sujeto en tiempos de hiper-individualismo. Nos ofertan protocolos para controlar el misterio y extraer la magia de los hongos. Este texto surge de una charla en el festival Mar del Funghi, y ahora nos invita a cultivar nuevas narrativas.

“Hoy en día hay dos cosas, aparte de la religión, que son difíciles de criticar profundamente: nuestro sistema capitalista y nuestro sistema terapéutico. Comparten un énfasis común en el individuo.” (J. Hillman)

Hace no tanto tiempo, hablar de salud mental era sinónimo de luchar por mejores condiciones de vida, era hablar de política, de desmedicalización y desmanicomialización. Hoy, parece que salud mental es hablar de serotonina y cortisol, ChatGPT, diagnósticos de Tik Tok y promesas de felicidad basadas en la fantasía de que un día podemos ser liberados de nuestros traumas y, finalmente, ser los seres poderosos y completos que siempre soñamos.

Algunas de las propuestas psicoterapéuticas actuales, especialmente las orientadas por la espiritualidad New Age y la psicología del Yo, utilizan las redes sociales para promocionarse con eslogans que podrían perfectamente haber salido de la película La Sustancia: “it’s you, only better in every way” —En español: Eres tú, pero mejor en todo sentido—. Terapias orientadas a alcanzar la “consciencia expandida”, “todo tu potencial desarrollado”, o “ser tu mejor versión”, hacen bastante evidente lo que señala Hillman respecto al énfasis compartido, tanto por el capitalismo como la terapia, en el individuo.

Utilizando muchas veces un vago lenguaje biomédico, desde las redes sinápticas, la física cuántica, los patrones cerebrales, todo sirve para dar un suspiro de fundamento científico a tratamientos que usan como herramientas principales la sugestión, la psicoeducación, la meditación guiada, el control mental, la psicomagia, el roll playing y otras yerbas (psicodélicas).

Ya hemos visto cómo nos venden psicodélicos como propulsores del éxito económico. En este artículo, haré foco en el uso de los “hongos mágicos” como motores del “desarrollo personal”, articulados a través del mito del héroe y arrancados de las raíces míticas-ancestrales-comunitarias de las cuales surgieron originalmente.

En el contexto global y local de hiper-individualismo, consumismo, discursos de odio y lógicas de atomización anti-comunitarias, resulta relevante transparentar las ideas detrás —o delante— de los usos de psicodélicos dentro de esta red de comprensión tan pseudocientífica como pseudomística, ya que no conserva ningún misterio.

El mito

“(…) da la impresión de que este ser humano colectivo no es una persona, sino algo así como un río infinito o, tal vez, un mar de imágenes o formas que, ocasionalmente, acceden a nuestra consciencia a través de los sueños o de estados mentales anormales.” (C. Jung)

Para la mayoría, probablemente la palabra “mito” remita a algo falso, asociado a fábula, invención o ficción. Sin embargo, según Eliade, en las sociedades llamadas “arcaicas” el mito designa “una historia verdadera” de inapreciable valor, porque es “sagrada, ejemplar y significativa”. El mito comporta una dualidad desde el origen, una existencia entre lo que llamamos “realidad” y lo que llamamos “ficción”. 

Jung descubrió las bases colectivas de la personalidad: los arquetipos. Según su teoría, cada persona surge del “río infinito” de las imágenes colectivas y va construyendo su identidad en un proceso que llamó individuación, el cual se da en relación con los demás. Desde este marco epistémico, los mitos pueden usarse para amplificar cuestiones individuales, es decir, podemos mirar la psique en términos mitológicos usando historias y símbolos universales para entender la singularidad personal.

Tras haber sido mutilados de la “conciencia mitológica” en la que chamanes, alquimistas y gnósticos navega(ba)n, en nuestras sociedades, a los mitos se los encuentra resistiendo gracias, sobre todo, a la literatura. La enorme mayoría de narrativas actuales en nuestra literatura moderna —en forma de series, novelas, películas y videojuegos—, están basadas en lo que se conoce como “el mito del héroe”.

Se trata de una narrativa popularizada por Joseph Campbell como “monomito”, por ser hegemónica. Ha monopolizado el campo de nuestra imaginación y tiene una presencia muy importante en la constitución subjetiva moderna. Por eso Úrsula K. Le Guin dice que es la historia que “más fácilmente nos llega a los labios”.

En un resumen del mitologema —modelo del mito— que no le hace honor, pero todxs podemos reconocer, el héroe o la heroína es alguien que es arrancado de su contexto habitual por circunstancias que exceden a su comprensión consciente —llamado— y que requieren de él/ella que resuelva un problema personal y colectivo. Se le presentan desafíos que lo confrontan con su sombra, finalmente enfrenta al monstruo-sombra —crisis—, adquiere la iluminación o salvación, y vuelve transformado —regreso—.

Todxs construimos nuestra identidad —en parte— en torno a enunciados identificatorios que ofrece el colectivo. Nuestro pequeño “yo” es la primera fantasía que formamos o más bien, que nos forma. Es una ficción fundante. En las sociedades capitalistas, gran parte de esa narración viene del mito del héroe y la superación personal, por ello lo llamamos “el ego heroico”. Nuestras almas polimorfas y politeístas requieren de adaptaciones a este molde, como un árbol intentando crecer en una maceta.

A su vez, el mito del héroe ha sido distorsionado por el capitalismo y el monoteísmo judeocristiano, enfatizando los aspectos individualistas del héroe y su búsqueda estoica de salvación, eliminando otras dimensiones.

Usando este enfoque psico-mitológico, “el mito del desarrollo personal” expresa la imagen o mito que sostiene esa identidad individualista que está todo el tiempo intentando superarse a sí misma. Y con una paradoja: lo que me hace sentir único, es algo compartido con todo el mundo.  Sigue Hillman:

“La terapia se ha convertido en una especie de filosofía individualista de superación personal, una ideología romántica que sugiere que cada persona puede llegar a ser más plena, mejor, más sabia, más rica, más eficaz. (…) necesitan ayuda para… ¿cómo lo llamaremos? — Desarrollar su potencial” (Hillman).

Las psicoterapias yoicas —y heroicas— actuales y sus propuestas centradas en el “desarrollo personal”, ofrecen al ego herramientas y protocolos para controlarse y domesticarse, con la promesa del acceso a una “potencia” que solo llega a través de una forma de ensimismamiento narcisista al que llaman “conocerse a uno mismo”. Como si el encuentro con una misma no resultara necesariamente abismante, como si una pudiera conocerse solo mirando hacia adentro, en un retiro dolarizado de yoga y microdosis.

“Como si hubiera un ‘Uno mismo’, un individuo, un yo encerrado dentro de una piel. Eso es individualismo. Esa es la filosofía de la terapia” (Hillman).

Las estrategias de estas psicoterapias que sobrecargan al ego y lo forjan a imagen y semejanza de valores colectivos hegemónicos, tan estandarizados como sus protocolos, resultan en lo que Jung llama una “inflación del ego”. Lo vemos en los maestros de camisas blancas que nos dicen que el sufrimiento es una elección o karma; pero también en los sujetos cansados y sobrecargados de culpa por estar sometidos a los mandatos incumplibles que, sumados a su trabajo diario, tienen la obligación personal de “sanar”, “manifestar”, “soltar” … y no pueden.

¿Qué pasará con los hongos “mágicos” en este marco de comprensión?

Hongos mágicos

“El trance tendría dos componentes, uno psicofisiológico y otro cultural. A causa del primero, sería universal, porque corresponde a una disposición psicofisiológica innata de la naturaleza humana. Ahora, para tornarse efectivo, el trance supone una intervención de la sociedad y la cultura; no es un proceso automático. La capacidad o potencialidad está, pero para que ella se realice debe haber una intervención cultural, un ritual. El uso es siempre colectivo, está relacionado con una red, con una comprensión.” (N. Perlongher)

¿Cuál es, siguiendo la reflexión de Perlongher, la “intervención cultural” que proponen las psicoterapias con psicodélicos de estética luminosa, blanca, prístina y elevada? ¿Qué ritual da sentido al uso de “hongos mágicos” si se accede a ellos de forma completamente desconectada de sus raíces míticas-ancestrales-comunitarias? ¿Qué sentido de la experiencia se puede coagular cuando la misma se vende como solución o como un pedazo de “naturaleza al servicio de nuestra evolución”?

El adjetivo “mágico”, aunque encarna una poética difícilmente reemplazable, trae algunos problemas. El primero tiene que ver con la idea misma de una solución “mágica” a los problemas psicológicos. Si bien no es una idea nueva —y los laboratorios la han explotado bien—, podemos decir que solo ha ido empeorando y haciendo que lo “mágico” se asocie con lo rápido y sin esfuerzo, incluso con la noción de “atajo” por la que Jung no fue tan abierto a la exploración con drogas psicodélicas.

En segundo lugar, el boom de los psicodélicos y la rápida difusión de los mismos como una respuesta alternativa a los problemas de salud mental, nos abre una pregunta por el lugar que (no) tiene la magia en nuestras vidas y —esto hay que enfatizarlo—, en nuestras terapias tradicionales. Es que este es un mundo profundamente desencantado, que ha perdido su magia y cuyas terapias —el psicoanálisis incluido— se han desencantado también.

El sujeto de esta era tiene una sed muy particular que viene de vivir en este mundo mecánico, exigente, rutinario y, sencillamente, agotador. Muchas de estas terapias venden un producto que —dicen— calmará esa sed.

En este contexto, el ritual que propone el uso de los hongos psicodélicos al servicio del “desarrollo personal”, aunque pueda estar muy adornado, es un acto intrínsecamente instrumental, ya que solo busca extraer la “magia” del hongo para incorporarla a nuestra insípida vida. Utilizando técnicas que más que activar, domestican la imaginación con viajes interiores protocolizados, se trata de controlar —a través de la narrativa terapéutica— el misterio radical de la experiencia psicodélica.

A este proceso lo llamo “extractivismo psíquico”. Se trata de una conducta individual, en apariencia inofensiva, pero que forma parte del colonialismo psicodélico. El héroe capitalista “consume” los hongos al igual que consume, compra y vende cualquier otra cosa, porque la naturaleza es algo que está ahí para ser tomado. Esta forma de pensar/actuar es un atropello a las raíces relacionales y rituales de donde está siendo arrancado el hongo —y su magia—.

Cultivar otras narrativas

“Por eso es que es con cierto sentimiento de urgencia que busco la naturaleza, el tema, las palabras de la otra historia, la no contada, la historia de la vida.” (U. K. Le Guin)

Por último, quisiera llamar a continuar el trabajo de muchxs —algunos más visibles, otros tantos invisibles— quienes “han estado contando la historia de la vida durante siglos”, la que “no llega fácil ni automáticamente a los labios”, como escribe Le Guin, sin excluir la de los héroes: también los necesitamos. El problema, como siempre, no es el mito sino el monomito, el “monocultivo” del ego heroico.  

Cultivar otras narrativas significa contar las historias que permitan imaginar la identidad en términos relacionales, cooperativos y co-individuantes, en un mundo no reducido a lo humano. Significa especialmente para mí, cultivar la imaginación —aquella que no tiene metas ni puede protocolizarse—.

Los hongos (y otras sustancias enteógenas) han sido y son parte fundamental de la historia espiritual-imaginal de los pueblos, facilitadores de la apertura de los otros ojos, constituyen por tanto una de las vías privilegiadas para el acceso a un universo de símbolos y signos, soñado, intuido, arquetípico. No puede —aunque se lo intente mil veces— reducirse su valor a nuestro ensimismado desarrollo personal.

Bibliografía

  • Hillman, James (1991). Entrevista en The Sun Magazine. “El mito de la terapia 
  • Le Guin, Úrsula. La teoría de la bolsa de la ficción. (1986)
  • Perlongher, Néstor (1991) Antropología del éxtasis. Editorial Urania. Buenos Aires, 2021. 
  • Jung, Carl (2011 [1927]) Psicología analítica y cosmovisión. (Tomo 8 OC).
  • Eliade, Mircea (1991) Mito y realidad. Ed. Labor. Barcelona. 
  • Campbell, Joseph (1972). El héroe de las mil caras. Ed. Fondo de Cultura Económica. Mexico.  
HONGOS MÁGICOS INDIVIDUALISMO PSICOLOGÍA

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