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Una marea que se retira, un documental de plantas sagradas y saberes en retirada

una marea que se retira Marcelo Dolinsky
Captura del documental
Qué está pasando con la Wachuma y las comunidades diaguita chalchaquíes en el NOA argentino. Una visión contemporánea sobre la crisis de saberes ancestrales. Se presenta en Paraná el domingo 14 de julio.

Fuimos obligados a olvidar. A los diaguitas les cortaron la lengua, les introdujeron la cruz y les extirparon sus saberes. La conquista rebautizó su medicina: De Wachuma a San Pedro. De recorrer los Valles Calchaquíes como extensión de su biocultura, a resistir contra la colonización. Una guerra que continúa. De esto y más habla Una marea que se retira, el documental de Marcelo Dolinsky sobre el cactus sagrado, que se presenta el domingo 14 de julio en Paraná.

En los valles calchaquíes, donde habitaron y habitan los diaguitas, crecen inmensos cardones que acumulan siglos de existencia y memorias de esas tierras. Las distintas especies de esta Cactácea de género Echinopsis crecen desde Ecuador hasta el norte de Argentina y Chile. Su uso tradicional, visionario y medicinal data de milenios y es una parte fundamental de la cultura andina.

Su principio activo más importante es un alcaloide llamado mescalina, el mismo que contiene el Peyote que crece en México. Pero su poder no se limita a su química, más bien deviene de una sabiduría que se transmitió de forma oral, de generación en generación. Hasta que llegó la conquista.

El documental va al hueso desde el arranque: estamos viviendo una crisis contemporánea de los conocimientos ancestrales sobre el uso de plantas sagradas como la Wachuma. Y esto se expresa en una apropiación de blancos neochamanes que depredan este cactus y dan continuidad a una historia de siglos de saqueo a los pueblos originarios.

Esta no es una pieza que se inscriba en la psicodelia. No se apoya en arcoiris de colores ni intenta mostrar los flashes tornasolados de los estados ampliados de conciencia. Marcelo elige cuidadosamente a los personajes de su documental para contar una historia que incomoda e interpela a las lógicas new age de los bricolajes espirituales.

Con imágenes de los Valles Calchaquíes pero sin localización expresa, Una marea que se retira territorializa un vegetal sagrado que resguardan las comunidades diaguitas calchaquíes del noroeste argentino. “Más que la new age, nosotros estamos caminando la old age”, dirá uno de los personajes.

¿Identificas por qué decidiste hacer el documental?

En una de las ceremonias morí. —Dice entre risas— Fue tremendo, poder presenciar la muerte de uno es algo tan doloroso… Y me acuerdo que en ese momento digo a Francisco: “Estoy muriendo, ayudame”. Y él me dice “Bueno, renacé”. Y era lo que necesitaba escuchar porque yo necesitaba renacer. El clic fue ese, darme cuenta que tenía que morir un Marcelo y renacer otro. Esa mutación es para alcanzar la paz, para eso hacemos esto. Yo no te puedo decir que soy un ser más elevado que hace casi 10 años, lo que sí te puedo decir es que estoy más tranquilo conmigo mismo. Y no me traiciono, este documental lo muestra. Yo no quería traicionarme, porque hay recursos que ayudan a que algún documental venda más, pero con este tema yo no me podía fallar.

¿Cómo fue hacer el documental? ¿Cuánto tiempo llevó? ¿Qué desafíos supuso?

Ayer lo pensaba cuando iba a la primera presentación de este tour que le puse ‘Fuimos obligados a olvidar’. El documental prácticamente se empezó haciendo en los viajes al noroeste argentino. Fuimos reconociendo y entendiendo un poco la historia que hay en esos valles Calchaquíes. Iban apareciendo protagonistas, iban apareciendo personas… Pero fue difícil encontrar testimonios. Vos ponete a pensar que estamos hablando de que a los diaguitas les cortaban la lengua. Entonces, hay mucho de los conocimientos que hoy podríamos tener y no tenemos. Sobre otras plantas medicinales, por ejemplo. Pero se cortó el conocimiento, no se trasladó de generación en generación.

Llegué al noroeste argentino, iluso, queriendo encontrar un montón de información y no me la daban… Después tuve que empezar a buscar un poco en estos cuatro protagonistas: Axel Wayra, Juan Acevedo Peinado, Francisco Herminio Torres y Antonio Cruz. Y por medio de ellos empezar a indagar. Después doy con una coplera, aparecen historiadores, antropólogos… que ayudaron a esta situación. Pero es muy difícil hoy ir a una comunidad diaguita y hablar de Wachuma, muy difícil, encontrar a alguien que me diga “Yo voy a hablar de Wachuma, vení sentate”. Por suerte me crucé con Antonio Cruz, un cacique de ahí, de uno de los pueblos. Él se abrió después de mucho tiempo.

Y yo veo que de repente hay gente que se pone frente a un celular a hablar de la planta. El documental empezó como un registro. A mí me encanta editar. Y empecé a juntar todos estos recursos y de repente me di cuenta que tenía 30 minutos de documental. Después obviamente fue cambiando. Esto fue hace como cuatro o cinco años. Desde ahí lo fui escribiendo y fui trabajando en esos viajes. Se fue dando muy de a poquito. Fueron siete años de trabajo, la misma edad que mi hijo menor. Al noroeste sigo yendo. Siento un amor profundo por esos valles Calchaquíes, por ese pueblo diaguita.

una marea que se retira Marcelo Dolinsky
Captura de Una marea que se retira

Fuimos obligados a olvidar. ¿Pero qué hay que recordar?

La memoria de la sangre. La memoria de las plantas. Vos fíjate cuando trabajamos con una planta, como inmediatamente empezamos a percibir la memoria de la planta. Un psiquiatra chileno, Claudio Naranjo, contaba que convidaba ayahuasca en las grandes ciudades para hacer un estudio. Y algunas personas que nunca habían ido a la selva, después relataban que tenían visiones con Jaguares, con serpientes. Cosas que nunca habían visto, es la memoria de las plantas, es la memoria de la sangre. Tenemos que recordar que antes de la farmacia hubo una gran farmacia que era nuestra tierra, nuestros yuyitos.

Estos valles han sufrido un saqueo muy fuerte. Y lo que noté, y se ve en el documental, es cómo aparece la figura de Chelemín, un cacique diaguita que allá por 1630 generó una resistencia muy grande. Los españoles no lo podían domar. Fue tan así que una vez que lo agarraron, lo desmembraron. Con Wachuma empecé a sentir esa sensación de resistencia. Y yo (en el documental) hago un análisis, una lectura de la realidad. Creo que todos debemos hacerla. Por lo menos discutamos, empecemos a tener un ojo más crítico porque si no es como dicen los cubanos: comemos mierda. Hay algo muy lindo que siempre dice Francisco Herminio Torres: “recordar es volver a pasar por el corazón”. Me encantó cuando lo escuché.

¿Qué técnicas evitaste usar y cuáles sí elegiste para construir la narración del documental?

Creo que la traición hubiera sido hacer algo que vos buscas en Youtube y lo podés encontrar tranquilamente. Hubiese sido mostrar cómo se cosecha, mostrar cómo se corta un brazo. Todo aquel que ha visto cómo se corta el brazo de un cactus, te puedo decir que no lo guarda como un recuerdo hermoso. Es muy fuerte cuando cae un brazo de cactus para transformarse en medicina. En ese desierto, vos sentís el ruido. Es tremendo. Entonces la traición hubiera sido mostrar eso. Y mostrar una ceremonia creo que también. Por esto que te digo. Yo por ejemplo nunca fui a la selva a tomar ayahuasca y ya vi tantos documentales de ayahuasca. Esto que está tan quemado, el turista que va filma mientras toma y cuenta “uhh, estoy en trance”. Por otro lado, yo no localicé los lugares donde está la medicina, porque nunca supe a dónde podía llegar este documental. Tampoco quiero generar una ruta medicinal en el Noroeste Argentino donde haya gente que diga “vamos ahí porque vi el documental y cosechamos la Wachuma”, eso no me lo podía permitir.

En el documental aparece todo el tiempo esta tensión con la experiencia psicodélica, la lógica del flash, del viaje. Y hoy se está hablando del renacimiento psicodélico, esta lógica de “re-descubrimiento”. ¿Qué perspectiva tenés vos? ¿El documental plantea una perspectiva frente a eso que nos muestran como renacimiento psicodélico?

Yo dejé de hablar de “Flash” o de que “me pegó”. La verdad no veo psicodelia en la ayahuasca, la Wachuma. Yo veo una profunda sanación. Sí se ven colorcitos, pero creo que también tenemos un problema. Una vez Jacques Mabit, un francés que fundó un centro de medicinas amazónicas en la selva de Perú, el centro Takiwasi, decía que tenemos un problema tremendo de identificación con uno mismo. No sabemos para dónde vamos, no tenemos ni idea. Yo veo por ejemplo que el tema de los hongos está muy de moda. Y la verdad no conozco nada. Soy fiel a mis dos plantitas porque, ¿sabés qué me pasa? no puedo andar probando todo. Siento que estoy bien así. Me conozco y es como cuando íbamos a bailar y te tomabas dos copitas y sabes que es hasta ahí. ¿Para qué más? Si estoy bien, veo que mi familia está bien, veo que mis hijos me miran y me quieren, me aceptan. Yo te puedo asegurar que las personas que llevan años trabajando con estas plantas sagradas no hablan de psicodelia. Hablan de trabajo, de vínculo, tampoco se habla de consumo. Veremos qué nos deja el renacer psicodélico. Lo que sí veo son muchos chicos jóvenes convidando hongos. Veremos qué pasa con los años. También con la Ayahuasca hubo mucha gente que la quedó, gente con brotes psicóticos. Por personas que trabajan irrespetuosamente con estas plantas. Tampoco podemos acusar solamente a los que trabajan con las plantas, sino también a los que van a buscar la sanación. Es necesario una gran limpieza antes de trabajar con estas plantas. Todos tenemos que hacer algo para que esto sirva realmente. Tiene que haber una transformación, tiene que haber un cambio positivo en el trabajo con estos vegetales maestros.

una marea que se retira

Queremos todo fácil. Queremos todo rápido. En tres meses me meto en un curso de chamanismo y ya pongo en mi Instagram “Curso de chamanismo”. Toco el tambor, me hago un tatuaje y me cuelgo la chacana. Sinceramente a mí me sería mucho más fácil vestirme más de indio… Estoy presentando un documental sobre plantas sagradas. Pero no me sale, porque no me puedo disfrazar. Yo lo único que creo es que sé cómo llegamos a esta situación. Ojo y si llegamos a esta situación es porque yo también entré en ese coletazo, porque yo hace 10 años que entré a la ayahuasca y a la Wachuma.

Todas estas terapias new age, estas ensaladas de ideas, son siempre muy abstractas y cero terrenales respecto a la materialidad de las cosas, de los territorios, de las relaciones culturales, entonces quedan descontextualizadas estas medicinas. ¿Qué pensás vos de quitar una medicina de su contexto y de estos bricolajes?

Y… mezclamos todo. Mucha gente toma Wachuma e inmediatamente se cuelgan la wiphala. Después me cuelgo la chacana, después me hago el tatuaje. Después me voy a un viaje a Europa. Hacen unas mezclas tremendas. Vamos a ver dónde vamos. No es que haya un enfrentamiento entre ellos y nosotros.

Es muy común esto de “hermanito, que fluya”, ¿viste? Pero en la vida no podemos esperar que fluya, hay que meterle el cuerpo, hay que trabajar… Por eso, a mí cuando Francisco Herminio Torres me dice: “En la vida, hay que tener voluntad, coraje y templanza”, yo dije: “Pará, ¿vos no me tendrías que decir que es fluidez, pachamama?”. Pero estos viejos, es la primera vez que les voy a decir así —me aclara— porque ya están cerca de los 70 años, manejan otros códigos, no te hablan tanto de la Pachamama… ellos realmente son la Pachamama. De nada sirve que ellos se disfracen porque quedarían como unos viejos locos. En cambio veo que hay pibes de 20 años que les queda más lindo el disfraz, ¿no?

Estos viejos me vienen a hablar de voluntad, coraje y templanza y me encanta. Más que el “hermanito seamos seres de luz”. ¡Las pelotas! O sea, si el vecino viene y me da un cachetazo, no puedo ser un ser de luz. Y no darle tanto espacio a esta New Age del “hermanito, tranquilo, que fluya”. Porque claro… si tiene una familia rica y vive en el Country… Sí, que fluya papi. Pero el que tiene que salir a buscar el mango todos los días anda decirle que fluya.

una marea que se retira

El título es Una marea que se retira. Juan Acevedo Peinado dice al inicio del documental: “las abuelas tienen que volver a la oscuridad de lo profundo de la tierra”. Habla de la necesidad de un repliegue. Y al mismo tiempo, ¿cómo convive eso con la visibilidad que puede darle el documental a la Wachuma?

A mí cuando lo dijo me mató. Porque vos ponete a pensar, yo estoy en un gran momento de mi recuperación, llamémosle, y de repente él lo que está planteando es “che, cerremos las persianas, nos vamos a dormir y ya está”. ¡No pará! ¡Pará que estoy mejor! Ahí es donde me hace ruido esto de la marea que se retira. ¿Qué es la marea que se retira? Y yo creo que son estos abuelos. Esta gente grande, que supo llevar este trabajo de una manera tan leal hacia las medicinas. Ahora… Si vos me decís que hay que cerrar la persiana y cerrar el local, yo te digo: “pará, que hay un montón de gente que está necesitando trabajar con estas plantas”. O sea hay gente que esto la agarra en el medio del proceso de sanación, que tal vez le va a llevar toda su vida. Pero claro, lo está diciendo una persona que casi está en los 70 años. Pero aquel de 40 que sufrió enormemente los 30, los 20 y no supo para dónde salir corriendo y hoy está en un profundo trabajo de sanación, de conciencia. Seguro que va a llama y decir: “che abrime ya la persiana, por favor, no me cierres nada”.

Creo que lo que se va, lo que se está perdiendo, es esta situación ceremonial que se va retirando. Por ejemplo, en Estados Unidos la ayahuasca, hoy ya se llama pharmahuasca y la podés comprar en un laboratorio. Por un lado tiene la liana y por otro lado tiene la chacruna que es la que tiene el DMT. Vos te tomas esos dos comprimidos y en 30 minutos estás en un viaje psicodélico, lo digo así porque estamos hablando de algo de laboratorio. Los que trabajamos con el brebaje traído de la selva, no hablamos de brebaje psicodélico y se trabaja en un contexto ceremonial.

¿Cuáles son los fenómenos extractivos que hoy atentan con estas comunidades y sus conocimientos?

En el noroeste hoy la situación más compleja es el litio y es interminable porque esto acaba de comenzar. Encima ahí está el triángulo del litio y están todos afilando los dientes. Hace poco salió un video viral de unos abuelos que en la puna catamarqueña estaban defendiendo su territorio. Salió por todos lados. Ahora, vos fijate que estaban ellos ¿Y dónde estaban sus nietos de 40, 30, 20 años? Yo lo que veo es que los jóvenes hoy quieren ser como los empresarios de la minera. La minería pone todas su tracción en convencer a estos jóvenes, porque los abuelos ya se están yendo. En 10 años… Y estas multinacionales piensan de acá a 100 años. Nosotros no, no tenemos esa visión ni como país. Qué importante sería si nosotros tuviéramos ese pensamiento. Si vos ahora le entregas el territorio a estas multinacionales, en 40 años no tenés más agua. Y bueno, “pero ahora tengo la camioneta 4×4”. Ahí es donde empieza la problemática que me cuentan los abuelos de la zona. Los jóvenes están siendo domesticados, comprados por las mineras. Y así se pone muy difícil, porque entonces el futuro es de ellos.

Presentación en Paraná

Domingo 14 de Julio de 2024 – 20:00 hrs.

En la Vieja Usina. Gregoria Matorras 861. Paraná, Entre Ríos.

Con presencia del director Marcelo Dolinsky y el protagonista Francisco Herminio Torres.

Músicos invitados: Lorena Roth y Juan Zucco.

Música + Charla + Estreno y proyección.

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Más información sobre el documental

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