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27 julio, 2024

Francisco, el Hombre: “Hay cosas que se tienen que romper para construir encima”

La banda viajera llegó a Paraná con Rasgacabeza (2019) en brazos y un intento de poner todo el fuego sobre el escenario. Nos contaron cómo incorporaron a su sonoridad una batería incompleta (Redoblante sin bordona, bombo y chancha) a partir de un viaje con LSD. Además explican por qué se lanzaron a su propia grabación, producción y mezcla ganando en autonomía. Reflexionan sobre Bolsonaro en Brasil, los escraches a artistas que les tocaron cerca, la responsabilidad de denunciar si estás en un escenario y mucho más.

Este conjunto no tiene una nacionalidad definida, sus integrantes pertenecen a diferentes culturas y es precisamente esa fusión la que aporta gran parte de su riqueza musical. El quinteto, compuesto por dos mexicanos (Sebastián y Mateo) y tres brasileres (Juliana, Gomes y Andrei), ha girado por Latinoamérica en viajes que los han nutrido para sus producciones.

El objetivo, antes que profesionalizarse, fue viajar por Abya Yala, ahí comenzó el germen de esta banda viajera en todo sentido, no por nada una de sus primeras giras se llamó “Mochilazo”. Recorriendo y conociendo empezó a consolidarse esta banda de obreros de la música que está buscando apropiarse de sus medios de producción, es decir: el estudio y la grabación, para lograr mayor autonomía y participación en el proceso hasta el producto final.

Aunque en los inicios de su carrera denominaron a su propio género como “Pachanga Folk”, hoy se reconocen en constante mutación, lejos de las estructuras rígidas de los géneros clásicos. Si es que tuvieran que definirse, prefieren un concepto: “Transculturalismo-Transamericano-ruidoso”, aunque les suena más académico de lo que quisieran, por eso reconocen que actualmente están en un lugar “medio punk-batucada-tropical”.

Se consideran camaleones que cambian de piel constantemente y hoy en día se acercan a lo que fue un común denominador en la adolescencia de les integrantes: el punk. Actualmente, con su último disco Rasgacabeza (2019) pensado para los escenarios, generan un punk bailable que es acompañado por el fuego del show y la postura política combativa que adopta la banda.

A diferencia de Soltasbruxa (2016), cuya energía proviene de la fortaleza orgánica de las percusiones, Rasgacabeza es chispa y explosión, llevan sus singulares fusiones hasta los terrenos electrónicos. El resultado es un álbum de ritmos frenéticos y muy cuidados, con líricas que buscan sacudir la conciencia del escucha y sacarlo de su cómoda cotidianidad.

Durante el show no dejaron descansar a nadie y lograron poner a todes en estado de frenesí y pogo permanente; mezclándose entre el público, haciéndonos partícipes e interactuando constantemente. En el punto más álgido de la noche, aprovecharon para dirigir sus críticas al gobierno del fascista Bolsonaro, para reclamar por el respeto del Amazonas y para gritar con el puño en alto y con la fuerza colectiva del encuentro sonoro: “¡Viva la resistencia antifascista!”. Es que esta banda no huye de la política, y la hace carne en sus letras, sus entrevistas y sobre el escenario, porque entienden que llegar a la gente conlleva responsabilidad, y que “ahorita es un momento muy necesario y propicio para que los artistas estén diciendo lo que piensan, sin miedo y estimulando a la gente a lo mismo”.

En la tarde de un sábado de Peña Bomba y apenas terminada la prueba de sonido, Gomes y Mateo se sentaron en una mesa del patio de la casona de Tierra Bomba con La Mate para empezar la charla que terminó rodeada de les demás integrantes, los productores, el sonidista y la mánager, todes tomando birra invitada por la casa.

La banda se comenzó a gestar estando de viaje.. ¿cómo fue eso?

Mateo: Éramos una banda y todo pero al comienzo no estaba necesariamente la ambición de hacer una gran carrera. Eramos cinco personas que teníamos nuestras bandas y nuestras cosas funcionando, pero había ganas de viajar, de conocer. En el primer viaje no sabíamos exactamente cuál era el papel de cada uno. El setlist no eran canciones nuestras, eran solo ganas de viajar por Latinoamérica, y qué mejor manera de hacerlo que tocando y dándose a conocer. No teníamos plata, asique nos sustentábamos tocando en cualquier lado, no había una agenda previa. Había 3 o 4 conciertos arreglados, de 50 que hacíamos. Era llegar a descubrir una buena plaza o un buen bar, empezar a tocar, pasar la gorra, hacer amigos…

¿Qué aporta que vengan de trayectorias y culturas diversas?

Mateo: Empezamos esas giras yendo desde Sao Paulo hasta Valparaíso y después girando sin parar. Cinco personas más todas las maletas en un carro, sin parar. No era un fin de semana, eran dos meses. Era mucho tiempo compartido, aburrido y manejando. Eramos cinco personas muy distintas escuchando todo tipo de música, trayendo todo tipo de referencias, se hizo una gran mezcla, un gran calderón musical, fue inevitable que de a poco no tuviéramos un género. Era algo nuestro que no sabíamos muy bien qué era, un poco porque tocábamos enchufados, a veces acústico, a veces era un show más rockero, a veces era un show más samba, a veces en español para conectar con la gente en Argentina, a veces era un show más en portugués para conectar con la gente en Brasil, íbamos cambiando mucho como camaleones y creo que en cada versión nos apoyábamos en un tipo de referencia. Cada vez que llegábamos a un punto donde sentíamos que estábamos encontrando una identidad… alguien expandía con la cabeza para un lado y seguíamos para ese lado.

Gómes: Al comienzo había cosas que nos unían, por ejemplo, cuando éramos adolescentes, casi niños, todos nosotros escuchábamos y tocábamos mucho punk rock. Nuestras primeras bandas empezaron ahí, pero cuando llegué, ya estábamos todos experimentando otras cosas, buscando algo más que eso. Había momentos en que estábamos aburridos en el coche y platicábamos de todo, compartíamos historias de vida… era ahí cuando empezaba a salir lo diferente de cada uno. Cuando pude escuchar las historias de Mateo y Sebastián, que son hijos de un chileno que se fue a México durante la dictadura, a donde conoció a su mamá y ellos nacieron ahí, pero se cambiaron de país…  O cuando pude contar mi historia, nacido en el centro de Brasil, en una ciudad que es conocida por un género musical que es muy mainstream, aunque viví en otra escena musical. Cuando supe de Juliana y Andrei con otras historias que son de otras ciudades… íbamos compartiendo esos relatos y contando qué escuchábamos en nuestra casa cuando éramos niños…Creo que eso nos hizo cada vez más ricos, conocernos y traer la intimidad de cada uno.

Habíamos leído que ustedes anteriormente se identificaban con un género propio que era Pachanga Folk, queríamos preguntarles si se siguen identificando con ese género o ha mutado…

Mateo: Sí, ha mutado, en cada disco somos una cosa diferente, cambiamos de piel. Y no solo de piel, de todo, cambiamos toda la manera de comprender. Yo creo que encontramos el término Pachanga Folk cuando estábamos entre los dos primeros EP, pero entre uno y otro fuimos encontrando la batucada y la batucada entró en nosotros y cuando ya había entrado, empezamos a sacar lo folk y a incursionar en lo rockero, hasta ahora, que estamos en un lugar medio punk-batucada-tropical. Vamos siempre cambiando, ahorita hay un género que nos autodenominamos alguna vez. Es más un concepto, que tiene un nombre larguísimo pero me encanta: Transculturalismo-Transamericano-ruidoso. Realmente me gusta, pero es muy difícil de decir, no es nada popular decir “hacemos transculturalismo transamericano ruidoso”. Y me siento hasta académico, pero yo diría que es como un punk bailable.

“Todo eso, la verdad, gracias a un gran trip de ácido, encontramos una nueva sonoridad que es muy parte de nuestra identidad”.

Bueno, en relación a su música… nos parece re viajera y psicodélica y en la Mate tenemos una postura antiprohibicionista de las drogas. Si les pinta responder, queríamos que cuenten si hay un poco de sustancias ahí en las composiciones, en los ensayos o en sus vidas.

Mateo: Tengo una anécdota.. ustedes saben que nosotros tocábamos acústico en el comienzo y teníamos una formación con otro batero y con ese batero funcionaba mi hermano Sebastián que antes tocaba guitarra. Eramos dos guitarras acústicas, la guitarra de Andrei… Pero bueno, poco a poco se fueron saliendo algunos de la banda y nos acomodamos siendo 5. Mi hermano empezó a tocar el cajón y empezamos a ir a lugares más grandes. Nos faltaba un grave, así que dijimos “oye ponle el bombo” okey, bombo y cajón. Giramos un buen tiempo así, pero una noche, en la ciudad de Uberlandia….

Gomes: Creíamos que éramos felices con esa formación de batería…

Mateo: Sí, pensábamos que ya habíamos llegado a una formación en la que podíamos tocar para mucha gente y hacer mucha gente bailar. Una noche, en Uberlandia (Brasil) nos tomamos todos un ácido durante el día y pasaron varias horas. Llegó un momento que eran como las 12 de la noche, estábamos en la casa de una amiga y ya hasta arriba ¿no? hasta allá —dice con una sonrisa, señalando el cielo— y estábamos todos acostados. De repente nuestra amiga, que también estaba así, dice, “oye namas tengo que apagar las cosas del estudio aquí abajo… ahorita regreso” ¿Estudio? ¿Cómo que estudio? dijimos y nos responde “sí, el estudio de ensayo que hay aquí abajo”… ¿enchufado? “sí”. Bajamos y nos pusimos a tocar. Curiosamente no queríamos poner el cajón y no había una batería completa, había solo un bombo, una tarola (redoblante) sin la correa de abajo, como un timbal y una chancha desafinada. Lo único que había de batería era eso. Nos quedamos tocando y tocando y tocando como 2 horas… nos olvidamos de ese día. Pasaron 2 meses y estábamos ensayando, intentando encontrar una nueva cosa y no entendíamos bien cómo hacer una canción. Justo nuestra amiga nos escribe “encontré la grabación que hice de ustedes”, nos mandó la grabación, escuchamos y dijimos “NO MANCHES, ¡ESTO ES INCREÍBLE! Esto es lo que tenemos que hacer, Sebastián: Tarola sin la correa, una chancha y el bombo, sacá el cajón y a ver qué pasa” Todo eso, la verdad, gracias a un gran trip de ácido. Encontramos una nueva sonoridad que es muy parte de nuestra identidad. La manera como Sebastián toca la batería.

En otras entrevistas también habíamos leído que arriba del escenario intentan ser personajes andróginos, quieren explicarnos eso? 

Se miran entre ellxs.

Juliana: Hemos cambiado mucho desde el disco anterior hasta este, pero creo que seguimos en esa onda de manera diferente. Porque nuestro figurino es un mono bien largo y no se distingue muy bien cómo son los cuerpos y los contornos. Personalmente tengo algo bien andrógino dentro de mi y Mateo también, pero está en otro lugar ahora. Ha ido mutando.

Mateo: Sí, siento que en el disco pasado estábamos buscando la androginia pero por un tipo de lado que se busca la androginia que es, tal vez mucho del lado femenino, de lo estereotípicamente femenino. Mucho maquillaje, ropas muy pegadas, mucho brillo… éramos cada vez más monstruosos. Y este disco fue un intento de romper con eso, porque después de estar tanto tiempo haciendo una cosa, uno se cansa porque uno no es solo eso, sino que tiene la posibilidad de ser varias cosas. Esta vez buscamos mucho el lado de la equidad, a través del lado del trabajador, de la ropa donde no se ve si eres gordo o flaco, mujer, hombre. Todos iguales, cero maquillaje, cara limpia. Fuimos por ese lado, es una ropa bastante fuerte y si subimos al escenario y nos ponemos de espaldas, nadie sabe quien es quien.

Gomes: Como trabajadores de una estación espacial…

Como obreros de la música.

Juliana: ¡Obreros de la música! me encantó. Es nuestro estilo.

“Creo que intentamos sembrar la semilla de la transformación y del cuestionamiento, de identificar si estas en un lugar sólo por comodidad o si realmente te cabe ese lugar”.

¿Qué buscan transformar con su música? Actualmente, ¿qué creen que es necesario denunciar o criticar?

Juliana: Uffffff… casi todo.

Gomes: Para mí lo que necesitamos es cambiar… somos un punto en un océano gigantesco, pero hay que asumir que eres ese punto porque ese punto existe. En cuanto artistas, lo que hacemos nosotros es dar voz a un pensamiento que sabemos que mucha más gente comparte. Pero como personas, veo que intentamos generar un diálogo, tenemos un pensamiento, tenemos creencias, tenemos cosas que queremos decir… y cuando decimos, percibimos que sí, representamos a alguna gente, pero no a toda. Igual vivimos en una sociedad que es hecha de diálogo, de debate, de discordancia… Estamos dando voz a un pensamiento que puede cambiar. Okey, tenemos que hacer que el odio se transforme, que se pueda estar enojado con algo y que eso te mueva, te sirva de combustible, pero que no pare ahí, en estar enojado. Es actuar de una manera constructiva y positiva.

Juliana: Yo creo que intentamos sembrar la semilla de la transformación, para lo que sea, o del cuestionamiento, de identificar si estas en un lugar sólo por comodidad o si realmente te cabe ese lugar. Es sembrar cuestionamiento y transformación.

“Ahorita es un momento muy necesario y propicio para que los artistas estén diciendo lo que piensan. Y que estimulen a la gente, a través de su responsabilidad arriba del escenario, a no tener miedo”.

¿Cómo creen que está la situación en Brasil para les musicxs y artistas? Con la llegada de Bolsonaro y el fascismo tan heavy…

Mateo: Es necesario que las músicas digan lo que piensan. ¿Cómo está el escenario político? El escenario está cagado en la cultura en general, tanto para la cultura, la educación, el sector básico, pucha, está bien cagado, Bolsonaro llegó con todo, de una manera que ni nosotros sabíamos que iba a ser tan drástico y tan absurdo. Está muy difícil, pero a veces cuando está difícil es el momento más creativo política y artísticamente. Ahorita es un momento muy necesario y propicio para que los artistas estén diciendo lo que piensan sin miedo. Y que estimulen a la gente, a través de su responsabilidad arriba del escenario, a no tener miedo y a no pensar que son pequeños o que su idea es pequeña, o que su actitud es pequeña. Es un momento necesario, no importa tanto si es difícil o no, es necesario, hay que hacerlo.

Gomes Estar callado es dejar que la gente que está cagando el país, siga cagándolo. O sea, de una manera indirecta es ponerse al lado de esta gente. Es complicidad.

“Hay ciertas cosas que tienen que quemarse para construir otras encima”.

Acá en Argentina y en Latinoamérica también, hay una discusión que se abrió con el movimiento feminista y con la ola de escraches a muchos artistas, varones principalmente, que teniendo un lugar de privilegio han abusado, violado y hecho cosas horribles. Es una discusión latente y queríamos preguntarles si se puede separar al artista, su persona, de su obra de arte ¿Se puede interpretar al artista por fuera de lo que es en su vida personal? ¿Si el artista es machista, qué pasa con su obra?

Juliana: Para mí no se puede separar, pero una persona no es el colectivo. Esa es una confusión muy grande siempre, es difícil siempre entender cuál es el papel de cada uno en una historia en que las dos cosas se mezclan.

Mateo: Tampoco creo que sea posible la separación, pero igual, por lo menos yo, siento la necesidad de siempre intentar saber de dónde vienen las informaciones, porque en el internet las cosas son bien difíciles de distinguir. En masa todas las cosas se descontrolan, no importa para qué lado. Es normal, hace parte y a veces es necesario. Hay que tener cuidado de no siempre pensar que se tiene la razón, sino que todos están intentando encontrar una verdad al final de todo. Nosotros tuvimos un caso muy parecido y fue muuy constructivo, y destructivo a la vez, pero hay ciertas cosas que tienen que quemarse para construir otras encima. Yo estoy muy feliz porque hay mucha gente que aunque nos haya pasado lo que nos pasó a nosotros dijo “ok es imposible discernir uno del otro pero al mismo tiempo vamos a estar por cerca a ver qué pasa con esto”. El internet es un lugar muy bueno, pero descontrolado tanto para fake news de Bolsonaro, como para fake News de Maduro, como para fake news mías o fake news de cualquiera.

Gomes: Creo que la gente se apega a realidades parciales. (Esta ola) abre la oportunidad de pensar una vez más, sobretodo lo que uno hizo, sobre lo que crees que eres y lo que de hecho estas siendo. Eso es muy importante. No sé exactamente cómo las cosas ocurren aquí en Argentina porque no estamos aquí. vivimos un montón de casos re parecidos en Brasil e igual supimos que aquí pasaba también. Cómo la información va a llegar a la gente o cómo la van a interpretar, cómo esto te va a tocar personalmente, ¿conoces a la persona o no? ¿tienes la oportunidad de platicar con la persona o no? Las experiencias que tuvimos cuando pudimos conversar con la gente, aunque al final nos dabamos cuenta de que era un varón que no quiere pensar en sí mismo, pienso que platicar fue interesante para los dos. Quizás un dia cambie, puede ser que un dia yo pueda relacionarme con él sin sentir culpa de estar a su lado. Yo tengo amigos así, que por meses, por años, no querían pensar en sí mismos. La gente cambia, no podemos esperar que en internet la gente espere y comprenda el cambio. No hay que hacer por este motivo, hay que hacer porque uno quiere ser mejor que sí mismo en otro momento.

Juliana: Pero hay un peligro en eso, y es que es muy fácil que la gente caiga en una ola de rabia y venganza y sólo apedrear. Se pierde de quien estamos hablando, de qué estamos hablando, a nadie le importa la mujer de la historia, la víctima, a nadie le importan las personas. Están simplemente en un espectáculo. Creo que las discusiones en internet no tienen muchos puntos buenos, en mi opinión. Porque todo sale de contexto y falta un poco de responsabilidad también, con lo que se dice, lo que se apoya y es problemático.

Gomes: Hay cosas que son como bizarras y lo que pienso es “OK la gente está aprendiendo, es un momento donde el feminismo se fue para adentro del ambiente virtual, de internet, de intentar cambiar a la gente a través de este tipo de comunicación… es un momento” seguro que en un par de años vamos a saber cómo usar mejor estas herramientas. Lo que hemos visto con gente cercana a nosotros, es que hubo un momento en que sí, estaba la necesidad del escracho. Aquel varón no iba a cambiar si no estaba el escracho, pero hay otros que en mi opinión personal, se podrían haber arreglado de otra manera. La gente está todavía aprendiendo a lidiar con la herramienta, se está descubriendo lo que es.

Cuenten del nuevo disco que están presentando ahora… ¿cómo fue el proceso de creación, composición, producción?

Mateo: Es un disco mucho más conceptual definitivamente, porque veníamos de intentar siempre representar todo lo que es la banda, todo lo que hacemos y con un poquito más de madurez pudimos decir “bueno qué vamos hacer en este disco” el disco no es una carrera ¿que queremos explorar ahora? entonces pasamos mucho tiempo de una manera bastante intensa, digiriendo lo que sentimos, lo que queremos y cómo hacerlo. Fue difícil pero lo que decidimos hacer era justo a donde nos estaba llevando nuestro concierto, que era mucho más intenso y más catártico. En lugar de hacer varias canciones lindas y después intentar adaptarlas hicimos las canciones pensando en el concierto, en ese fuego, ese incendio, esa catarsis, ese ritual que es nuestro concierto. Entendimos qué es lo que hacemos en nuestro show, qué es lo que funciona y lo que no. Fue un proceso muy difícil porque fue como un grupo de estudios. Al mismo tiempo fue un proceso interesante porque aprendimos a hacer un disco, hicimos la producción nosotros mismos. Montamos estudios en nuestras casas para realmente hacerlo, estábamos en la carretera, en el avión, la casa de un amigo, siempre produciendo, fue muy liberador porque cuando el artista se hace dueño de sus propios medios de producción realmente es dueño de su producto y ahorita estamos en un momento en el que en cualquier momento podemos hacer un nuevo disco. Es mucho más fácil, tenemos una capacidad y una autonomía mucho mayor sobre cómo cobrar, cómo llegar a donde queremos. Fue muy intenso y difícil para todos, mucho desapego, muchas dudas internas, mucha reflexión.

Gomes: Salir del confort.

Eso es algo que prevalece un poco en la banda ¿no? estar siempre escapando de la comodidad…

Mateo: Justo estaba pensando en cómo, cuando empezamos la banda, pasamos por todo este des-confort de estar todos juntos el tiempo entero, comiendo, viajando, tocando, pero eso nos llevó a un lugar y una capacidad que en lugar de estar tocando en bares, estábamos tocando en la calle y nos llevó a un nuevo lugar. Pasado el proceso, es muy liberador saber que si ahorita decimos “hagamos un disco tranquilo, acústico” podemos decir “ok, lo podemos hacer”.

Entonces… ¿cuál es la búsqueda conceptual del disco en definitiva?

Mateo: El fuego del concierto.

Juliana: El fuego del cambio en general. Porque de cualquier manera, hemos cambiado mucho las canciones para tocar en vivo. entonces todavía no es el concierto que está en el disco, es otra cosa. Para mi es el fuego de la transformación, en todos los ámbitos: el emocional, personal, que tipo de composición hacíamos, qué tipo de letra, que tipo de función en la banda, todo cambio.

Gomes: hubo una entrevista hace pocos días en la que comprendí una cosa: porque la compañera de Juliana habla mucho de una diosa hindú: Kali, y un día nos hicieron una pregunta especifica sobre el nombre del disco que es RASGACABEZA que sería como rompecabeza, en el sentido de que te rompe la cabeza, no del juego. Y ahí me vino la imagen de Kali que es la que rompe la cabeza pero no de una manera negativa, sino que saca tu ego, rompe tus creencias y así veo que es como funcionó el disco para nosotros. Esto de sacar esta zona de confort, sacar las creencias de que eso tiene que ser de tal o cual manera. A mí me llegó otra libertad además de todo lo que Mateo dijo y que estoy de acuerdo y es que nos da libertad y autonomía incluso para trabajar con otros.[/vc_column_text][/vc_column_inner][vc_column_inner width=”1/6″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row]

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#ANTIFASCISMO #BRASIL #MÚSICA #PUNK Drogas
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