Esta era, marcada por la debacle de las políticas de drogas prohibicionistas y sus consecuencias en la salud pública, la seguridad, el medio ambiente y la democracia, avanza en paralelo a la revolución digital y su impacto profundo en las relaciones humanas.
En este marco, y como una suerte de respuesta social ante los atropellos de la obsoleta “guerra contra las drogas”, fue surgiendo una nueva ola de estrategias digitales de reducción de daños. Pero lo llamativo de esta nueva ola es que no vino de programas o agencias estatales sino del corazón mismo de los mercados ilegalizados y de las comunidades de usuarixs de drogas.
Los enormes avances tecnológicos alcanzados tanto en los dispositivos que uitilizamos para comunicarnos como en las plataformas digitales disponibles, fueron rápidamente aprovechados para la expansión y complejización de los mercados de drogas durante los últimos 20 años. Pero también, involuntariamente, generaron oportunidades únicas para el avance de la reducción de daños que resultaron (y resultan) fundamentales para el resguardo de la salud y los derechos de aquellos marginados por las políticas punitivas vigentes.
Un ejemplo interesante de este fenómeno puede encontrarse en el auge de los mercados de drogas clandestinos de la Darknet o Deepweb, el lado oculto de Internet accesible sólo mediante software específico, no indexado por buscadores convencionales y donde la actividad suele ser anónima. Habilitados por tecnologías como Tor, PGP y Blockchain, estos mercados digitales prometen anonimato y un entorno relativamente más seguro para las transacciones de drogas en comparación con las compras callejeras tradicionales.
Reducción de daños en la Darknet
Esta publicación de Transform Drugs narra cómo algunos mercados de la Darknet, a pesar de su ilegalidad, incorporaron prácticas de reducción de daños tales como la distribución gratuita de materiales educativos sobre el uso responsable de sustancias.
Algunos sitos sucesores del mítico Silk Road a menudo brindan entornos donde lxs usuarixs pueden acceder a sustancias con un grado de transparencia y seguridad que rara vez se ve en las transacciones callejeras. Las reseñas de usuarios, las calificaciones de los proveedores, el envío por correo postal e incluso el acceso a resultados de pruebas de laboratorio crean un sistema donde la calidad es primordial, fomentando una cultura de uso informado y más seguro.
Si bien estos mercados operan en la ilegalidad y con riesgos particulares como la posibilidad de estafas o el monitoreo de autoridades, su existencia y dinámicas resaltan cómo puede aprovecharse la tecnología para mitigar algunos riesgos asociados con el consumo de drogas, desafiando los enfoques convencionales centrados únicamente en recomendar la abstención y castigar a usuarixs.
Internet, tecnologías digitales y prácticas de cuidado en Argentina
En Argentina, donde las políticas púbicas prohibicionistas generaron una situación sociosanitaria crítica, estos desarrollos cobran particular relevancia. La creación de ArgenPills, un foro gratuito de y para usuarixs de drogas creado hace más de 15 años, marcó una evolución crítica para miles de usuarixs que rápidamente comenzaron a utilizarlo para intercambiar información, compartir experiencias con diferentes sustancias y fomentar el apoyo comunitario, promoviendo el autocuidado y la toma de decisiones informadas.
En el mismo sentido pero más cerca en el tiempo encontramos a ToxiBot, un innovador bot de WhatsApp creado en 2022 por Pablo Ferreyra y Aníbal Sacco. Su interfaz simple e integrada a la popular aplicación de mensajería instantánea, consiste en que lxs usuarixs agreguen el número de ToxiBot a sus contactos y, al escribirle, reciben un menú de opciones para interactuar, que van desde recibir información sobre interacciones entre distintas sustancias hasta consejos para afrontar malos viajes.
La herramienta también ofrece la posibilidad de utilizar inteligencia artificial generativa, entrenada previamente con bibliografía seleccionada, para habilitar una experiencia más personalizada y que responda a consultas que queden fuera de las opciones básicas.
Telegram, un terreno fértil para la compra venta de drogas
Otra experiencia digna de resaltar es la de los grupos de Telegram dedicados al comercio de drogas tanto legales como ilegalizadas. De creciente popularidad en Argentina y otras partes del mundo, estos grupos cerrados funcionan permitiendo a los dealers anunciar sus productos, mientras que los usuarios pueden unirse para navegar la oferta y realizar compras. El componente de reducción de daños que distingue a este sistema es la oportunidad que tienen lxs usuarixs de calificar a quienes venden, proporcionando un método comunitario de control de calidad donde los dealers con calificaciones más altas son percibidos como más confiables y potencialmente más seguros.
Saliendo del mundo digital pero enfocándonos en las redes de cuidado que surgen en la clandestinidad, este artículo de Filter Magazine de 2020 narra el contenido de un informe de inteligencia filtrado del FBI sobre la investigación que realizaban a un grupo de vendedores de drogas en la ciudad de Pueblo, Colorado. El informe detalla cómo el grupo de dealers utilizaba pruebas de detección de fentanilo —el potente opiáceo al que se le atribuyen cientos de miles de muertes por adulteración en Norteamérica— para garantizar la seguridad de sus clientes, facilitando incluso información sobre servicios de salud y provisión de jeringas.
Esta tendencia, que se observa de formas similares en otras latitudes y contextos, ilustra una ironía impactante: mientras algunos vendedores de drogas proporcionan información vital para el uso seguro de las sustancias que comercializan, los servicios estatales de reducción de daños brillan por su ausencia.
El desafío, entonces, está en aprovechar el potencial de la tecnología para tender y fortalecer las redes necesarias entre quienes conformamos el movimiento por la reducción de daños. Si el Estado convocase a usuarixs de drogas y organizaciones de reducción de daños, podría diseñar e implementar estrategias y recursos de gran impacto y alcance basados en herramientas digitales.
La necesidad urgente de un cambio de paradigma para abordar las relaciones entre las personas y las drogas, pone a la reducción de daños en el centro de la escena y nos invita a reflexionar y actuar. Las tecnologías digitales, lejos de ser meros instrumentos, se han convertido en aliadas fundamentales que debemos utilizar en la lucha por políticas de drogas más efectivas, más justas y, sobre todo, más humanas.