Les hablé por Facebook en la semana previa al sábado que tocaban en Paraná y les dije la verdad: que pertenecía a una revista independiente de estudiantes. Me contestaron “dale de una!” y fue suficiente, teníamos programada una entrevista con Lo’ Pibitos. El día del recital, caímos a la prueba de sonido con cámara, trípode y grabadores; la intención era poder filmar pero cuando llegamos nos pidieron que no hiciéramos videos. Para cuidar la estética de Tierra Bomba, o quien sabe por qué: esa fue la respuesta. Perfecto, igual podemos hacerla, los organizadores son piola y nos dicen que “con más tiempo podemos filmar algo”. Así que joya, la banda ya está ahí y me voy a hablar con Guido “El Doggy” Ruggiero, le digo de la entrevista y me contesta que se busca una birrita y la hacemos. Nos parece buena idea y lo acompañamos a la barra para buscar una nosotros también. El barman, mientras nos sirve, cuenta que el lugar fue un centro de detenciones clandestinas durante la última dictadura cívico-militar. Nos quedamos pensando y charlando unos minutos, coincidimos en que es bueno que ahora reciba arte. Cerveza en mano, El Dog llama a los demás y sin más vueltas estamos en el patio con todos los integrantes de la banda de amigos que conforma Lo’ Pibitos y listos para conversar.
¿Cómo estuvieron sus shows en Santa Fe y Rosario? ¿Se bailó?
Doggy: No bailaron mucho porque estaba lleno de gente, había tantas personas que era imposible. Estaba explotado.
Juan Giménez: Sí, mucha gente.
Andrés Cortés: ¿Esto es para fumar? ¿Es un vapo? —pregunta señalando el grabador que le acercamos.
No, por desgracia no —contesto riendo y pregunto— ¿pinta fumarse uno antes de tocar?
Tomy Tomaso: No, somos pibes sanos. A mí se me tapa la nariz y se me vuelve muy nasal la voz —contesta irónico.
Juan Lucas Arbe: No hablemos de drogas.
Bueno, bárbaro… ¿Cómo fue transformándose lo pibitos desde que arrancaron?
Dog: Arrancó siendo un proyecto Soundsystem conformado por Dj Dog, Tommy Tomaso MC y Abre. Después se sumaron Juan Lucas y Rodolfo (percusión y guitarra). Más tarde se incorporó Jeremias (Segall de la Rosa) en la batería, otra guitarra (Andrés Cortés) y ahí entró Juan Giménez en el bajo.
JuanGi: ¡Hola!
¿De dónde se conocían?
D: De diferentes lugares, fuimos incorporando gente de otras edades y de 3 ámbitos: uno era del graffiti y el Skate, el otro del Enaola (la Escuela de Música), los Arbe por la familia y bueno… él es amigo de mi hermano —señalando a Andrés Cortés.
¿Qué mensaje buscan dar con su música?
T: Uno positivo. Todos tienen una realidad distinta, nosotros tratamos de plasmar la propia y que el mensaje sume a la sociedad o al que sea. Buscamos aportar algo, en esa estamos y somos conscientes de la responsabilidad que es tener un micrófono y un espacio para expresarte. Hacemos ese trabajo muy fino de trabajar las letras y de elegir siempre qué decir.
¿Quiénes componen?
T: En la letra somos El Dog, yo y Abre, un chico que empezó en el proyecto y después se fue pero se mantuvo en las letras. Y bueno, en la música el Dog, Juan Lucas y participación de toda la banda. Se abren maquetas que traen los pibes y se laburan en la sala de ensayo, cada uno le aporta su granito y su magia.
Hace poco firmaron con Pelo Music, ¿qué onda?
JL: Sí, la verdad que es un paso muy importante en nuestras carreras —contesta con una seriedad de la que los demás se ríen—. Consolida un poco todo este crecimiento que hemos tenido y profesionaliza un poco la cuestión. Estamos muy contentos, con más difusión, más proyección, con una banca más económica.
Ponen la tarasca
JL: Claro, la industria que tanto le hace falta al músico, esa industria que fue destruida.
T: El maneja su sello como lo manejó siempre, él es old school. No es una mega empresa, es un chabón con sus empleados y con mucha parte de familia. Es un sello boutique, él le dice así. Y eso nos hace muy bien porque se complementa con nosotros.
R: Y además A Punto Caramelo se va a reeditar en Uruguay y Brasil.
Tuvieron experiencias con otros sellos, ¿cómo fueron?
JL: Hemos pasado por eso y nos sirvió de experiencia.
JG: Geiser es lo menos —ríen todos.
T: Quedamos en no darle más bola a esa gente… porque son una mierda.
R: Sí y tuvimos una buena experiencia al principio con DG (Daniel Grinbank) que nos editó Bienvenidos al Presente (2011) y nos abrió un camino importante.
¿Qué proyectos tienen para este año y el que viene?
JL: Durante lo que queda del año vamos a hacer el relanzamiento de A Punto Caramelo y el 25 de noviembre vamos a abrir el show de Bruno Mars en el Estadio Único de La Plata. El año que viene… bueno, hay muchos proyectos y muchas maquetas para armar algo.
¿Se llevan bien durante las giras?
D: Sí, la verdad es como que al principio te empezás a cagar de risa y es muy divertido pero después ya se transforma en una deformidad de palabras inventadas —Juan Giménez larga carcajadas muy contagiosas— y cosas que van saliendo sobre la marcha.
R: Hay momentos de tensión y momentos de distención…
JG: Pero nos queremos igual.
T: Sí, somos muy boludos, eso es divertido.
¿La siguen después de tocar?
R: Un par sí.
JG: Depende del hotel.
D: Nos gusta quedarnos un ratito tomando algo, bailando un poqui—eructo—to, escuchando música, relajar un poco.
T: Van a poner entre paréntesis eructo —bromea Tomás y reímos todos.
D: Hacemos contacto con la gente, nos sacarnos fotos, escuchamos sus comentarios; realmente somos abiertos a eso y nos parece que está bueno tener ese Feedback con el público.
¿Piensan en un público a la hora de componer?
JL: Yo ahora, personalmente, pienso mucho en los niños cuando compongo. Hay muchos padres que le hacen llegar nuestra música a sus hijos y son muy fanáticos. Es algo muy interesante y que está bueno para seguir explotando, apuntar a ellos.
JG: A los niños les gusta mucho sí.
T: Tal vez porque captan mucho mejor que el adulto.
JG: Nunca podemos tocar para los nenes por desgracia.