fbpx
27 julio, 2024

Terriblemente libres (Capítulo 3)

Guillermo Casañas
La historia que mantuvo en vilo a una generación entera durante dos semanas llega a su fin. Nelson, Sofía y el narrador siguen caminando en esa fina línea que divide la cordura de la razón, la ficción de la realidad, el amor del odio. ¿Quién ganará?

Capítulo 1

Capítulo 2

[Frases del capítulo anterior]

“-Estuvo bien el narrador, al final.
-¿Por?
-Y, porque nos hizo conocer.
Sofía sonríe, y Nelson la besa. Cuando Nelson quiere sacarle la remera, Sofía, instintivamente, le quita la mano.
-¿Pasa algo? -dice Nelson.
-No, es que…no sé. Siempre me da vergüenza las primeras veces. Soy medio insegura.
-¿Querés que apague la luz?
Sofía asiente con la cabeza. Nelson se para y la apaga. Vuelve a la cama y le besa el cuello mientras le desprende el corpiño. Le saca la ropa con suavidad y la mira de reojo. Un rayo de luz de luna se proyecta sobre su cuerpo.
-Sos hermosa -le dice.”

“Nelson apoya los cafés en la mesada y acerca una silla para que Sofía se siente. Desayunan en silencio.
-¿Qué es lo que más te gusta de la cuarentena? -pregunta Sofía de repente.
-El silencio -responde Nelson-. ¿Y a vos?
-Vos -dice Sofía, y larga una carcajada-. No, mentira. El silencio también.”

“Nelson sonríe y va hacia el living. Vuelve con unos parlantes chiquitos. Los conecta y pone un disco de jazz.
Sofía se para y lo abraza por la espalda. Nelson gira y la besa. Apoya la mano en su espalda y empiezan a bailar. Bailan por unos treinta segundos, hasta que Sofía se larga a reír furiosamente.
-Perdón, no puedo más -dice.
Nelson intenta contener la risa, pero no puede. Se levanta y apaga la música.
-Nos estaba saliendo bien -dice.
-Sí, la concha de tu madre. ¿Qué necesidad tenías de sacarme a bailar jazz? Re snob, hijo de puta -dice Sofía con la voz entrecortada por la risa.”

“-Sos muy buen actor.
-Y sí, por algo somos personajes de cuentos, ¿no? De cuentos de mierda.
-Bueno, ya está. Me da un poco de pena ya el narrador, pobre -dice Sofía, que se sigue riendo.
-¿Qué pena? Su cuento debería darle pena. Yo quiero salir en un cuento lindo, sincero, real. No en esta mierda. ¡Bajá, si tenés huevos! -grita Nelson, y le pega un puñete a la mesada.
-Dejá, boludo, mirá si baja en serio.
-¡Que baje! Somos dos contra uno -dice Nelson, y vuelve a reír.
-Basta, me cansaron -digo yo, y Nelson y Sofía se callan.
Siempre quise saber cómo se escucharía mi voz en un cuento propio. Se escucha tal como lo imaginaba: como un eco celestial. Miro la pantalla y salto hacia ella. Caigo con estrépito en la cocina. Nelson y Sofía están agarrados de las manos, y me miran con pánico.”

-¿Qué les pasa, pelotudos? –grito.
Nelson y Sofía no responden. Aquiles, en cambio, me ladra. Pego un vistazo rápido del ambiente. Los colores, la disposición de los muebles y la decoración son tal cual los imaginé cuando los escribí. Esto me genera satisfacción, a pesar de que no era tan difícil: después de todo, imaginé la historia en mi propia casa, la noche en la que descubrí la forma de sentarme en la ventana para leer. Pero mi enojo y mi excitación son más fuertes que mi asombro.
-Ah, ahora no hablan –digo.
-¿Qué onda? ¿Cómo hiciste para bajar? –dice Sofía.
-No importa.
-Es que nunca me pasó esto. Nunca vi que pasara.
-Yo tampoco. Será que me pudrieron hablando giladas.
-Bueno, loco, aguantá –dice Nelson-. Estábamos jodiendo.
-Sí, pelotudo, pero me cagaron el cuento.
-¿Qué cuento, gil? Te lo mejoramos.
-Es verdad –dice Sofía-. ¿Qué te pensás, que alguien hubiera seguido leyendo esa historia pedorra que estabas haciendo? Por algo fue el cuento con más me gustas de los que publicaste en la Mate.
-Igual la mitad de esos me gusta eran amigos o familiares, boluda.
-¿Cómo mierda saben lo de los me gustas? ¿Cómo saben que existe la Mate? –pregunto.
-Y si vos saltaste adentro de la historia, pelotudo –me dice Sofía-. ¿Te pensás que ustedes nomás tienen poderes?
Aquiles me sigue ladrando, y mi sensación de poder merma. Vuelvo a mirar a mi alrededor y siento que sé mucho menos de lo que creía. Estoy en mi casa, pero no me siento en casa. Es un mundo distinto con lógicas distintas y que no entiendo. Y son dos contra uno.
-¿Toda la segunda parte me estaban bolaseando?
-Sí.
-¿Y cuándo se pusieron de acuerdo? Yo no escuché nada.
-En la elipsis, boludo, jajaja –dice Nelson-.
-Claro, tardé como tres días en empezar la segunda parte. Les di tiempo hasta para ensayar.
-No funciona así –dice Sofía-. Vos no empezaste la segunda parte donde había terminado la primera. “Nelson y Sofía siguen juntos. Ya no están sentados en la ventana. Ahora están acostados en la cama, fumando y hablando.” Así empezaste. Ahí creaste una elipsis. Es como un huequito donde podemos escabullirnos.
Su seguridad me abruma. La tienen tan clara que me cuesta creer que los creé yo.
-Bueno, ya fue, loco. Todo bien.
-Sí, ya fue –dice Nelson-. Perdón si te molestó. Queríamos divertirnos un rato nomás.
-Nosotros tampoco sabíamos que nos escuchabas –agrega Sofía-. Fue con la mejor.
-De una. Perdón yo por haber entrado con tanta agresividad. Ya se me pasó.
Me acerco y le doy la mano a Nelson. Sofía me acaricia levemente la espalda.
-Sí, además ya fue, es re interesante todo esto –dice Sofía-. Nunca había hablado con un narrador. Menos con el de mi propio cuento.
-De una –digo-. Tomemos unos mates, si quieren. Caliento el agua.
-Dejá, yo la caliento. Es mi casa –dice Nelson, y nos reímos.
Nelson se da vuelta y agarra la pava. Yo saco una botella de la colección de botellas de Coca Cola y lo golpeo en la nuca. Nelson cae y se golpea la cabeza contra el horno.-¿Qué hacés, hijo de puta? -me grita Sofía, y se abalanza contra mí. La empujo y voy hasta la mesada. Agarro un cuchillo de los tramontina y me doy vuelta. Nelson está tumbado en el piso, y Sofía corre a socorrerlo.
-¿Se creían que son los únicos que pueden fingir? Ahora se van a dejar de joder y me van a escuchar. ¿Ustedes se piensan que pueden faltarme el respeto en mi propio cuento? Están muy equivocados.
Nelson recobra el sentido de a poco. Le chorrea un hilito de sangre que Sofía intenta secar con sus labios. Aquiles está ladrando de nuevo
-Ustedes se creen que saben lo que pienso. Pero no es así. Yo controlo lo que ustedes piensan. Una cosa es saber y otra cosa es controlar. ¡Cállenlo al perro de mierda ese!
Sofía me mira, temblando, y estira la mano para abrazar a Aquiles. Tiene una mano blanca y suave, y lo acaricia delicadamente. Es una belleza, pienso, el movimiento de su mano, y me doy cuenta de que yo también estoy temblando.
-Ustedes están acá porque yo quiero. Y yo estoy acá porque yo quiero. Y todo lo que pasa acá es porque yo quiero. A vos, pendejo de mierda -digo, y vuelvo a mirar a Nelson a los ojos-, si quiero, puedo convertirte en cualquier otra cosa.
Miro el cuchillo entre mis manos. Lo giro para jugar visualmente con el brillo del filo.
-A ver…ahora van a ser Madame Bovary y el novio.
Nelson se incorpora y besa la mano de Sofía, que responde llevándose la otra mano a la frente.
-¿Le ha ocurrido alguna vez -dice Nelson-, señorita Emma, encontrar en un libro una idea vaga que se ha tenido, alguna imagen oscura que vuelve de lejos, y como la exposición completa de su sentimiento más sutil?
-¡Sí, me ha sucedido! -responde Sofía-.
-Por eso me gustan sobre todo los poetas. Encuentro que los versos son más tiernos que la prosa, y que consiguen mucho mejor hacer llorar.
-Sin embargo, cansan a la larga. Ahora, al contrario, me gustan las historias que se siguen de un tirón, donde hay miedo. Detesto los héroes vulgares y los sentimientos moderados, como los que se encuentran en la realidad…
-Bueno, ya está -lo interrumpo-. Ya entendimos.
Nelson me mira con terror.
-¿Vieron quién manda? ¿Vieron que tienen que portarse bien? -digo con una sonrisa.
-Yo ahora quiero ser Mafalda -dice Sofía-. ¿O historieta no se puede?
No puedo evitar soltar una carcajada. Me río de mis propios chistes, pienso. Y no sé si es ese momento de debilidad, si es Nelson que se tira encima mío o si es el perro de mierda ese que sigue ladrando, no sé por qué carajo no puedo controlar al perro, que me caigo y suelto el cuchillo. Me golpeo la nariz y el golpe me hace estornudar dos o tres veces seguidas, y cuando me quiero dar cuenta son los dos que están encima mío, y el perro ladra, y Sofía me tiene agarrado del cuello, y Nelson me mira y se ríe y me tira un gallo, y el perro ladra, y Sofía agarra el cuchillo y me lo clava en la garganta.
-Lo mataste.
-Lo mataste.
-¿Qué hacemos ahora?
-No lo puedo creer.
-Y qué querías que haga, estaba loco, si no lo mataba nos iba a matar él o nos iba a seguir torturando.
-No sé qué hacer. Es re loco esto.
-Igual me gustó ser Madame Bovary, en realidad no sé si era tanto una tortura.
-Vos estás re loca, jajaja. Posta, sos una limada.
-¿Para qué lo querés?
-Qué sé yo, para…no sé, vamos a comer algo. O no sé. Estoy como en shock.
-Y eso que vos no mataste a nadie.
-Es lo mismo.
-¿Qué vamos a hacer ahora?
-Vení, Aquiles, vení, pobrecito.
-No sé cuándo va a terminar la historia, ahora.
-Cuando queramos. O nunca. ¿Viste que no hay más narrador?
-Y sí, boluda, si lo mataste, jajaja.
-Bueno, sí, ya sé. Pero es cualquiera igual. Es como que queda re vacío todo.
-Eeeeeeco eeeeeeeeco eeeeeeeco.
-Jaja, qué pajero.
-Ya fue, no sé qué decirte. Probemos decidir terminar la historia, y si termina, termina, chau, ni nos vimos.
-¿Y si no termina?
-Qué sé yo. Viviremos hasta que pase algo. O infinitamente.
-Qué horror.
-Sí, horrible.
-Bueno, pero probemos otro día. Quiero ver qué onda primero. Vamos a comer algo.
-En un rato. No tengo hambre. Primero quiero salir a la calle.
-¿Para?
-Qué sé yo. Capaz pasa algo. Hace un montón que no salimos, además.
-Y bueno, dale.
-Qué linda es la ciudad vacía.
-Sí, algo estamos haciendo mal.
-¿Por qué?
-No, como humanidad, digo.
-Ah, sí. Todo.
-Mirá, ahí.
-Pobrecito, se lastimó un ala.
-Vení, bebé, vení.
-Si lo tenemos por unos días, capaz se recupera.
-Vas a volver a volar, ¿sí? Un pichón que no aprende a volar es un desperdicio de alas.
-Jaja, qué dicho de mierda.
-Callate, gil.
-Capaz que termina bien acá. El pichón, la ciudad vacía. Nuestro vínculo ahí, en construcción. Capaz hasta nos terminamos enamorando en serio. Final abierto.
-Ni en pedo. Qué me importa si el final queda bien. Estamos haciendo la nuestra. Somos libres.
-Terriblemente libres. Ahí, mejor todavía. Repitiendo el título.

0
0
#AMORHETEROSEXUAL #CUARENTENA #FLASHEADAS #LITERATURA #METAFICCIÓN
0
0

Si llegaste hasta acá, nuestro contenido es útil para vos.

Para seguir informando a una sociedad que acompañe y no castigue necesitamos tu apoyo.

Suscribite con aportes mensuales

Plan THC

Plan LSD

Plan DMT

Doná con aportes únicos

Si llegaste hasta acá, nuestro contenido es útil para vos.

Para seguir informando a una sociedad que acompañe y no castigue necesitamos tu apoyo.

Suscribite

Aportes mensuales.

Plan THC

Plan LSD

Plan DMT

Doná

Aportes únicos.

Si llegaste hasta acá, nuestro contenido es útil para vos.

Para seguir informando a una sociedad que acompañe y no castigue necesitamos tu apoyo.

Suscribite con aportes mensuales

Plan THC

Plan LSD

Plan DMT

Doná con aportes únicos

Comentá el artículo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*Mate se reserva el derecho de eliminar aquellos comentarios injuriantes, violentos, discriminadores o contrarios a las leyes de Argentina.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

MÁS LEÍDAS

¿El mate es una infusión de origen Jesuita o Guaraní?