Have a Good trip arranca con la no poco ambiciosa intención de acercar el mundo de las drogas psicodélicas. Produjo este film nada más ni nada menos que en el dueño del monopolio streamero, el señor Netflix.
¿De qué hablamos cuando hablamos de que Netflix autorizó un asesoramiento pochoclero sobre los viajes psicodélicos? Podríamos empezar por el interés material conspiranoico detrás de este documental, que entendemos muy logrado en términos de los recursos que usan para bajar a tierra contenidos que están desde siempre, pero en una nebulosa entre lo prohibido y lo socialmente condenable.
También nos podemos preguntar quiénes miramos este tipo de producciones, y en este sentido podemos arriesgarnos a pensar que si hay algo que ha sabido hacer Don Netflix, es captar una masa de consumidores (delimitada en primera instancia por la capacidad de acceso) que, al momento del estreno del documental, estaba encuarentenada, sumida en una especie de sed voraz por producir, aprovechar el tiempo, no volverse locos y locas. ¿Creen ustedes que se haya generado algún tipo de contenido que supere en efectividad a los audiovisuales en plataformas que no demoran en cargar y, encima, en tiempos de confinamiento obligatorio?
Good Trip llega en cuarentena, con un tono desprejuiciado que nos gusta, con actores que nos caen bien, como Leia la princesa de Star Wars, contando sus experiencias de “normalidad” en estados alterados de conciencia. ¿Cómo no mirar una hora y media hecha por gente que nos gusta, riéndose de sus propios miedos y hablando sin barbijo sobre consumos que -al menos- generan curiosidad?
CONSUMO RECREATIVO: NICHO DE MERCADO
El capitalismo y Don Netflix saben muy bien qué y cómo decirnos, a todxs. Y el consumo recreativo de sustancias aparece como una de las más grandes deudas de los Estados a sociedades que necesitan respuestas y piden regulaciones. Bien sabemos que históricamente se han generado las barreras simbólicas y jurídicas que permiten y avalan ciertos consumos y condenan otros.
El consumo recreativo entonces aparece como un nicho de mercado que -si bien ha existido siempre- no tiene antecedentes similares en términos de difusión y masividad, ¿dimensionamos realmente la publicidad que significa avalar los consumos recreativos en plataformas como Netflix? Imaginemos al capitalismo como un cocodrilo que navega apenas por encima de la superficie de un pantano y encuentra a la desmitificación de las drogas psicodélicas, como un pequeño animalito que toma agua en la orilla. Saben que sucede, ¿no?
Pero Good Trip, y los intereses mercantiles que sostienen el SÍ de la señora plataforma, se insertan en debates más amplios, menos conspiranoicos o menos capitalistas, quizá; debates que como sociedades estamos abriendo para repensar las relaciones que tenemos para con nosotrxs mismxs, los demás, una tierra que parece desvanecerse por nuestra culpa, nuestros cuerpos y, por qué no, lo que consumimos.
Una combinación letal, por lo exitosa, de sociedades que se re-preguntan por lo arbitrario de algunas regulaciones, el ansia capitalista de minar cada posible nicho de mercado, y una plataforma como Netflix con el poder de hacernos mirar y pensar de qué hablamos cuando hablamos de que nos pusieron en la cara justo lo que queríamos ver: un documental sobre gente que nos gusta contando sus experiencias de viajes psicodélicos.
LAS CLAVES DE GOOD TRIP
La cuestión arranca así, el título propone una experiencia “positiva”, algo que si pensamos subjetivamente queriendo ser objetivxs, representa el 50% de la carga simbólica sobre el consumo, la posibilidad de una experiencia copada o el famoso “mal viaje”.
¿Qué recursos podemos destacar de este intento audiovisual de acercar un fantasma a un público tan masivo como el que consume Netflix?
1) El dato verídico
Los relatos como estrategia de acercamiento entre experiencias reales de personas que han consumido drogas psicodélicas y el público.
En sociedades que reivindican al relato como totalidad, la experiencia contada, buena o mala, aparece como un recurso condenado al éxito. Algunxs sociologxs dicen que estamos en sociedades en las que las experiencias se efectivizan en la medida las contamos, al momento en que se vuelven un testimonio del cual podemos hacer uso.
2) La voz familiar
Esas voces son de personas que conocemos y, no casualmente, constituyen figuras que por diferentes motivos son reconocidas (grosso modo) en términos positivos.
Ben Stiller que llamó a su padre (Jerry Stiller) apenas consumió LSD porque se dio cuenta al segundo que esa sustancia no era para personas como él.
Carrie Fisher, la princesa Leia, sumida en cuerpo y alma por un personaje que le robó toda su individualidad hablando de experiencias de normalidad en estados alterados de conciencia.
3) No te mires al espejo
El documental, a modo Padre/Madre-Tutor/a adopta una postura consejera y desprejuiciada, proponiendo lo que sí y lo que no, desmitificando las sensaciones y proponiendo atravesar la experiencia con la menor carga posible, para disfrutarla.
La necesidad de compañerxs de viaje, de información, de recomendaciones y -sobre todo- de desmitificación sobren algunas sensaciones como resorte afectivo, emocional, racional para una experiencia “exitosa”.
4) El buen viaje
Un fuerte hincapié, iniciado ya desde el título, sobre la experiencia positiva, evocando los testimonios y las experiencias como recursos argumentales que sostienen al consumo como una experiencia que no tiene que significar más que eso, una experiencia sensitiva y sensible que no tiene por qué ser mala.
5) Mal viajadxs
No se silencia la posibilidad de una mala experiencia, elemento fuertemente presente durante todo el viaje que propone el documental. A través de una ironía fuertemente incisiva, el mal viaje recorre transversalmente todo el contenido, terminado por ser una posibilidad real, pero que no es más que una experiencia de unas horas, que hasta lxs mismxs que la atravesaron recuerdan a modo desdramatizado.
6) Lo terapéutico como resorte institucionalizado
La parte médica como estrategia argumental aparece como un resorte que valida y legitima, permitiendo correr los velos y desarmar los fantasmas generados histórica y socialmente en relación al consumo de ciertas sustancias y no de otras.
Históricamente, se han asignado consecuencias físicas/mentales relacionadas con sustancias determinadas, mientras no se ha hablado de las mismas consecuencias en otras de consumo legal. Good Trip se anima a proponer una revisión médica llevada a cabo por investigadores expone las bondades terapéuticas de drogas como el LSD para combatir padecimientos como la depresión y los trastornos de ansiedad.
Una combinación explosiva entre los mecanismos capitalistas de cooptación de espacios aún no explotados, en suma a debates sociales históricos en relación a las prohibiciones y la necesidad de correr los velos de muchos fantasmas que circulan y acechan todas nuestras prácticas y consumos terminan con un documental relajadísimo que puede ser mirado por quienes han atravesado experiencias y quienes jamás lo harían.
En definitiva, no es más que Ben Stiller el de la Familia de mi Novia contándonos una experiencia de su vida.
