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27 julio, 2024

El jóven emprendedor

El Joven viene mirando los números de las calles desde hace varias cuadras. Sabe que todavía le faltan un par, pero por alguna razón no termina de confiar en sí mismo, y a la cuadra siguiente vuelve a mirar un segundo a la derecha, en busca del cartel azul. Ese segundo alcanza para que se coma un pozo bastante grande, que lo hace saltar levemente de su asiento. Finalmente llega al lugar indicado. Estaciona, verifica la dirección exacta en su celular y baja del auto.

Por fuera parece una casa de clase media normal. Busca la lucecita verde del timbre que se destaca sobre las rejas negras y toca. “¿Quién es?”, le responden desde el contestador. “Soy el Joven”, dice. “¿Qué joven?”. “El Joven Emprendedor”, contesta. “Vengo por el proyecto”. En ese momento se oye el zumbido que indica que la reja ahora puede ser abierta. El Joven abre y entra a la casa, en donde un joven de barba y camisa a cuadros ya lo espera apoyado sobre la puerta.

-Adelante –dice el joven de barba y camisa a cuadros.

-Gracias –dice el Joven Emprendedor, y le da la mano.

Entra al living, poblado de computadoras. Cada computadora está manejada por un joven de barba y camisa a cuadros. Algunos tienen auriculares puestos, y no saludan al Joven. El resto hace una seña amigable y sigue con su labor. El salón es muy amplio, y está amueblado de forma futurista. El Joven Emprendedor alcanza a ver un sillón naranja y elástico en el que una chica con un arito en la nariz está acostada. Está haciendo un globo con el chicle. Los cuadros que decoran la habitación son apenas pinceladas azules sobre lienzos blancos.

-Vení, subí –dice el joven de barba y camisa a cuadros.

El Joven Emprendedor lo sigue hasta una oficina vidriada. Entra y se sienta en una de las sillas. El joven de barba y camisa a cuadros se sienta en la computadora y se pone los auriculares.

-Me vas a tener que esperar un segundito –dice-. Tengo que terminar una videollamada.

-Sí, no hay problema.

El joven de barba y camisa a cuadros empieza a hablar en inglés. El Joven Emprendedor no entiende mucho el idioma, y empieza a sentirse un poco incómodo. Su mirada recorre la oficina buscando alguna foto familiar, algún dibujo de un niño, algún adorno significativo. Pero sólo hay paredes blancas y una cafetera gris. Saca su celular y se pone a jugar un jueguito que descargó el día anterior. Es sobre un grupo de enfermos mentales que deben expandir su pandemia entre la gente sana, aplicándoles inyecciones de un líquido violeta en el cerebro. Pasados unos minutos, el joven de barba y camisa a cuadros se quita los auriculares y los apoya sobre la mesa.

-Ese juego lo desarrollamos nosotros –dice.

-¿En serio?

-Sí. 

Los dos quedan en silencio hasta que el joven de barba y camisa a cuadros vuelve a hablar.

-Vos venías por…

-Por el proyecto.

-¿Cuál?

El Joven Emprendedor empieza a sentir un temblor muy leve en el cuerpo.

-El proyecto nuestro es para una revista digital.

-¿Y qué buscan?

-Hacemos una revista hace un par de años, ya. Es sobre…

-¿Cómo se llama la revista?

-Horizontes.

El joven de barba y camisa a cuadros saca su celular y escribe algo a gran velocidad. El Joven Emprendedor siente un brusco mareo, pero al instante vuelve a su estado normal.

-¿Y sobre qué es?

-Es un poco de todo. Todos tenemos otros trabajos. Pero eso no significa que no seamos profesionales. 

-No, me imagino.

-Nos gusta principalmente la crónica. Escribimos sobre música, sobre teatro, sobre cultura en general. 

-¿Y qué es lo que quieren exactamente?

El Joven Emprendedor siente una punzada en la vejiga que hace que empiece a hablar con dificultad.

-Buscamos…expandir la revista. Expandirnos a lo digital.

-¿Le pasa algo? ¿Quiere un poquito de agua?

-Sí, estoy un poco ahogado.

El Joven Emprendedor toma un trago y le da arcadas. 

-¿Por qué quieren expandirse a lo digital?

-Porque es el futuro. Nos parece que lo digital ofrece otras potencialidades.

-¿Está seguro de que se siente bien?

Inmediatamente después de escuchar esa frase, el Joven Emprendedor siente un fuerte dolor en la cabeza.

-Sí. No sé. Me dio una puntada, como las que te dan cuando comés helado muy rápido.

-¿Y la idea sería que publiquen su contenido en la aplicación?

-Sí. Obviamente, manteniendo la estética.

-¿Y cuánto presupuesto manejan?

-No es muy holgado. Es difícil sostener un proyecto así…disculpe.

El Joven Emprendedor interrumpe su discurso y escupe un gallo espeso sobre el escritorio.

-Perdón –dice-. No sé qué pasó.

-Relájese. Está como en su casa, acuerdesé. 

-No, pero…yo…no sé qué me pasa. No me siento bien.

El Joven Emprendedor se empieza a caer del asiento. Se arrodilla en el suelo y se lleva las manos al estómago. El joven de barba y camisa a cuadros lo mira sin hacer nada.

De pronto, el Joven Emprendedor explota. Los ojos le empiezan a llorar. La nariz se le empieza a inundar de moco, y estornuda violentamente. 

-Desahogesé tranquilo –le dice el joven de barba y camisa a cuadros-. Esta es su casa.

-No es mi casa –dice el Joven Emprendedor, e inmediatamente descubre que no fue él el que dictó a su cerebro la orden de decir eso.

El Joven Emprendedor escupe una vez más y luego vomita largamente. Le chorrea sangre de la nariz y sudor de la frente. La cera se le empieza a escurrir de los oídos como el líquido viscoso de adentro de los chinchulines. Los pocos granos que le quedan en la cara estallan y despiden chorros de pus.

El joven de barba y camisa a cuadros le ofrece un vaso de agua. El Joven Emprendedor ya casi no lo ve. Siente todo borroso y ya no puede controlar su propio cuerpo. Se le empieza a escapar meada, semen y mierda líquida. Lágrimas, sudor, cera, moco, saliva, vómito, pus, meada, semen, mierda líquida, todo junto. 

El Joven Emprendedor se va desinflando de a poco, como una pelota. El joven de barba y camisa a cuadros lo mira hasta que se convierte en un pedazo de carne achicharrada. Lo agarra cuidadosamente y lo guarda en un cajón de su escritorio. Después se levanta y va hasta la ventana. La abre y se queda mirando el cielo, las copas de los árboles, los pájaros procreando en sus nidos.

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#CUENTOS #LITERATURA #NARRATIVA
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