Son un colectivo transdisciplinario de artistas que surgió a partir de Escena Pública, una convocatoria del Ministerio de Cultura de la Nación que se hizo durante el año pasado. Está conformado por artistas emergentes de entre 18 y 33 años que son oriundes de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Su intención es intervenir en el espacio público desde lo transmedial abordando problemas claves: el patriarcado, la violencia de género y el machismo.
Llevarán adelante otras intervenciones desde ahora hasta septiembre, estiman que no todas serán en Santa Fe pero sí van a abordar la misma temática. Se cargaron con la responsabilidad ética de visibilizar una realidad insoslayable, las personas monumentadas suelen mostrar una sola cara de la moneda, o más bien, unas pocas facetas. La violencia de género es un fenómeno que trasciende todas las épocas y hace treinta años no era algo cuestionable. Por suerte, en la actualidad, no la dejamos pasar.
Placa de la intervención de Les Subfluviales
—¿La de Monzón fue su primera intervención?
—Sí, empezamos ahora porque decidimos abordar un tema que en el marco del 3J nos pareció pertinente para aprovechar la movida y la fecha. Además, este año en Santa Fe la marcha fue en la costanera, una marcha del Ni Una Menos a 10 cuadras del monumento al femicida, era una cosa de locos. Se tomó esa decisión pero ya la teníamos planeada hace más de seis meses y se llevó a cabo el sábado anterior a la marcha.
—¿Qué entienden por intervención artística y cuál piensan que es su función?
—Entendemos que es utilizar las herramientas que tenemos a nuestro alcance para hacer algún tipo de cambio en el espacio público. Aunque sea el más mínimo, lo importante es que movilice algo que a nosotres nos interese y que cumpla nuestros objetivos. Con esa pequeña intervención, de poner una placa, logramos poner sobre la alfombra una situación que está oculta y como artistas estamos más que satisfechos por eso. Pensamos que nuestra misión no es solamente entretener o hacer algo bello y aceptado socialmente, también es utilizar el arte y las intervenciones para visibilizar y modificar la realidad. Permite poner sobre la mesa cosas olvidadas u ocultas, el arte tiene una función social.
—¿Qué piensan de la estatua de Monzón en términos simbólicos?
—Trabajamos mucho en el tema de qué son los monumentos. También investigamos y supimos que en sí mismo significa vanaglorear a alguien o algo. Hay un montón de gente como Sarmiento, que fue un genocida, y sin embargo tienen monumentos por todos lados. Entonces, ¿Qué monumentamos? ¿Una persona? Bueno, veamosla en todas sus aristas, porque sino nos quedamos con la discusión de que “es un monumento al deportista, no a la persona”. ¿Cómo haces para dividir? El tipo golpeaba un poco a la mujer en la casa y un poco a sus rivales en el ring… es una lógica totalmente perversa. Además, los monumentos de mujeres son muy pocos porque nunca se valoró su participación en la historia de Argentina ni del mundo. Las mujeres fuimos importantes, pero no se nos reconoce, por eso mismo los monumentos son al falo, al macho, con la espada y toda la parafernalia.
—En este caso eligen no escindir la vida privada de los logros deportivos, ¿qué piensan en cuanto a la vida y obra de les artistas?
—Tampoco son divisibles, mi vida personal, por ejemplo, tiene mucho que ver con las obras de teatro en las que participo. Así como yo, todes les del grupo tienen su vida personal muy ligada a lo que hacemos artísticamente. Me parece hipócrita separar la obra del artista de su vida privada.
Viñeta de Gonzalo Geller
—¿Cómo fue el día que hicieron la intervención?
—Bueno ese día sólo estuvimos en Santa Fe la compañera que es de Entre Ríos y yo. Estuvo otra compañera de Santa Fe que no es parte del grupo formal pero nos acompañó para hacer la filmación. Lo hicimos a plena luz del día, el sábado previo al domingo del 3J. Filmamos, fuimos y vinimos varias veces con la placa, grabamos todas las tomas que se necesitaban. Nos llamó muchísimo la atención la cantidad de gente que pasa y mira el monumento. Muchas personas se detenían, por un momento nos pareció que le rezaban a alguien. Inclusive un señor y su hijo se bajaron del auto a sacarse una foto. El señor vió la placa y como sólo estaba apoyada la agarró y la escondió. Ahí dijimos: “ok, no tenemos que dejar la placa sin pegarla o no va a pasar ni la noche ahí”. Cuando estuvimos por pegarla se acercó una pareja que ya habíamos visto pasar, se ve que les pareció sospechoso lo que hacíamos y volvieron, estuvieron merodeando la zona un rato. Nosotras no sabíamos qué hacer porque no era la idea ir al choque con nadie, queríamos dejar la placa y listo. Tuvimos que retirarnos del lugar, fuimos a dar una vuelta y cuando volvimos ya no estaba la pareja pero a los poquitos minutos volvieron a aparecer y sospechamos que la mujer llamó a la policía, estaba hablando por celular. Así que nos marchamos de nuevo. Cuando volvimos después de un rato, a pegarla definitivamente, pasó un patrullero que nos miró de arriba a abajo, estábamos en actitud re sospechosa [confiesa riendo]. Los policía se acercaron, miraron lo que estábamos haciendo y como no era nada malo como para cuestionarnos, siguieron camino. Pegamos la placa, nos fuimos y el comentario entre nosotres era que ese día por la noche iba a desaparecer. El domingo, durante la marcha, todavía estaba, eso ya fue un éxito.
—¿Qué expectativas tenían?
—Nos sorprendió que dure 3 días, el martes explotó la polémica, fue inesperado, superó altamente nuestras expectativas. Nunca pensamos que llegaría a nivel nacional, imaginábamos bardo en los medios tradicionales de Santa Fe nada más. Pero lo levantó La Nación, Infobae, TN.. Mucho menos imaginábamos la respuesta tan violenta de toda la gente que comentó esas publicaciones en las redes sociales. Menos que menos pensamos que se organizarían para ir a sacarla.
—¿Qué sintieron al terminar la intervención, cuando llegaron a sus casas y al otro día?
—En ese momento fue una mezcla de todo. Estábamos asustadas y muy enojadas porque no podíamos creer la cantidad de gente que no nos quería dejar ser. Sentimos impotencia de no poder hacerlo tranquilas, cuando en realidad habíamos estado más de dos horas ahí filmando sin molestar a nadie. Nos fuimos con esa sensación, entre la alegría de haberlo podido hacer, la tristeza de pensar que lo sacarían esa misma noche y la bronca de imaginar que al darse a conocer la placa, la reacción de muchas gente de la ciudad iba a ser tremendamente machista. Previmos que iba a haber repercusiones si llegaba a levantarse la noticia en los medios, para bien y para mal.
—¿Cuáles fueron las repercusiones que llegaron a ver? En los medios y fuera de ellos
—Los lugares que frecuentamos son bastante afines a nuestros pensamientos. Nuestros amigues y parejas comentaban ayer, más allá de que algunos sabían quienes éramos, lo sorprendidos que estaban del machista oculto que había adentro de todes les santafesines, y de la violenta respuesta. Voy a generalizar, pero no hubo nadie capaz de justificar con un argumento válido por qué estaba mal que nosotras peguemos la placa, más allá del “dejense de joder”. De repente pasamos a ser lesbianas, mugrientas, prostitutas. Váyanse a trabajar y agarren la pala fue lo menos que nos dijeron por estar vestidas de violeta y denunciar un femicidio.
—¿Cómo les trataron los medios?
—Ayer a la mañana una compañera tuvo un cruce muy amarillista en una radio de Santa Fe en la que llamaron a un pariente de Monzón mientras la estaban llamando a ella. Nuestra idea no es ir y decir que toda la familia Monzón hizo tal o cual cosa. No tenemos ánimos de ofender a nadie, pero parece que es una realidad intolerable. Ya sabemos que es un campeón que salió de abajo, para algunes “es un ejemplo” y había un montón de gente que lo seguía, pero a ese monumento lo pusieron cuando él ya había matado a su mujer, había cumplido parte de la condena y había fallecido. Ahora yo me pregunto y le quisiera preguntar a todes les que nos bardearon vía redes, ¿Qué pasaría si la mujer asesinada hubiese sido la hermana o la prima o la madre o la amiga de esa persona? ¿Les gustaría ir por la costanera y ver un monumento al chico que la mató, siempre que pase por ahí?
Estatua de Monzón con la Placa de Les Subfluviales.
—¿Qué otras intervenciones tienen pensadas?
—En realidad no te puedo contar porque estamos configurando la próxima pero no sabemos bien cuáles van a ser los límites, y no les quiero mentir. Lo que te puedo adelantar es que es muy probable que estemos en la Bienal de Arte Jóven.
—¿Te quedaste con ganas de decir algo?
—Me gustaría recordar que Monzón agarró a su mujer, la golpeó hasta noquearla, luego la levantó y la tiró por el balcón. Nos pareció más que pertinente ponerle una placa, además no le hicimos tanto daño.
—¿Han pensado en volver a colocarla?
—Sinceramente no, porque nuestro objetivo está más que logrado. Sí, nos encantaría que se haga lo que propuso Marta Fassino, de la mesa Ni Una Menos: resignificarlo. Poner algún memorándum de las víctimas de violencia de género cerca o al lado del monumento a Monzón. Si el ídolo es tan intocable, me parece genial intervenir de esa forma. Lo cierto es que nadie quiere pagar el costo político de sacarlo de ahí, sabiendo las repercusiones y el apoyo que tuvo de la sociedad. Lo importante también era que veamos con quienes estamos conviviendo.