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27 julio, 2024

Tiempo de trabajo en nuestra salud mental

Ilustración de Román Harrand
Durante la pandemia nos surgen miedos, pánicos e inseguridades naturales para un momento de vertiginosidad como este. También resulta natural acudir a opiniones que puedan poner en palabras los efectos subjetivos que ocasiona una situación de excepción como esta. Hoy compartimos Psicovid volúmen II con la opinión de una Psicoanalista especializada en salud comunitaria y gestión sanitaria que además es Jefa del Sector de Salud Mental del Hospital de Niñes de Santa Fe y docente de la Universidad Nacional del Litoral.
Por Ps. Lorena Aguirre Furlani*

Cuando el gobierno nacional declaró la cuarentena les psicólogues del hospital seguimos trabajando, éramos parte del sistema de salud. No había excepción para les trabajaderes de la salud. Al trabajar en un hospital, estábamos en medio del ruido de la pandemia, con todos los pánicos e inseguridades que esto trae. Parecería que todes éramos iguales en este mar de miedos e incertidumbres pero poco a poco se observaron las diferencias y un efecto directo en lo social, el otro se presentó como amenazante y esto generó un impacto en el acto mismo del cuidado en el personal sanitario. 

PRIMEROS EFECTOS SUBJETIVOS

En este mar emocional, une hace lo que puede y yo apelé a leer, leerme en algún lado para calmar la angustia. Encontré algunos conceptos. En primer lugar, pienso que la pandemia pone al ser humano en un encuentro con su propia finitud y vulnerabilidad, en términos freudianos: la castración. 

Freud ya planteaba que, a través de la historia, el hombre se ha enfrentado a grandes heridas narcisistas. Las epidemias podríamos ubicarlas en este lugar. A pesar de este contexto social actual donde el hombre con sus avances tecnológicos y económicos son amplios y soberbios, se topa con un gran límite. Entonces, esta pandemia del coronavirus conmueve la estabilidad psíquica y emocional de cualquier sujeto, de cualquier comunidad y país. 

Freud usa la metáfora del diamante para explicar cuando acontece un trauma. Cada sujeto, es como un diamante, cuando está en momentos de vulnerabilidad, como es este, se va a fragmentar por las mismas grietas que tuvo siempre, al igual que el diamante, si se rompe, no se rompe caprichosamente por cualquier lado, sino por las grietas que lo han constituido. Así sucede, cada persona en estos días de cuarentena se podrá enfrentar con sus conocidas grietas internas, los mismos dolores y padeceres subjetivo habituales. Por eso, aquí tomo otro concepto fundamental: el de la singularidad, en donde lo que le pasa al otro es distinto a lo que me pasa a mí, puede tener puntos de unión, pero aquí cada uno lleva su historia, sus sentimientos, significaciones y sus desafíos. 

Ilustración de Román Harrand. En instagram como @romanh97

A este malestar se suman los efectos del aislamiento, que seguramente ya habrán leído mucha información al respecto. En esta época hay un empacho de noticias e información a tal punto que ya no se sabe lo que se lee. Pero al encuentro con la finitud se le sumo el aislamiento. Realidad muy habitual en les pacientes de salud mental que les profesionales psicólogues, psicopedagagues y psiquiatras

TIEMPO DE TRABAJO SUBJETIVO

Entonces es un tiempo de elaboración, es tiempo de trabajo. Si, de trabajar por el bienestar de une misme y del otre. Por su puesto que tendremos momentos de angustia, desesperación e incertidumbre, es parte de nuestro proceso, pero es un tiempo de construir nuestra salud mental. 

La humanidad está siendo desafiada en su capacidad, una vez más. Son tiempos de crecimiento. El crecimiento no tiene nada que ver con las exigencias de las redes de leer tal y cual cosa, hacer gimnasia, disfrutar a pleno de la familia y un gran etcétera. Más bien, el crecimiento tendrá que ver con un proceso subjetivo que como tal es un proceso personal que cada une transitará como pueda y decida.

Cuando une pone en palabras con otre lo que siente, lo que le pasa, ya está trabajando. Cuando el conflicto está del lado de la palabra, estamos trabajando. No solo como mera descarga sino también sirve para entender y dar sentido. Es tiempo de trabajar ese malestar viejo, histórico que ahora con esta pandemia vuelve a emerger en las superficies. Es tiempo de trabajar ese padecimiento, hacer hablar al síntoma. Es tiempo de trabajar los excesos. Y este tiempo de trabajo va desde lo subjetivo de cada uno hasta la realidad social de la inequidad social y económica histórica de la Argentina. 

LA CONSTRUCCIÓN DE UN CUIDADO COLECTIVO ÉTICO

¿Entonces, qué pasa cuando esa casa no es ese lugar seguro que nos permite este proceso? ¿Qué pasa en los barrios marginales donde es mejor estar afuera que adentro? Acá se visibiliza la inequidad en salud que es el reflejo de la sociedad misma ya que salud es un producto de complejas interacciones sociales, culturales, económicas, psicológicas y biológicas, como nos dice la Ley Nacional de Salud Mental. ¿Qué salud es posible sino se piensa en la salud colectiva? ¿Entonces cuando un gobierno dice #Quedateencasa a quién le habla? ¿Cuántas casas tendrán que construirse para que eso suceda? Digo, edilicia y simbólicamente. Es tal la inequidad que hoy el #Quedateencasa es un privilegio de clase, como decían muchos mensajes de las redes. 

¿Cuidarnos? ¿Qué es cuidarnos cuando no hay equidad social? ¿Qué es cuidarse cuando la violencia y/o el consumo problemático de sustancias es la realidad cotidiana? 

El cuidar ético es una construcción de política sanitaria. Esto es lo que se visibiliza claramente en este escenario de Pandemia. El único que puede proveer salud colectiva es el estado, que ha quedado muy debilitado frente al avance de las lógicas neoliberales de la salud. ¿Podemos cuidar a la comunidad cuando un sector queda excluido? ¿Podemos construir salud cuando no consideramos la salud mental como un eje fundamental en las infancias y adolescencias actuales? 

La apuesta en este tiempo de aislamiento podría ser esa. Encontrarnos cara a cara con la realidad social y escucharnos a nosotres mismes con la realidad interna en ese repliegue forzoso que se nos impuso. 

Tal vez ese hogar ausente en muchos de les argentines pueda ser el acto de cuidado, por ejemplo: la escucha, ese vínculo con le otre que está y escucha lo que te pasa. Por ahí puede comenzar la construcción de un cuidado genuino, ético del otre: la hospitalidad. Espero que esa hospitalidad no solo quede en manos de los hospitales con el enorme peso que esto tiene en todos los que somos trabajadores de la salud. Y, a su vez, ese hospital, cual sea, sea hospitalario en términos humanos. 

Sin equidad no hay bienestar social posible. Sin Salud Mental no hay salud posible, sin salud colectiva no hay salud individual. No olvidemos. La Peste pone en la mesa esto: una necesidad de construir un cuidado ético colectivo, buscando equidad, con políticas que alojen los padecimientos humanos actuales en forma integral y desde un paradigma de la complejidad. 

 *Psicóloga – Psicoanalista Jefa Sector Salud Mental Hospital de Niños. Mgter. en salud comunitaria y gestión sanitaria. Docente de la Universidad Nacional del Litoral. Escritora e ilustradora de literatura infantil.

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#CORONAVIRUS #PANDEMIA #PSICOLOGÍA #SALUDMENTAL
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