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Erotismo psicoactivo: neurociencias, patologización y Chemsex en Argentina

Ilustración de Adriel Radovitzky
La ciencia patologiza a quienes lo hacen, la sociedad lo reprime y sus practicantes no lo asumen. Situamos el Chemsex como algo lejano pero en realidad es bastante común si pensamos en quienes recurren al alcohol o al cannabis para sus encuentros. Hablemos de erotismo psicoactivo, eso que hacemos en la cama y con sustancias, pero sin terminología pomposa.

El término Chemsex hace referencia al uso de drogas de manera deliberada para potenciar los encuentros sexuales. Sin embargo la idea no es hablar de definiciones, sino tratar de repensar algunas de las cosas que pasan cuando asociamos el erotismo con las drogas.

Desde mucho antes de que se ponga de moda el término Chemsex, las personas solemos acompañar algunos encuentros eróticos con sustancias determinadas. Lo más común el alcohol y el cannabis, no por su especial asociación al sexo sino por su masividad. Estas drogas forman parte de nuestras prácticas sexuales ya que forman parte de nuestras vidas. Y vamos acá entonces con las primeras preguntas: ¿Hemos tenido encuentros eróticos bajo el efecto de estas sustancias? ¿Ha sido buscado o de casualidad? 

¿Será que somos practicantes de chemsex sin saberlo?

Neurociencia de la combinación químico-erótica

Para meternos en la biología del asunto tenemos que hablar brevemente del sistema de recompensa

Abordándolo de manera hiper simplificada, es un conjunto de redes neuronales bastante bien estudiado que se activa en nuestro cerebro ante ciertos estímulos fundamentales como la comida, la bebida, el sexo y por supuesto las drogas. La activación de este sistema está íntimamente ligada al placer o al deseo (aun tema de discusión, en mi opinión mas al deseo) y al aprendizaje y repetición de las conductas que lo activan(1)

Dicho en criollo, cuando vemos una comida que nos gusta mucho, una persona que nos resulta muy atractiva o bien nos responde el mensaje el Dealer, se libera dopamina en una región específica del cerebro llamada Núcleo Accumbens, y la liberación de este neurotransmisor contribuye a que tratemos de obtener ese objeto que activó el circuito.

Ahora que ya sabemos que tanto el sexo como las drogas son dos de los más potentes activadores del sistema de recompensa, tratemos de pensar por que para mucha gente es tan atractivo combinarlos.

Cuando coinciden diferentes activadores del sistema de recompensa, se produce una fuerte estimulación sinérgica que genera el aprendizaje de la combinación de estos sucesos. Típicos ejemplos son el pucho que se hace mucho más irresistible después del café para quien suele combinarlos, o bien junto con el alcohol, lo que hace que se fume mucho más en una noche de gira.

Si combinamos sexo y drogas, ya sea de manera intencional o no, es lógico pensar que cada vez nos va a resultar más atractiva esta “mezcla”. Así, lo que empezó como un lindo encuentro post salida medio drogadxs, se puede ir transformando en el plan del finde. 

Por otro lado, el sexo ha sido un tema tremendamente reprimido en nuestra sociedad, en especial aquellas expresiones de la sexualidad alejadas de cierta norma. 

El potente efecto desinhibidor de las drogas podría hacer que muchas barreras represivas se hagan más permeables y esto, para muchas personas, puede ampliar las posibilidades eróticas. 

No es casual que la población LGBTTQI+, quizás una de las más reprimidas, sea también la que más ha explorado el chemsex(2).

Patologización

La mayoría de los artículos científicos que abordan la práctica erótica estimulada por sustancias, hablan sobre varones homosexuales europeos que usan GHB, mefedrona y metanfetamina. Frecuentemente por vía endovenosa, para tener sexo, en ocasiones en grandes encuentros. 

El enfoque de estos trabajos es desde la patologización de estas prácticas y se trata el tema como un asunto exclusivamente sanitario. Si buscamos chemsex en Pubmed, que sería algo así como el Google de les cientifiques, aparecen artículos donde el foco está puesto en el peligro:

En el año 2015 se estrenó el documental “Chemsex, que cuenta historias de varones londinenses que se inyectan drogas y tienen sexo de manera compulsiva, si bien es una obra muy valiosa porque está narrada por sus protagonistas y da un panorama bastante profundo de esa subcultura, no deja de encarar el tema con el enfoque puesto siempre en los riesgos y no en la exploración y el disfrute.

Lo negativo de abordar estas temáticas con un enfoque puramente sanitarista, es que el discurso se llena de palabras como enfermedad, adicción, peligro, muerte… y eso aleja al público general. 

Lo negativo de abordar estas temáticas con un enfoque puramente sanitarista, es que el discurso se llena de palabras como enfermedad, adicción, peligro, muerte… y eso aleja al público general.  Al mismo tiempo, este enfoque reduce el Chemsex a prácticas minoritarias, creando un imaginario muy alejado de lo que pasa con millones de personas que combinamos sustancias psicoactivas con momentos eróticos. 

Ese imaginario donde se pone al erotismo psicoactivo en el lugar de una amenaza de la que conviene alejarse, expulsa a muchísimas personas. No deberíamos perder la oportunidad de acercarnos al tema con una perspectiva integral que nos ayude a reconocer nuestras propias prácticas, deseos, miedos y claro que también los riesgos asociados, para poder construir de manera consciente, nuestros espacios de disfrute.

Erotismo psicoactivo en Argentina

Ahora hablemos de lo que pasa acá, en Argentina. La mayoría de les usuaries de drogas recreativas, hemos tenido sexo bajo el efecto de estas sustancias, sin embargo no es tan habitual hacerlo de manera planificada. 

La idea es abrir un poco el gran abanico del mundo erótico-psicoactivo. 

Si en un extremo están las inyecciones endovenosas intra coito y en el otro la cerveza tomada en la cita para “relajarnos un poco”. Estaría bueno hablar de todo lo que pasa en el medio, para poder reconocer dónde estamos, o pensar dónde queremos estar.

Si en un extremo están las inyecciones endovenosas intra coito y en el otro la cerveza tomada en la cita para “relajarnos un poco”… Estaría bueno hablar de todo lo que pasa en el medio.

¿Y qué pasa cuando vivimos momentos eróticos bajo el efecto de alguna droga, nos gustan las mismas cosas, pero nos gustan más? ¿Nos gustan cosas diferentes? ¿Nos dan ganas de hacer cosas que en otro momento no haríamos? ¿Nos erotizamos con las mismas personas, o compartiríamos encuentros eróticos con personas con las que en otro contexto no lo haríamos? Y en soledad, ¿tenemos otras fantasías, que pensamos cuando nos tocamos?  ¿Podemos hacer cosas de las que después nos arrepentiríamos? ¿Y sin  las drogas, no? ¿Tomamos más riesgos, o nos sentimos vulnerables y aumentamos los cuidados? ¿La mayoría de las veces que tenemos sexo, estamos bajo el efecto de alguna droga?

Hay tantas respuestas como personas, también las preguntas podrían ser muchas más. Ya que cada une vive la sexualidad a su manera y también cada sustancia afecta de forma particular a cada persona. Porque más allá de estimular un determinado receptor en nuestro cerebro (que eso es más o menos parecido para todes), se altera el funcionamiento de nuestra mente, que es única, llevándonos a un nuevo estado, también único.

En primera persona

Naty. “La marihuana me despierta un estado de presencia consciente, que me permite agudizar la percepción. También me altera la vivencia subjetiva de lo temporal“.

Juliana. “El popper varía, quizás aumenta mi capacidad de percepción sensorial.  A veces siento una especie de fusión de cuerpos en el intercambio erótico acompañado de inhalar la sustancia”.

Naty (2 hs después, bajo el efecto de hongos psilocibes). “Cuando tengo los ojos cerrados, puedo ver la energía que se genera en el contacto con le otre, la veo como formas y colores. No con todes lo veo”.

Andrea. “Es loco porque son drogas distintas, pero el éxtasis y la cocaína me dan seguridad para desenvolverme de manera más activa“.  “Con el éxtasis también siento un desplazamiento de mi erotismo que me permite disfrutar mucho más allá de lo genital”.

Lola. “El éxtasis me excita, me dan ganas de tocar, se siente en la piel”.

Riesgos, porque siempre los hay

¿Y cuáles son los peligros del erotismo psicoactivo? Cada sustancia trae aparejados sus riesgos, las prácticas eróticas también. Complementarlas en sí mismo no genera una potenciación de estos peligros sino que los suma. Es decir, no es mayor el daño que genera una determinada sustancia por combinarla con el sexo. No es lo mismo que combinar diferentes sustancias, que sí pueden generar una potenciación de los efectos perjudiciales. 

Por ejemplo, si mezclamos estimulantes como cocaína y anfetas, aumentamos mucho el riesgo cardiovascular y el efecto nocivo sería mayor que el generado por la suma de las dos sustancias por separado. Lo mismo pasa cuando mezclamos depresores como ketamina y GHB o alcohol, la potenciación del efecto puede ser muy peligrosa. 

De todas maneras, aunque no haya una potenciación química o biológica de los peligros que traen aparejadas las diversas prácticas sexuales y su combinación con las sustancias, es crucial tener en cuenta que con esta combinación podemos llegar a vivenciar momentos de gran estimulación y entrega,  situación en la que la percepción subjetiva del peligro se puede ver alterada. Por eso mismo está bueno, conociendo nuestro estado de vulnerabilidad, ser especialmente cuidadosxs. 

Los cuidados son los mismos, cada sustancia tiene los suyos, cada práctica erótica también, la información está al alcance, usarla es cuidarnos. Sería imposible abordar todas las precauciones en un texto breve, ya que se pueden combinar muchísimas drogas, con experiencias eróticas tremendamente diversas y cada una tiene sus particularidades. De modo general, es importante estar presentes, reconocernos y comunicarnos en todo momento, no tenerle miedo a las palabras. 

Las drogas no nos pegan a todes igual o inclusive no tomamos lo mismo, entonces, decirnos las cosas de manera clara puede ayudar a conectarnos o a entender hasta dónde llega nuestra conexión. También podemos armarnos espacios seguros para estas experiencias. Si estamos probando una sustancia nueva, y obviamente no sabemos cómo nos vamos a sentir, compartirla con alguien de confianza, quizás sea una buena idea. 

Por último, otro punto en común entre las drogas y el sexo es que se puede alterar el estado de conciencia. Se alteran los sentidos, la percepción del tiempo, del espacio y nuestras prioridades. ¿Percibimos la realidad de otra manera? ¿O construimos la realidad de otra manera? Podemos habitar nuevos espacios subjetivos que también son parte de nosotros y esconden nuevos misterios, al igual que el chemsex. 

En última instancia lo más profundo del erotismo y de las drogas siempre escapa a las palabras, son sensaciones corporales y mentales. Expresiones sentimentales ajenas al lenguaje verbal. 

*Ignacio Juré es Dr. en Ciencias Biológicas, divulgador en @tomateloconciencia y practicante de Chemsex.

Bibliografia:

  1. Predictive reward signal of dopamine neurons, W Schultz, J Neurophysiol . 1998 Jul;80(1):1-27.  doi: 10.1152/jn.1998.80.1.1. Disponible en https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/?term=Schultz+W&cauthor_id=9658025

2. HIV, chemsex, and the need for harm-reduction interventions to support gay, bisexual, and other men who have sex with men, Carol Strong, Poyao Huang, Chia-Wen Li, Stephane Wen-Wei Ku, Huei-Jiuan Wu, Adam Bourne.  Lancet HIV. 2022 Oct;9(10):e717-e725. doi: 10.1016/S2352-3018(22)00124-2. Epub 2022 Aug 1. Disponible en https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/?term=Bourne+A&cauthor_id=35926550

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