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27 julio, 2024

Emilia Cersofio presenta su primer disco : “ha sido un viaje de crecimiento para mi”

Fotos de Ireí BF
Este viernes 17 de mayo, en el C.C La Vieja Usina, Emilia Cersofio presentará su primer disco, lanzado en diciembre del año pasado. La artista paranaense nos invita a emprender Un Viaje con matices que van desde el pop y el rock hasta el jazz, pasando también por el hip-hop y el rap. Nos dimos el gusto de tomar unos mates a la orilla del río Paraná con Emi, donde nos comentó acerca de la experiencia, su recorrido por la música y su manera de transitarla.

¿Qué significa para vos haber lanzado tu primer disco? ¿Cómo fue ese proceso?

Entre el 2010 y el 2013 tuve una banda que se llamaba Náyades. Éramos todas mujeres y hacíamos rock progresivo. Empezamos haciendo covers y después comenzamos a volcar nuestras primeras composiciones ahí; de hecho, un par de canciones que tiene el disco, fueron compuestas con Náyades. Estuvimos 3 años tocando pero después cerramos el ciclo, yo les dije que tenía ganas de grabar un disco. Después me di cuenta que para grabar un disco necesitaba un montón de otras cosas y que todavía no era el momento, pero de fondo estaban las ganas de grabar, sin saber muy bien lo que era grabar.

Más adelante empecé a tocar con algunos músicos amigos, nos juntábamos a zapar y ahí afiancé una unión musical con el Berni Aguirre y el Gonza Díaz, quienes en la actualidad son el guitarrista y el batero, respectivamente, de la banda. Un día Gonza me dijo “che Emi, ¿cuándo nos juntamos a ensayar para el disco?”. Ese fue el empuje y así fue que empezamos a ensayar a principios del 2016, “un viaje” (risas). Estuvimos medio año ensayando y en julio de 2016 comenzamos a grabar los tres, después fuimos invitando a otros músicos y actualmente el disco tiene un montón de otras instrumentaciones. Estuve mucho tiempo grabando, para mí ha sido una escuela. Me he tomado todo el tiempo porque la pulsión era hacerlo y aprender de cada instancia.

Después de un tiempo, concursé para una convocatoria de fomento del Instituto Nacional de la Música, pero no quedé. Más adelante el Fondo Económico de Incentivo a las Culturas, las Artes y las Ciencias de la Municipalidad abrió concurso, me presenté y finalmente el disco quedó seleccionado. Gracias a eso pudimos terminar de masterizar, hacer toda la parte gráfica, las réplicas legales, incluso un video clip.

Lo tomé como una escuela y me cambio la percepción de la música, de la escucha. Cuando empezas a grabar sutilezas, escuchas 800 veces el mismo tema y a esa altura la oreja se te va para un lugar de análisis muy profundo, que no lo tenes en la simple escucha.

¿Por qué el nombre del disco, Un viaje?

El nombre es de una canción que compuse en el 2014 en un viaje familiar en el sur, lo que nos llevó a volver a vivir todos juntos por unos días: mi hermana, mi mamá, mi papá y yo. Fue toda una vorágine porque ya estábamos viviendo cada uno en su lugar, haciendo nuestra vida como queríamos y de pronto volvimos ahí a aguantarnos los pelos de nuevo. Eso es lo que relata la canción Un viaje, que está rapeada casi vomitivamente. Es un viaje interno donde te encontrás de nuevo con todas las cosas que habías metido abajo de la alfombra. Es un disco oscuro porque tiene muchos procesos, mucha emoción, fue un viaje de crecimiento para mí.

¿Cuál ha sido tu equipaje para ese viaje?

En el viaje en sí, al equipaje lo tomo como algo que no es mío. Es como una carga pero, a su vez, es una herramienta. Al sacarte esa carga, estas limpiándote de cosas que ya no te sirven y estas generando una herramienta. Es por eso que no puedo decir que es meramente una carga, porque gracias a esas cargas, puedo liberarme. Me parece que el laburo es de ir sacándose el equipaje, para que en el momento de la presencia, esté más liviana la cosa, para que en algún momento te puedas livianamente avocar, soltar todo.

¿Qué es lo que más disfrutas de hacer música?

La presencia. Yo creo que el arte de por sí, la creatividad puesta en algo contundente, es una de las herramientas más importantes para desarrollar la presencia. Cuando te pones a hacer algo, un dibujo o lo que sea, estas ahí, presente en eso, estas construyendo algo. Yo siento que cuando me pongo a cantar o a tocar es como que entro en un lugar que seguramente se compara con la meditación, con ese espacio donde largas todo y cuanto más podes largar todo eso, más pleno es el momento, es más disfrutable. Es un ejercicio de presencia, todo el tiempo.

Todos los conceptos que me van haciendo entender un poco son búsquedas de terapias  de todo tipo, como los registros Akáshicos, el Reiki, el psicólogo o las constelaciones familiares… Son conceptos que vienen de ahí, son herramientas. Por ejemplo, que el hecho de tocar no se haga con las manos, sino con el útero, porque la creatividad viene de ahí. Son todas leyes universales, yo creo en esas cosas porque me han ayudado, porque empíricamente lo corroboro y está re bueno. En fin, yo creo que la música es una herramienta de presencia, más que de cualquier otra cosa, pero a eso también hay que ejercitarlo y mucho.

¿Cómo ha sido tu proceso de búsqueda dentro de la música?

Desde los 10 años ya sabía que quería hacer música, y despreocupadamente. No es que yo quería llegar y estar en un escenario, o quería grabar discos. Era como un juego, y a eso he tenido que ir recuperándolo. Siempre intento laburarlo, preguntarme qué es lo que yo quiero con la música. Obviamente quiero vivir de esto, pero el juego tiene que ser lo primero. Cuando era chica me ponía a tocar la guitarra y no pensaba en nada más, no pensaba si tenía que tocar en la muestra o no, todas esas son cosas que te ponen límites muy chatos ¡y los tengo, obviamente! Yo no agarro la viola muy seguido en mi casa si no es porque tengo un reci. Hay veces que la música no está, y está bien que no esté.

También con el tema de la pulsión a estudiar, estudiar y estudiar, porque “el bajista tiene que saber estas cosas y tiene que garpar en esto otro, la cantante tiene que saber cantar así”. Todas esas cosas te van moldeando a un rendimiento que es legítimo, obviamente, para una persona que lo siente así. Yo no me siento cómoda en ese lugar, porque tengo que estar tocando todo el día y me es antinatural tocar todo el día. O quizás eso implica que me tenga que poner a estudiar teorías y cosas que capaz no tienen nada que ver con lo que estoy haciendo, o con la música. Prefiero preguntarme, realmente, ¿qué tengo ganas de aprender? Puede que quiera aprender a respirar, por ejemplo, entonces le dedico todo un año a eso y quizás me trae un montón de beneficios en lo musical.

Cuando he querido saber algo, sola me aparece la posibilidad y tomo clases, dejo que sola vaya apareciendo la necesidad de aprender. Creo que está re buena la educación desde ese punto, desde la necesidad, y me parece que la infancia es el mejor ejemplo. Yo estoy cerca de niños siempre y veo cómo sólo la necesidad de saber del mundo aparece en la pregunta del niño. El tema es que el niño tiene que tener tiempo para preguntarse eso y, además, un adulto que acompañe a esa necesidad.

En su momento intentaste transitar una formación más académica, ¿no?

Sí, empecé a estudiar Dirección coral. Fue un proceso muy lindo; experimenté, probé, pero no encontré lo que yo quería. En ese entonces yo todavía no estaba tocando en vivo, ni tenía bandas, apenas había tenido unos esbozos de grupo tocando la guitarra, pero aún no tocaba el bajo. Ahí me pregunté ¿qué quiero hacer? Me empecé a enamorar del bajo y flashié, yo quería tocar, quería tocar en vivo. Dejé la carrera, laburé hasta fin de año y me compré el bajo. Fue encontrar todo. Hasta el día de hoy, es el instrumento que más me conmueve, aunque la batería también me gusta mucho.

Has estado formándote y tomando clases en otros lados, ¿no?

Bueno en esas necesidades… Ni bien empecé a tocar el bajo, empecé a tener ganas de estudiar la técnica, lo necesitaba. Son pocas las formaciones que he hecho, pero contundentes y siento que me han ayudado mucho. Tomé clases en Rosario con un par de profes de bajo, también tomé clases de canto. Me acuerdo que cuando estaba en la secundaria vino Rodolfo Valss a dar unos talleres y seminarios a Santa Fe, yo lo conocía por Operación Triunfo, él era uno de los coaches. A mí me flasheaba el loco, yo lo veía en la tele y quería tomar clases con él, no sé, quería flashear alguna (risas). Un amigo me hizo el contacto y arranqué a ir. Me iba a Santa Fe los fines de semana y tomaba clases de canto, de expresión, de todo. Éramos grupos enormes, de 40 personas más o menos, muy zarpado. Creo que fueron unos cuatro o cinco encuentros, pero muy transformadores.

 ¿Cómo ha sido la experiencia de formar parte del Ciclo Compositoras?

En primera instancia, a mí me cuesta mucho comprometerme a largo plazo, así que fue un ejercicio de lanzarme. Además todo cambia cuando es colectivo, es como una escuela y me hizo muy bien. Toqué en varias de las presentaciones de las chicas. Es hermoso compartir con otras músicas, por más que a veces no sea en el lenguaje afín. Gozar que la otra está en todo su esplendor haciendo su música, aprender a disfrutar eso, poder apreciarlo, me encanta.

Este año continuamos yendo al interior. Hicimos cuatro fechas en cuatro lugares distintos: La Paz, Gualeguaychú, Rosario del Tala y Concepción del Uruguay. Elegimos las ciudades, hicimos relevamiento para saber qué compositoras había ahí y las invitamos a participar. Por cada fecha tocó la compositora local y dos de las compositoras que participamos del ciclo. Estuvo re copado, a mí me tocó ir a Concepción del Uruguay.

Seguimos laburando. En el ciclo de éste año hay toda una camada nueva de compositoras que les está yendo re bien. En fin, es eso, relevar y sacar a la luz la labor de las mujeres músicas.

En relación a eso, ¿qué lectura podés hacer? ¿Lo relacionas o no con el contexto político que estamos atravesando, en el que las mujeres y disidencias estamos, de algún modo, pujando e intentando disputar cada vez más los espacios que nos corresponden en los escenarios y demás? ¿Le encontrás sentido por ese lado?

Es que su origen está ahí. La propuesta fue de Paola Núñez. Ella es de otra generación, diferente a la mía, pero también con toda una sarta de trabas. Yo respeto mucho los recorridos de las generaciones anteriores. Nuestras madres, nuestras tías y abuelas han sido una parte del eslabón que, más allá de que hayan sido o no activamente militantes, de la ciudad o del medio del campo, han sido parte del mismo proceso. Hoy nosotras estamos en éste lugar porque hay un escalón atrás, hay un eslabón atrás que pasó por otra situación, hasta que un par de mujeres empezaron a plantearse las cosas. Es por eso que hay que tenerles respeto. ¿Cómo me hubiese sentido en el lugar de mi vieja, con las herramientas que ella tenía? ¿Cómo me hubiese sentido en el lugar de mi abuela, con el contexto en el que estaban viviendo, los miedos y las cosas de por sí reprimidas? En lo musical, personalmente no me tocó sufrir que me cierren las puertas, pero me parece que es una revolución que tiene que estar en todos lados.

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