Por Juan Cruz Homero
Les Drag Queens son un fenómeno que pertenece a la escena artística desde finales del siglo XIX en la famosa pantomima inglesa, donde su función era (junto con su contraparte les Drag Kings) introducir un elemento gracioso y poco típico para enriquecer el show. A lo largo de los años, el uso y el espacio que han recibido fue variando rotundamente: se retiraron de los teatros a mediados del siglo XX para desembarcar en el ambiente nocturno de bares y cabarets, principalmente por su asociación a los colectivos LGTBIQ+.
¿Qué significa ser Drag Queen?, Si buscamos una definición en bases generales, podemos decir que es un hombre que se viste, actúa, personifica y se transforma en una mujer, usando un relevante vestuario flamboyant, exageran sus rasgos a veces de forma cómica, satírica, o buscando cierta perfección que sea acorde al rol del género que representa. En primera instancia, parece una práctica que está orientada a reforzar estos roles de géneros estereotipados en su búsqueda de tratar de emularlos, pero el truco de la performance en última instancia es el siguiente: las representaciones son cómicas y se burlan de los roles de género. La reapropiación en el último tiempo del dragueo sirve para demostrar que el sistema sexo-género es una composición que no responde a una matriz de naturalidad, que es posible hacer de ellos una construcción, eliminando así su sustancia, ¿qué queda entonces de masculino y femenino?
Utopías y heterotopías es una conferencia radiofónica brindada por Foucault el 7 de diciembre de 1966 en el marco de la relación entre utopías y literatura. Creadas por las sociedades como lugares de desarrollos de utopías, las heterotopías, son una característica inmanente de lo humano, porque siempre la fantasía tiene esa perspicaz habilidad de escabullirse en la imposición de lo que es real y posible para poder hacernos creer que otras realidades también pueden ser. Estas impugnaciones están, han estado y estarán entre nosotres, desde el mismo principio, cuando de niñe une ha fantaseado con espacios para crear otro escenario posible, hasta en nuestra cotidianidad, donde vivimos rodeades de heterotopías que son más estables. Un ejemplo son los museos, que son tanto heterotopías como heterocronía, y que toman como misión propia la impugnación del tiempo para que en su interior, los objetos expuestos permanezcan en una símil-eternidad, resguardándolos del paso de las civilizaciones y el tiempo, también impugnando el espacio, juntando artefactos de lugares distantes.
Bien podríamos dividir a las heterotopías en varias categorías, pero tomando como criterio la conformación de lo otro, podríamos tomar dos categorías, las heterotopías de ilusión, que crean un espacio ilusorio que impugna la realidad y a los espacios reales. También a las heterotopías de compensación, espacios que delimitan los márgenes de lo real y aceptado, para generar una utopía dentro de los espacios permitidos. Los hospicios mentales son un claro ejemplo, encierran lo considerado “desviado” para poder conformar la utopía de una sociedad sin locura, donde la reacción es predecible y la normalidad lo único aceptable.
Entonces, ¿es posible plantear la performance Drag queen como una heterotopía? Si analizamos la práctica Drag en clave a su función de parodia y en la posibilidad de generar un espacio donde se diluye la imposición del sistema sexo-género, la respuesta es sí. El espacio ajeno, donde la performance toma lugar, impugna la realidad impuesta por la heteronorma y el sistema de normalización del sexo-género, es en este donde se desarrolla la posibilidad de que haya un pasaje desde lo masculino a lo femenino, o mejor aún, de lo masculino hacia una nueva concepción que no responda totalmente a ninguno de los roles… Es una heterotopía de ilusión, pero, ¿hasta qué punto la ilusión deja de ser ilusión a medida de que la performance se mantiene en el tiempo? Es ahí donde reside el poder de la práctica: a medida que esta transcurre, no existen las composiciones dadas como naturales del sexo y el género, el Drag rompe con la producción de hombres y mujeres en la realidad, mofándose en la cara de las normas y demostrando una vez más el carácter performativo de la identidad. Es contra hegemónico, y contra productivo, delimita un espacio en el que la normalidad tiene poca incidencia.
¿Y es contrasexual?
La contrasexualidad es un término acuñado por el filósofo Paul. B. Preciado. Es el fin de la naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros. Es en primer lugar, una crítica hacia la imposición en los cuerpos como verdades biológicas de la diferencia del sexo y género impuestos por la heteronorma, que da las condiciones de explotación material de un sexo sobre el otro; viene a romper con ese contrato impuesto y a imponer otro en el cual la naturaleza, como verdad biológica, no tenga relevancia. Los cuerpos no son ya hombres y mujeres, sino cuerpos hablantes, poniendo en jaque a la normalización histórica. Pero también, la contrasexualidad busca lograr una equivalencia (y no una igualdad, en términos de que cada cuerpo-hablante realiza su propia búsqueda de placer personal, sin el sometimiento del resto ) de los cuerpos en la búsqueda del placer, realizando una redistribución de las zonas erógenas, muchas de ellas mermadas y canalizadas solamente en los órganos reproductivos.
Es en sí misma una resistencia a la producción disciplinaria y a la norma, es contra productiva priorizando lo alternativo en la sexualidad moderna. Es aquí donde la práctica Drag queen toma el lugar de contrasexualidad. Hay una rotura en la imposición heteronormativa sobre los cuerpos, hay una destrucción de los roles de género, donde un hombre puede draguearse no para pasar a ser necesariamente una mujer, sino un personaje, un cuerpo hablante, un abyecto donde las fallas de las estructuras de lo masculino y lo femenino salen a flote. Es en sí misma, una emancipación de los cuerpos, una demostración viva de la performatividad del sexo y el género. Es en esta práctica, que lo heterosexual se enfrenta con la posibilidad de atraerse con otro cuerpo sin una definición.
El tiempo y el activismo han resignificado un espacio violentado y marginado durante muchos años, para emanciparlo y volverlo un lugar de lucha. Son les Drag Queens les que logran en sus performance romper con todas nuestras creencias de lo concebido en el sistema sexo-género. Asestan en la médula de lo que creemos correcto, nos exponen, dejan ver nuestras falencias y nuestras carencias. Son un faro, nos reafirman, una vez más, en las posiciones de no respetar lo normal, pero con una increíble belleza, un humor ácido y un fabuloso glamour.
Como dijo RuPaul: We’re all born naked and the rest is drag.