Ariel Goyeneche tenía 38 años y una hija. No tenía antecedentes penales. Trabajaba vendiendo libros jurídicos y había estudiado hasta el cuarto año de abogacía. Según lo definió su amigo Marco Chacón en diálogo con Mate: “Era un tipo íntegro, empático, solidario”.
Como publicamos anteriormente, Ariel murió en medio de un traslado policial. Según la versión de las fuerzas, al llegar a la puerta de la comisaría segunda, Goyeneche se exaltó, logró abrir la puerta del patrullero y salir corriendo. Los agentes lo “sujetaron” y “el detenido se descompensó y comenzó a despedir un líquido por la boca”.
Entre los primeros días tras la muerte de Ariel y hoy, nueva información surgió de la investigación y de distintos actores vinculados a la causa. Además, hablamos con uno de los mejores amigos de Ariel, Marco Chacón y con Daniel Alejandro Russo, autor del manual “Pautas de intervención para las Fuerzas Policiales y de Seguridad en situaciones que involucran a personas con crisis de salud mental y/o con consumos problemáticos en el espacio público”, que en 2022 se publicó en el Boletín Oficial bajo la resolución 843/2022.
El miércoles 14 de febrero se supo que los resultados preliminares de la autopsia apuntan que la causa de muerte fue asfixia, aunque falta conocer qué tipo de asfixia causó el deceso y si fue consecuencia del accionar policial.
Lo que resta conocer en los próximos días son los informes de los estudios de anatomía patológica y de laboratorio. Con el primero se tratará de esclarecer cuál fue la causa de la asfixia. Con el segundo, las sustancias que tenía en sangre la víctima y si hubo responsabilidad de la policía en el desenlace fatal.
El jueves Analía Goyeneche declaró a los medios que su hermano “tenía una enfermedad, que era la adicción; esto fue una recaída y, si la Policía actuaba correctamente y aplicaba los protocolos que corresponden, la muerte se podría haber evitado”.
Gorras de fuerzas policiales alrededor de la guía de intervención. Foto del manual.
“Esto es un caso de abuso institucional. Tiene toda la cara lastimada, llena de hematomas”, dijo la familiar. También agregó: “Tengo muchos videos en los que pasan 30 minutos y él está en el piso, con esposas, agarrado de los pies y con la cabeza contra el piso. Dos personas que se le suben al tórax y las piernas. Lo estaban torturando y él solamente pedía ayuda”.
“Ariel estaba en condiciones de correr, subir escaleras y de abrir una puerta estando esposado, según el propio relato policial. Con lo cual será necesario determinar qué ocurrió después y qué fue lo que causó esta asfixia”, remarcó el fiscal a cargo, Santiago Alfieri, en diálogo con Radio Plaza.
El viernes pasado el Ministro de Seguridad y Justicia Néstor Roncaglia fue entrevistado por Canal 9, aclarando que “hay protocolos de intervención ante crisis de salud mental o consumo de drogas o alcohol, pero acá en la provincia no existe”.
Entre Ríos no adhirió al protocolo de 2022, se hicieron capacitaciones en 2018 basadas en la versión anterior de las pautas de intervención (Res. 506/2013) y se prometieron más capacitaciones luego de la muerte de Vicky Núñez, pero finalmente no se realizaron y tampoco se confeccionó un protocolo provincial para estos casos.
Relatando los hechos, Roncaglia dice que los policías “tratan de sostenerlo” pero que “en ningún momento le pegaron”. Y si bien el ministro aclara que “la última palabra la tiene la Justicia”, no se abstuvo de opinar que la muerte de Ariel se debió a la broncoaspiración de su propio vómito durante las prácticas de reanimación.
“Yo digo que Roncaglia es un irresponsable por no haber visto los videos antes de declarar y es doblemente irresponsable por no pasar a disponibilidad a los agentes que pueden influir en la causa”, opina Marco.
Ayer, familiares y amigxs de Ariel difundieron una carta abierta al ministro de seguridad y justicia pidiendo que rectifique sus dichos.
Carta Abierta a Roncaglia d… by Revista MATE
El día posterior al deceso de Ariel, el gobernador Rogelio Frigerio destacó que en Entre Ríos tenemos “la mejor policía del país” en su discurso de apertura de la Asamblea Legislativa. Para Marco Chacón, uno de los mejores amigos de Ariel, la policía es “culpable, negligente e irresponsable”. Sin embargo, aclara: “yo no voy a decir que la policía lo mató”.
Interrogantes abiertos del caso Ariel Goyeneche
¿Qué pasó en el tiempo que transcurrió entre el encuentro de la policía con Ariel en calle Piedrabuena y su deceso frente a la comisaría segunda? Esto deberá ser reconstruido en la investigación judicial.
Claudio González, Jefe de la Policía de Entre Ríos, declaró el día de la muerte a Reporte 100.7 que “en esos primeros momentos (en el encuentro de la policía con Ariel) esta persona estaba exaltada o excitada y manifiesta que lo perseguían, en algo que muy posiblemente sería alucinación”.
Según el Jefe de la policía, todo inicia a las 5:45 de la mañana. Cuando un vecino de calle Piedrabuena advierte a un móvil policial sobre una persona que estaba en el techo de su vivienda. Era ariel.
Sin embargo, Marco Chacón informó a Mate sobre una incongruencia: “Yo tengo los videos que filmaron los vecinos y los metadatos del primer video marcan el horario de grabación a las 5:23”. Los metadatos de un archivo son un conjunto de información que describe sus características y pueden incluir la fecha de creación o modificación.
“En este primer video se ve el móvil 802 y el 902 en la puerta (de la comisaría segunda). En el móvil 902 se ve que hay alguien adentro, no se distingue quién, pero hay cuatro policías que miran al interior del auto y están parados junto a la puerta. Si bien Ariel no se ve en el video, sí aparecen los mismos móviles que después se vincularon al caso. Osea, no lo van a estar filmando por las dudas… los vecinos no sabían lo que iba a pasar”, describe Marco.
Si los efectivos policiales que tomaron contacto con Ariel escucharon cuando manifestaba ser perseguido y notaron un evidente estado de excitación y alucinación, ¿Por qué no lo llevaron a un hospital antes de esposarlo y subirlo a un patrullero?
Daniel Russo es la persona detrás del protocolo de actuación federal ante crisis de salud mental. También es Psicólogo, Especialista en Educación, Doctor en Salud Mental Comunitaria (UNLa) y docente-investigador. También es autor del libro “Cuidar a la fuerza: sobre la intervención policial con personas intoxicadas con drogas”.
En diálogo con Mate aclaró que desconoce los detalles de la causa, pero basado en la información que le brindó este periodista, explica: “Supuestamente hay traslado a sede policial como primera medida. Van a tener que hacer un montón de aclaraciones sobre esto, porque procedimentalmente es llamativo”.
“Supuestamente hay traslado a sede policial como primera medida. Van a tener que hacer un montón de aclaraciones sobre esto, porque procedimentalmente es llamativo”.
Según el protocolo federal, se debe solicitar atención médica inmediata, particularmente cuando “la evaluación inicial permite sospechar o incluso confirmar la intoxicación o abstinencia de sustancia”.
Captura del manual de pautas de intervención para las Fuerzas Policiales y de Seguridad en situaciones que involucran a personas con crisis de salud mental.
Los propios policías relatan que Ariel accedió voluntariamente a ser trasladado a la dependencia policial. Las pautas federales de intervención determinan: “Cuando las personas presenten cuadros de pérdida o disminución significativa de la conciencia, o bien crisis que no implican conductas violentas, se realizará la siguiente secuencia de comunicaciones: primero llamar a efectores del sistema de salud, segundo al comando y tercero a autoridades judiciales”.
El caso de George Floyd
Las sujeción de cara al cemento en el caso de Ariel y el asesinato policial de George Floyd en Minneápolis siguen una línea común. En ambos casos las autoridades intentaron desviar la responsabilidad institucional, sugiriendo que la causa de muerte fue por condiciones médicas previas y por culpa del uso de sustancias.
Sobre este punto, y limitándose a opinar sobre el caso de George Floyd, Alejandro Russo advierte: “Me parece un sinsentido plantear que es la capacitación lo que le debe explicar a un funcionario policial que no debe ponerle una rodilla en el cuello a una persona y evitar que pueda seguir respirando”. Será tarea de la justicia constatar que el caso de Ariel fue como el de Floyd o no.
En los videos del vecino puede verse que al momento de la reducción había dos policías sobre el cuerpo de Ariel, uno más corpulento sobre la cintura escapular y el otro sentado sobre sus piernas. Mientras Ariel estaba esposado y con sus pies atados, lo presionan contra el cemento.
Describiendo esta situación, le consultamos a Alejandro si la reducción practicada sobre Ariel era correcta, o si se ajustaba al protocolo. Respondió que “No coincide con los caracteres instrumentales que pusimos en el protocolo”.
Aclara que esto no fue idea suya, sino que “la parte de sujeción la hicimos en colaboración con fuerzas federales que trabajan con reducción”. Y además detalla que para practicar una reducción alineada con las pautas de intervención, hacen falta al menos 4 agentes para que “dos personas vayan hacia miembros superiores, una persona hacia piernas para inmovilizar y alguien que sostenga la cabeza. Si son menos agentes es una lucha cuerpo a cuerpo más que una intervención de restricción sistemática”.
Otra clave para realizar la reducción física de un sujeto intoxicado es “lateralizar a la persona para sentarla, lo que se llama posición de fowler en enfermería”.
Captura del manual de pautas de intervención para las Fuerzas Policiales y de Seguridad en situaciones que involucran a personas con crisis de salud mental.
La deshumanización del otrx
¿Qué relación hay entre las muertes en situaciones críticas de salud mental de personas afroamericanas de la comunidad travesti-trans y/o usuarias de sustancias? Me permito una respuesta: Hay una continuidad en el trato deshumanizado hacia personas racializadas, LGBTIQ+ y/o usuarias de drogas, víctimas de la criminalización selectiva que suelen ejercer los agentes policiales sobre los denominados otros de la sociedad.
En los comentarios de las noticias del caso de Ariel, el hecho de que fuese un usuario de drogas —o un supuesto criminal— resulta justificativo suficiente para que cientos de usuarios de redes festejen y defiendan el accionar policial.
Capturas tomadas de distintas publicaciones de medios periodísticos.
La imagen social que otorga una supuesta peligrosidad a las personas que usan drogas, las expone a la deshumanización, que cristaliza en los comentarios de redes que aplauden la represión policial.
Para Russo, hay una habilitación desde la narrativa política de esta época: “Cuando los discursos empiezan a tomar el tono de guerra, de ellos o nosotros, se produce una suerte de habilitación que inicia en el plano discursivo pero que después tiene manifestaciones en funcionarios que asumen una acción que es un delito”.
La deshumanización de la persona detenida opera, a su vez, como estrategia de desentendimiento social. La otredad se construye desde el no reconocimiento con el otro. En este caso, la no identificación con Ariel potencia la falta de involucramiento comunitario y por ende la justificación de malos tratos a quienes, al final del día, podrían calificar como “no personas”.
Drogadictos, la excusa perfecta
El prohibicionismo creó un sistema punitivo que aplica intervenciones penales frente a personas en situación de intoxicación por drogas, donde se descarga todo el poder de la fuerza policial en supuesto resguardo del orden público.
Como publicó la Drug Policy Alliance sobre el caso de George Floyd, la simple percepción de posesión y consumo de drogas “sirve como justificación por parte de las fuerzas del orden para deshumanizar, despojar a las personas de su dignidad y, en última instancia, matarlas”.
El uso de drogas, problemático o no, percibido o real, da una excusa conveniente para que las fuerzas policiales ejecuten interacciones violentas y con frecuencia fatales. Sin embargo, como explica el autor del protocolo federal de intervención con sujetos intoxicados: “Hay que entender que la crisis es una manifestación subjetiva de algo que no constituye en sí mismo delito, por más de que altere el orden o represente una tensión en el espacio público”.
“Hay que entender que la crisis es una manifestación subjetiva de algo que no constituye en sí mismo delito, por más de que altere el orden o represente una tensión en el espacio público”, aclara Russo.
“La regulación de las conductas de consumo por parte de las autoridades públicas encontró su máxima expresión a partir del establecimiento de las llamadas ‘políticas prohibicionistas’ desplegadas durante el siglo XX. La progresiva restricción del libre uso de sustancias se correspondió con un marco normativo (…) y la intervención específica de estas situaciones quedó a cargo de la institución policial”, señala el capítulo Intervención policial en sujetos intoxicados de Un libro sobre drogas (2016) de El Gato y la Caja.
En el abordaje ante intoxicaciones, la intervención respetuosa puede ser un factor clave para la salud de la persona. Daniel Russo trabajó con adicciones y, cuenta, identificó que las personas “rompían el ciclo” de su adicción a partir de “escenas donde fueron tratadas como sujetos, cuando familia, amigos, vecinos o, eventualmente un policía, no los trató como un cachivache, sino como una persona”.
Para cerrar, es justo señalar que sin los registros filmados con el celular del vecino, hoy no estaría en entredicho el relato oficial. La documentación fílmica sirvió como elemento de prueba en la causa judicial y también despertó la conciencia que podría desarticular la narrativa justificatoria del accionar policial.