Propone la abstinencia total de sustancias psicoactivas como condición previa a cualquier tratamiento y se sostiene en el mito de que todo uso de sustancias es inherentemente problemático o adictivo.
Esta ideología es hegemónica en el tratamiento de consumos problemáticos y adicciones en la mayoría de los países, se trata del andamiaje sanitario del paradigma prohibicionista.
Dentro de este modelo se excluye la dimensión subjetiva y se considera la sustancia psicoactiva como principal causa del consumo problemático. Se trata de una visión reduccionista que relega la influencia de condicionantes clave en el desarrollo de adicciones, como son los psicológicos, económicos, sociales, familiares o laborales, entre otros.
Su estrategia de abordaje consiste en alejar al usuario de la sustancia a partir de una retórica alarmista, que “muestre el riesgo” de ser penalizado o caer en una enfermedad. Otorga a la sustancia un rol activo en la relación con el sujeto, que recibe un rol pasivo.
El marco teórico de las comunidades terapéuticas es el abstencionismo
Dentro de las comunidades terapéuticas que trabajan bajo este paradigma, el uso de drogas no es visto sólo como algo ilegal, sino como algo moralmente negativo.
La forma en que trabajan estas instituciones se basa en una férrea disciplina apoyada en relaciones jerárquicas y en utilizar la influencia entre compañeros para promover las lógicas de control.