—La consigna fue “hagan un mate para el museo, donde no los dejamos tomar mate” —cuenta Milagros—. Judi venía con la idea de hacer un mate en forma de pipa, como el vaso de Schweppes, que hacía su papá, que era cristalero, en la cristalería San Carlos. A mí me entretienen mucho los desafíos geométricos y morfológicos, y dije “re, dale, vamos a hacerlo”.
Bajo el slogan “separando a los niños de los hombres”, Schweppes intentaba posicionarse como una bebida elegante dentro del mercado de las gaseosas. Un vaso de vidrio en forma de pipa coronaba la idea, aunque el pico era meramente decorativo; se tomaba por la boca, como en un vaso convencional.
—Yo venía trabada hace décadas —comenta Judith—. Desde chica tenía esta idea del vaso, y había tratado de hacerlo en el torno, pero me faltaban kilómetros de técnica y de tecnología. Y cuando dijeron “ceramistas, piensen qué pieza siempre quisieron desarrollar y no pudieron encararla técnicamente”, pensé “es ahora”.
Milagros es Milagros Trucco, diseñadora industrial, diseñadora, fotógrafa, ilustradora, y una de las creadoras del Mate Snob. Judith es Judith Savino, ceramista, alfarera y titular de la marca de diseño “Conbarro”. Estaban en un encuentro de cerámica y diseño en el Museo Rosa Galisteo, al que habían caído medio de rebote. Judith todavía estaba atravesando el duelo por su padre, que había fallecido la semana anterior. Y así, de golpe, la vida le presentaba la posibilidad de rendirle un homenaje.
—Esto era en diciembre y teníamos que presentarlo en febrero —continúa Milagros—. Es demencial pensar un desarrollo de producto en dos meses. A mí me gusta mucho dibujar, y en ese momento se me ocurrió promocionarlo con un dandy tomando mate en el museo al que le dicen “señor, acá no puede tomar mate” y él contesta, citando a René Magritte, “ceci n’est pas une mate”: “esto no es un mate”.
“Teníamos el chiste antes del objeto”, sintetiza, en lo que es casi una declaración de principios. Desde distintas disciplinas, Milagros y Judith coinciden en abordar el diseño desde lo lúdico, jugando desprejuiciadamente con los materiales y las formas. Milagros lo describe como “un gran patio de juegos”; quizás si no compartieran esa forma de concebir el trabajo, los resultados no serían tan fructíferos.
El Mate Snob es un mate de gres esmaltado en forma de pipa, que juega con la obra “La traición de las imágenes”, de René Magritte. Al igual que la pipa de Magritte, esto no es una pipa, aunque lo parezca: es un mate. Hasta tiene su propio personaje: el Dandy Argentino, que acompaña al producto en sus distintas versiones ilustradas.
El mate es un objeto muy fachero. Provoca una fascinación casi inmediata que no se agota solo en lo estético: instantáneamente dan ganas de probarlo. Lo hago por primera vez en el taller de Judith en Sauce Viejo, en las afueras de Santa Fe. Es una gran experiencia: el mate se acomoda cómodamente en mi mano, la cerámica no se calienta, el líquido pasa perfecto a través del filtro. En los estantes hay varios mates a mitad de proceso y un sinfín de otros objetos, todos elaborados con barro litoraleño.
Milagros y Judith son dos tercios del equipo de Mate Snob, que completa Juan Riffel, estudiante de diseño industrial y emprendedor. Según su propia página, el mate “es el resultado de un trabajo interdisciplinar entre cerámica y diseño industrial santafesino” y “un juego de significados en relación al snobismo en el arte argentino”. También es “una reflexión sobre cómo la cultura y la tradición argentinas (tomar mate) buscan expresarse hasta en los lugares donde algunas prácticas están vedadas (los museos)”. Tiene sentido: en los museos no se puede tomar mate, pero si se trata de un mate snob, la cosa cambia.
“Una reflexión sobre cómo la cultura y la tradición argentinas (tomar mate) buscan expresarse hasta en los lugares donde algunas prácticas están vedadas (los museos)”.
En diciembre, luego de aquella consigna inicial, empezó el juego. Tenían tres meses para trabajar, hasta la próxima instancia del taller. “No hay mates de cerámica, porque conduce mucho la temperatura, pero sospechamos que con un pulmón de aire lo podríamos solucionar”, cuenta Milagros. Decidieron hacer el prototipo en el material original, para ir comprobando en vivo qué sucedía: “al toque empezaron a expresarse tensiones en el objeto como discurso”. La primera versión tenía curvas tan armoniosas que resultaba “un adefesio”; luego fueron surgiendo ángulos y rupturas que le dieron al objeto otro ritmo.
Llegó febrero y el objeto estaba más o menos avanzado. La buena noticia: un montón de gente quería comprarlo. La mala: no había plata para financiar la producción. Entonces Judith sugirió hacer una preventa que culmine en un evento de presentación del producto; “como un crowdfunding, pero que no se note”. Se pusieron como objetivo vender 33 mates, y en una semana volaron. Ya tenían el dinero que necesitaban.
—La gente compró algo que no tenía ni idea de qué era —dice Milagros—.
La gente compró el chiste.
—Bueno, así funciona la economía —reflexionó—.
El evento se llamaría “Mate Snob Adventure”, y estaba programado para mayo. Todo marchaba sobre ruedas, hasta que sucedió lo peor: a las personas que ya tenían su mate se les empezó a tapar, al mismo tiempo. Claro, casi no había habido tiempo de testeo. “Era obvio, era un resorte, y el polvillo se acumulaba”, cuenta Judith.
—El filtro lo habíamos hecho con un taladro, haciendo girar un alambre de acero inoxidable alrededor de una matriz —explica Milagros—. Y cuando empieza a fallar, nuestro socio lo que hace es soldarle una tapita perforada. Funcionaba, cumplía. Pero a mí me molestaba muchísimo, porque eran tres procesos productivos distintos, y yo tenía la intuición de que lo podíamos resolver de un golpe. Empecé a delirar, mal. Compraba Coca-Cola en lata, cortaba el aluminio y hacía planos; me iba a la feria a hablar con los orfebres que trabajan con alpaca; me iba a lo de mi tornero, en Santo Tomé, que me contó que era joyero y me enseñó a embutir. Teníamos dos semanas, ya habíamos vendido todos los mates. Pero yo estaba delirando.
—Capaz que era la Coca —digo—.
—No, ¡el mate! Tomaba mate hasta durmiendo, porque tenía que testear. Y Judi me decía “ya tenemos un filtro, cortala, que tenemos que hacer un evento”—Sigue Milagros—.
—Claro, porque los mates estaban en mis manos, pero ella hacía todo lo demás, y estaba súper enfocada en el filtro —acota Judith, riéndose—.
—Estaba sacada, tenía momentos medio alucinatorios: finalmente hice un plano y lo empecé a mandar a un montón de lugares para que me lo manufacturen, con corte láser —prosigue la odisea de Milagros—. Todos me decían que no se podía. Me rendí y decidí abandonar el desarrollo del filtro, pero unos días después me llega un mail: “vení a buscar la pieza, porque la pudimos hacer”. La doblo a mano, la pruebo en el mate y no entraba, pero dos días antes el tornero me había enseñado a embutir. Entonces empiezo a martillar, lo fuerzo, lo fuerzo, y entra. Le pusimos los filtros a los 33 mates el día antes del evento.
—Es muy complejo el tema del filtro —agrega Judith—, porque la yerba no tiene que pasar, pero a la vez tiene que pasar. Es un equilibrio. Tiene que funcionar como una bombilla, pero la bombilla es mucho más fácil, porque es un bloque cerrado. Esto es algo abierto. El objeto no calienta, el pulmón de aire funciona perfecto. Para mí, este modelo es un milagro.
A contrarreloj, el evento pudo realizarse. Tuvo lugar en la Galería AG, bajo la consigna “vení a buscar tu mate vestido de dandy argentino”. La idea era que el público tenga un rol activo y complete el evento. Había una barra de espejos, un barman de yerbas, una muestra con dibujos y hasta un trono dedicado al filtro. También se agregaron nuevas versiones del Dandy, que hoy forman parte de la iconografía del mate.
“Mate Snob está elaborado en gres, un material cerámico de alta temperatura, de aspecto opaco y denso, con buena resistencia mecánica”, reza la información del producto. “En su composición utilizamos arcilla del río Coronda. Es una arcilla de origen secundario que acarrea durante su traslado elementos de origen orgánico e inorgánico y se deposita en lechos y humedales. En su ciclo, el río tiene un período de aguas bajas sobre el final del invierno, momento en el que se realiza la recolección manual del material. Como resultado, obtenemos una estructura vitrificada que no requiere de vidriados por ser impermeable. El esmalte, elaborado a base de basalto misionero, es un material emergente de las erupciones volcánicas producidas en la era Mesozoica que cubrieron el macizo de Brasilia. Estas rocas magmáticas de carácter básico componen gran parte del subsuelo misionero. Por su composición, el basalto se transforma en un vidriado natural rico en óxidos de hierro, calcio y magnesio, que nos da el acabado similar a madera lustrada que Mate Snob demandaba”.
A Judith le apasionan los materiales: “el mundo está hecho de materiales, todo se puede transformar en una pasta o en un esmalte”, afirma. Este ardor la llevó por todos los rincones de Argentina y Latinoamérica, testeando desde arena litoraleña, pasando por cenizas volcánicas o piedra pómez en la Patagonia hasta ñau, barro gris misionero. En Misiones, también, descubrió el basalto con el que se hace el mate: “basalto y agua, no tiene nada más”. Muy probablemente, la yerba con la que se tome el Mate Snob también provenga de Misiones: distintos elementos del mismo suelo encontrándose nuevamente, igual que las palabras del idioma cuando se vuelven a encontrar en una poesía.
La preocupación de Judith por el origen de la materia prima con la que elabora sus diseños se expresa en un propósito concreto: utilizar la mayor cantidad de barro local posible a la hora de formular la pasta.
—Es difícil, porque nuestro barro tiene mucho hierro, y en alta temperatura el hierro derrite las piezas, entonces tengo que estar siempre negociando cuánto barro local pongo —explica—. Hoy estoy en un 30%, que es un montón, porque es un 30% que vos te ahorras de flete. Yo tengo el río acá a 50 metros. También es democratizar el acceso a los recursos y evitar el extractivismo de la minera. Mientras menos le compro a la minera y más bajo a la barranca estoy siendo más justa con los valores de la marca. Es una mixtura entre lo industrial y lo artesanal.
“Mientras menos le compro a la minera y más bajo a la barranca estoy siendo más justa con los valores de la marca. Es una mixtura entre lo industrial y lo artesanal”.
Pocos objetos están tan asociados a su uso como el mate. De hecho, la ligazón es tal que no existen palabras distintas para designar al objeto “mate” de la bebida “mate”. “Un verdadero monumento de la cultura americana, de indiscutible origen indígena y de indeclinable tradición popular”, lo define Amaro Villanueva, escritor y estudioso del mate en “El arte de cebar”. Desde sus inicios acompañando al pueblo guaraní, el mate emprendió un viaje que se extendió por siglos y atravesó fronteras geográficas, culturales y sociales.
Hoy el mate es una práctica casi universal, aunque su consumo adquiere formas y significados muy diversos: no es lo mismo el mate lujoso con agua vertida desde un termo Stanley que el mate tomado directo desde la pava para engañar el estómago a la hora de la cena. Hace un par de semanas, una mujer fue arrestada por atacar a otra que tomaba mate en una cancha de golf en Pinamar: “Esto no es Ostende, vayan al conurbano a tomar mate, negras ratas. Pagamos 50 mil dólares por estar acá”, le gritó, mientras le pegaba con un palo. ¿Qué hubiera pasado si hubiera estado usando un Mate Snob?
—Los ricos toman mate con una bombilla estirada, que dobla y te aleja del mate –reflexiona Judith—. Cuando el rico toma mate, está lejos del mate.
Según explica Amaro Villanueva, la bombilla de cuello curvo surgió a principios del siglo XX y fue “especialmente ideada para tomar mate en la cama”: “El cuello curvo, casi en ángulo recto, permite al matero sorber la clásica infusión estando acostado”.
—El mate más popular, en cambio, tiene la bombilla recta, estás más cerquita —dice Milagros—. Es increíble. Nosotras también nos reímos de nosotras mismas. El dandy es un banana que se pelea con la institución del museo pero va al museo: se hace el punk, pero en realidad es súper funcional.
—Sí, pienso en el tereré, que también se toma con bombillas cortitas —digo—. Los ricos no toman tereré, creo.
¿Y qué onda ustedes con el mate? ¿Toman mucho?
—El mate corre todo el tiempo acá; mis alumnas compraron todas uno.
—Yo siempre tomo acompañada, nunca jamás me preparo un mate sola —dice Milagros—. Salvo cuando estaba probando la bombilla —agrega, riéndose—. Ahí tomé mate con agua fría, caliente, lavado, con polvo de mineral cerámico, con yeso, una cantidad desquiciada de mate. Probablemente esa intoxicación súper estimulante fue lo que hizo que podamos hacer el producto en tres meses. O sea que hicimos un producto que nos dio el secreto para su resolución.
—¿Cómo ha sido la recepción del público?
—Muy buena —responde Judith—. Nunca había visto un objeto con la intención de recompra que tiene este. Todos los que compran, quieren comprar otro después. Lo que pasa es que seguimos experimentando, hay un testeo y un feedback de usabilidad que estamos recibiendo recién ahora. Recién el año que viene vamos a salir fuerte al mercado, con un stock y las redes activas. No estamos lejos, este mate ya anda; pasa que somos exigentes y lo queremos perfecto. Queremos aumentar un poquito la capacidad, generar un mejor agarre, y también estamos viendo la posibilidad de tercerizar el proceso productivo. Hoy estamos en cuatro o cinco horas por objeto, es una locura.
El Mate Snob es un producto con tantas capas de significado como usos posibles. Algunas personas piensan en fumar con él; otras lo usan para tomar fernet o vino. El equipo sigue imaginando nuevas posibilidades, desde un cuenco más grande que sirva como vaso hasta un filtro especial para café, que lo convertiría en una taza. El viaje promete ser infinito. Y para un viaje largo, no existe mejor compañero que un buen mate.