Escocia inauguró el lunes el primer centro de prevención de sobredosis del país, un espacio donde las personas pueden consumir heroína, otros opioides y cocaína en un lugar limpio y seguro para el uso de drogas ilegalizadas. Allí también hay espacios de recuperación, consultas médicas y servicios básicos como duchas y un banco de ropa.
El centro, llamado The Thistle, buscará reducir la tasa de muertes por drogas ilegalizadas, que alcanzó 1.172 víctimas en 2023, siendo la más alta de Europa. Aunque estas cifras son inferiores al máximo registrado en 2020, duplican las tasas observadas en Inglaterra y Gales.
El doctor Saket Pleadarshi, director clínico en The Thistle, explicó la urgencia del proyecto: “Tenemos una concentración de muertes por drogas y un brote de VIH entre personas que se inyectan sustancias. También lidiamos con altas tasas de hospitalizaciones por heridas relacionadas con la inyección”.
“Tenemos una concentración de muertes por drogas y un brote de VIH entre personas que se inyectan sustancias. También lidiamos con altas tasas de hospitalizaciones por heridas relacionadas con la inyección”.
El centro fue ubicado en el este de Glasgow, una de las zonas más afectadas por el consumo público. La iniciativa es parte de una estrategia financiada con 8 millones de euros por el gobierno escocés y atravesó las barreras históricas del prohibicionismo.
El proyecto enfrentó trabas legales desde su propuesta inicial en 2016, debido a las restricciones impuestas por el Westminster, el Parlamento central del Reino Unido. La Fiscal General escocesa, Dorothy Bain, fue clave al declarar en 2023 que no sería de interés público procesar a usuarios dentro de la instalación. Este respaldo marcó un punto de inflexión tras caso una década de debate legal.
Otro punto clave para este avance fue que el Westminster, que controla las leyes sobre drogas en todo el Reino Unido, anunció que no interferiría.
Una solución probada
Los centros de consumo supervisado no son nuevos. El primero abrió en Berna, Suiza, en 1986. Hoy existen más de 200 en 20 países. Numerosos estudios muestran sus beneficios: reducción de muertes por sobredosis, menor transmisión de VIH y hepatitis, y disminución del consumo público de drogas.
La evidencia muestra que existen beneficios claros para las personas usuarias de drogas que utilizan estas salas, entre ellos, la implementación de formas más seguras de consumo. En el contexto del Reino Unido, donde el prohibicionismo ha dominado la política de drogas, las salas de consumo supervisado ofrecen un enfoque pragmático y basado en la evidencia.
“Lamentamos a todas las personas perdidas y perjudicadas innecesariamente por las demoras inexcusables en la puesta en marcha de estas instalaciones esenciales, no solo en Escocia, sino en todo el Reino Unido”, dijo Martin Powell, Jefe de Asociaciones de Transform Drugs, una organización que promueve políticas de drogas basadas en evidencia.
Los espacios informales para el consumo supervisado de drogas existen desde hace tiempo. En 2020 y 2021, en el centro de Glasgow funcionó un centro no autorizado, que funcionaba desde una antigua ambulancia.
Beneficios comunitarios y críticas persistentes
La experiencia internacional también sugiere que estos centros mejoran la seguridad comunitaria al reducir el abandono de jeringas y el consumo en la calle. Sin embargo, persisten las críticas de sectores que temen un aumento en la actividad delictiva. Annemarie Ward, de la organización Faces and Voices of Recovery UK, argumentó que los fondos deberían destinarse a rehabilitación.
No obstante, expertos advierten que la estrategia prohibicionista ha fallado. “Ignorar la evidencia solo perpetúa el sufrimiento”, subrayó Neil Gray, ministro de Sanidad. “Es hora de priorizar un enfoque centrado en la salud”. El funcionario también deslizó que si la estrategia demuestra ser eficaz, podrían abrirse más centros en otras zonas.
Una mirada hacia el futuro
El centro de Glasgow será evaluado para determinar su impacto, pero su apertura marca un cambio de paradigma. Con la amenaza creciente por la aparición de opioides sintéticos como los nitazenos, el Reino Unido enfrenta una decisión crucial: persistir en un modelo represivo o avanzar hacia políticas humanas y efectivas.
La reducción de daños, respaldada por datos globales, podría ser el camino para detener la crisis de muertes por sobredosis y reconstruir comunidades afectadas por décadas de prohibicionismo fracasado.
