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26 julio, 2024

El futuro llegó hace rato

Ilustración de Galimática
¿Serán las y los trabajadores de la economía popular los protagonistas?¿Cómo se vive la cuarentena en economía popular? ¿Qué iniciativas se ponen en marcha desde las organizaciones y el Estado? Si el futuro llegó hace rato ¿es de les trabajaderes de la economía popular? La pandemia del covid-19 reforzó desigualdades históricas y la economía popular no es una realidad reciente. Esta rama de trabajadores se remonta a varias generaciones y en sus labores exponen el cuerpo a manejar residuos, a trabajar en condiciones climáticas adversas, durante largas jornadas, desde muy jóvenes, sin derechos laborales y siguen las situaciones de precariedad en el trabajo. En esta columna proponemos un lente extra con el que ver la realidad de les trabajaderes, en particular aquellos que por las medidas del gobierno se ven imposibilitados de lo más esencial: llevar el pan a su casa.

El aislamiento preventivo, social y obligatorio nos encuentra en una instancia de privilegios reflexivos. A quienes tenemos la posibilidad de pertenecer a la pata formal del mercado laboral, aquel 43% de trabajadores registrados pertenecientes a la pea (población económicamente activa), esta forma de trabajo nos asegura todo o parte relevante de nuestro salario. Pero ¿qué pasa con quienes no tienen las mismas condiciones?

Entre las preguntas que dan vueltas, la más próxima es cómo encontrará el Día Internacional del Trabajador (fecha emblemática para las conquistas de las y los trabajadores en el mundo) a la clase trabajadora argentina pero en particular a los y las trabajadoras de la economía popular (eco. pop.), y la respuesta es clara:  en una situación apremiante. 

Primero por las dinámicas económicas actuales arrastradas por la pandemia del covid-19, en el que las medidas sanitarias de aislamiento dispuestas por el Poder Ejecutivo nacional y acompañadas por el resto de los niveles de estado y el sector privado, significaron un detenimiento en la actividad económica. También, porque podría pensarse su situación en una dinámica en la que todo se produce, consume y descarta bajo la lógica del capitalismo, a donde el 1% de los habitantes de la tierra acumula el 70% de la riqueza existente y los pueblos de todo el mundo, que representamos el 99% de habitantes, sobrevivimos compitiendo ferozmente entre nosotros para quedarnos con una mayor parte de ese 30% de riqueza restante.

VEÁMOSLO UN POCO CON TUS OJOS

Todes sufren de manera diferenciada los efectos de las medidas o coyunturas económicas y especialmente los de una crisis económica de la envergadura de la actual. Tanto la pandemia como el actual contexto de crisis han impactado fuertemente sobre el mercado laboral, permitiéndonos evidenciar la fragmentación en torno a la relación del trabajo y la cuestión de la “forma” del mismo, es decir, formal e informal. 

¿Son le trabajaderes de la economía popular informales? La respuesta es sí, pero la idea de “informalidad” hace parecer que es un problema de “formas” cuando en realidad es de condiciones. Si los trabajadores informales estarían registrados pero en las mismas condiciones, nada cambiaría más que las estadísticas.

Entonces ¿cuál es la relación que tiene el detenimiento de la actividad económica con la imposibilidad de que los y las trabajadoras de la eco. pop. lleven a cabo su trabajo? Sucede que dentro de los sectores más golpeados se encuentran les trabajaderes de la eco. pop, reconocidos en el mundo del mercado laboral como trabajadores informales. El parate de la actividad económica del país invita a que el punto de vista se redireccione hacia las consecuencias. Entre otras, una de ellas es la merma en las posibilidades de trabajo, entendiendo que la economía popular nuclea trabajadores y trabajadoras de la construcción, cartoneros/as, ladrilleros/as, recicladores, vendedores ambulantes, feriantes, costureras/os, trabajadoras domésticas y de cuidados, hoy  más presente que nunca, y sigue. Estos trabajaderes  “inventores de su labor”, están insertos en cadenas productivas y de comercialización pero no tienen derechos laborales. 

La cuarentena decretada, además de contribuir de un modo positivo a dificultar la propagación del virus implica un duro golpe al bolsillo de la gente y en particular para quienes trabajan en el “sector informal”: hay millones de personas que forman parte la economía popular que si no salen a la calle, no pueden trabajar y si no trabajan, no comen. La pandemia reforzó desigualdades históricas.

Algunos datos recientes afirman que de los  45 millones de argentinos y argentinas, sólo 21,2 millones son las personas en condiciones y edad para trabajar y de ese total, actualmente hay alrededor de 1,8 millones de desempleades y 19,4 millones con trabajo, donde más del 25% tiene un trabajo informal (unos 5,1 millones de personas). Asimismo, hay 4,4 millones de cuentapropistas (monotributistas, autónomos y monotributistas sociales) y casi 1 millón de dueñes de empresas.

No obstante no podemos desconocer que  un gran porcentaje de la población económicamente activa está sin trabajar o redujo su actividad por la cuarentena. Al menos la mitad es empleada por el sector público o privado y el resto, como muestran los datos, son cuentapropistas y trabajaderes de la economía popular, que vieron sus ingresos reducidos a cero bruscamente, sin tener responsabilidad alguna en ello. Se dice que por un trabajador registrado hay al menos tres familias de la economía popular sustentandose de ello. Al vivir de la changa, de la venta ambulante, en un contexto donde hay menos circulación y en la industria hay menos basura,  este sector naturalmente se detiene.

Una de las últimas medidas económicas del gobierno nacional fue de transferencia directa y es el IFE (Ingreso Famliar de Emergencia) que alcanzará a 7.854.316 beneficiarios, según datos de la ANSES. Una respuesta urgente del gobierno que tendrá un impacto positivo respecto de lo que implicó este golpe virósico-económico para el universo de trabajaderes que alcanza.

Recientemente el Papa Francisco envió una carta a los movimientos sociales del mundo y acercó la idea de que “a los trabajadores informales, independientes o de la economía popular las cuarentenas se les hacen insoportables” y que “tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y cristiana: ningún trabajador sin derechos”

Quizás el IFE sea una especie de aproximación a esta necesidad de instrumentar un salario universal para los sectores vulnerados. Leía, en estos días de cuarentena, a un economista que invitaba a reflexionar sobre la pertinencia de establecer un sistema de complementación salarial que garantice un piso mínimo de ingresos a toda la población. Aproximando la idea de que esto que hoy es una excepción (el IFE como medida de emergencia) podría o debería ser, en el futuro, una regla. La pandemia marcará un antes y un después en el mundo en el que vivimos, ojalá que ese después los tenga como protagonistas.

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#ECONOMÍAPOPULAR #ECOPOP #IFE #TRABAJOINFORMAL
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