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26 julio, 2024

Autodefensa feminista: estrategias ante la violencia sexual

En esta nota invitamos a examinar los abordajes comunicacionales sobre la violencia sexual que emergieron en estos últimos días tanto por fuera así como desde quienes activamos en los feminismos. Escribimos desde una sensación incómoda, mezcla de enojo, ironía y descontento respecto del tratamiento profesional, mediático y las expresiones en redes sociales que predominaron en torno al caso  de violación de una joven que está siendo investigado[i] en la ciudad de Paraná. Queremos recuperar los aportes de dos autoras para pensar nuestros posicionamientos y accionar político frente a las violencias y las violaciones -en particular- hacia las mujeres y disidencias sexuales: Virgine Despentes y Elsa Dorlin. Ambas son referencias obligadas que permiten comprender a la (auto)defensa como praxis política que pone en crisis la educación que recibimos para ser indefensas y replegarnos psíquica, muscular-corporal y emocionalmente ante la violencia; y obviamente, nunca imaginar en ejercerla. Ni siquiera, para defendernos.

Del “alerten a las mujeres para que no anden solas” a una crítica y una salida política

En relación al caso de rapto y violación de una joven, en la ciudad de Paraná, que se dió a conocer el jueves pasado y está siendo investigado. La exaltación del discurso de “pasó en Misiones y La Paz”, “la chica salía de trabajar ahí a la vuelta”, “a las cuatro de la tarde” por parte de la profesional que atendió a la familia y a la víctima, sumado al relato de muchas personas resaltando el “alerten a las chicas para que no anden solas”, “pensar que me podría haber pasado a mí”, “no podemos ni andar solas por la calle”, parece haber borrado con el codo lo que los feminismos y disidencias venimos escribiendo (con el puño en alto) en miles de solicitadas, comunicados de marchas, asambleas, panfletos, notas periodísticas, investigaciones, paros internacionales y nacionales, escraches masivos, etcétera.

¿Es realmente viable no andar solas en ningún momento? ¿Por cuánto tiempo? ¿Una semana? ¿Es todo lo que resulta posible hacer e imaginar como estrategia frente a la violencia sexual? Es, en definitiva, el riesgo de ser violadas, ¿algo efectivamente evitable y que depende del no estar solas?

No sólo estuvimos ante una serie de discursos simplistas que rápidamente se centraron en la impotencia, la inacción, la sensación de miedo y, a lo sumo, hartazgo.  No sólo estuvimos, en el mejor de los casos, ante un pedido a “ellos” de “paren de violarnos y matarnos”, sino peor. Lo que estaba en el fondo de numerosos relatos fue la anulación de nuestra capacidad política subjetiva (colectiva y personal) de pensar cómo organizar la rabia y el dolor, qué acciones de resistencia y estrategias políticas darnos/ modificar/ reinventar ante la violencia sexual, y cómo interpelar y pensar al Estado ante la ausencia de políticas de prevención, promoción y de emancipación de las mujeres y disidencias.

Esa anulación pareció desconocer las apuestas políticas personales y colectivas que venimos desarrollado actualmente y que ha testimoniado la historia feminista. Sin ir más lejos, la actual cuarta ola feminista y la marea verde nos llevó a muches de nosotres desde revisar nuestra subjetividad sexuada en la totalidad de nuestras relaciones interpersonales, hasta pensarnos como parte de una larga lucha colectiva que logró, al menos en esta coyuntura, poner sobre el tapete temas que hasta hace 10 años estaban muy lejos de la masividad: los femicidios, el aborto legal, consignas como “el miedo cambió de bando”, “mirá cómo nos ponemos”, #metoo a nivel internacional, los transfemicidios y travesticidios, la ley de identidad de género, entre tantas.

Cabe interrogarse. Si en las marchas feministas la consigna fuerte de hace décadas es “¡Alerta que camina. América Latina va a ser toda feminista!”, vale señalar con rudeza que, entonces, las alertadas y mandadas a “no andar solas” no podemos ser nosotras cuando, incluso, ya tomamos miles de recaudos cotidianos y (micro)acciones para evitar riesgos. 

Consideramos que replegarnos no es una opción política. Porque si nos mueve el deseo de cambiarlo todo, entonces, ¿cómo evitar el repliegue y pensar otras acciones políticas más allá de la indefensión? No estamos negando que el miedo y la sensación de impotencia puedan existir, estamos diciendo que algo podemos hacer con ese miedo: política para sobrevivir. Que en las calles o en las casas no nos vamos a quedar sin actuar y que, esto, va más allá de lo que efectivamente cada una pueda y si estamos circunstancialmente solas o acompañadas. Depende de un nosotres.

El abordaje (no) profesional del caso: ¿un audio de whatsapp como soporte comunicacional de una violación?

Párrafo especial merece la terapista ocupacional que atendió a la víctima y su familia, y que comunicó lo sucedido a través de un audio de WhatsApp que se viralizó. Irresponsablemente, exaltó preocupaciones (por la zona centrica y hora en que se produjo), dió datos y habló con detalles de lo que sucedió en su consultorio y fuera de él. Alimentando el pánico y la revictimización (de la joven y las mujeres en general) y rompiendo con todo el derecho de protección y resguardo del proceso judicial. Mientras, nada se dijo sobre el victimario, ni sobre el Estado.

De lo que debiéramos estar encargándonos es, por ejemplo, de exigir políticas de prevención, diseñar estrategias contra las violencias sexuales o que se cumplimenten los derechos de protección de las víctimas de violencias sexuales por parte del Estado. 

Por esto, proponemos un ejercicio inverso: si el patriarcado busca determinar nuestras acciones de repliegue e indefensión, hay que politizar nuestras acciones, emociones y lecturas sobre los acontecimientos. Frente a la espectacularización de la violencia sexual, proponemos recuperar y tomar como punto de partida una ecuación básica de la teoría feminista: las sociedades patriarcales son intrínsecamente violentas hacia las mujeres y las disidencias sexuales. Y aunque haya momentos de más o menos recrudecimiento o brutalidad de esas violencias, hay algo que siempre persiste: la violencia patriarcal oprime nuestras subjetividades y condiciona el ejercicio de nuestras libertades y posibilidades de acción. Ecuación que, históricamente, hemos intentado revertir construyendo capacidad política desde los feminismos para luchar contra las violencias y producir desplazamientos discursivos y materiales en el seno del Estado y la sociedad toda para que, por tanto, mejoren nuestras condiciones de existencia y oportunidades de futuro.

Las estadísticas 

Según el Sistema Nacional de Información Criminal en el año 2018 fueron 4266 las víctimas de violaciones a nivel nacional, con un aumento del número de las víctimas desde el 2016 al 2018. Para la provincia de Entre Ríos el registro es de 46 víctimas en el año 2018, con un decrecimineto del porcentaje desde el 2016 al 2018. 

No obstante, en Argentina no hay ningún organismo público que sistematice a nivel nacional los datos provenientes de las distintas instituciones u organizaciones feministas que trabajan en esta problemática. Entre noviembre de 2016 y febrero de 2018 el Programa Las Víctimas contra las Violencias que recibe denuncias de todo el país, atendió 2842 denuncias telefónicas por abuso sexual, de las cuales 2094 (74%) correspondían a niñes y asolescentes (NNyA) y 26% a personas adultas, que habían sido abusadas siendo NNyA. El 45% de las denuncias eran de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el 55% del resto del país. Además, sabemos que la mayoría de los casos se producen en el seno de la familia.

Desde el Observatorio de la violencia contra las mujeres del colectivo Ni Una Menos, se presentó un informe de femicidios: desde el 3 de junio de 2015 hasta el mes de mayo de 2019 hubo 1193 femicidio en  Argentina; y precisamente son 133 los femicidios solamente en los primeros cinco meses del 2019. Es decir que cada 25 horas una mujer fue asesinada. El Observatorio MuMaLa. Mujeres, Disidencias, Derechos informó que en 2019 hubo 149 femicidios en nuestro país, de los cuales 127 son femicidios directos, 4 transfemicidios/ travesticidios, 9 femicidios vinculados de mujeres y niñas, 9 femicidios vinculados de varones y niños.

Vistos estos datos, y si estamos de acuerdo con que entendemos al patriarcado como una institución que impregna todos los espacios de nuestras vidas, avancemos saldando varias cuestiones. En el centro y en la “periferia”, independientemente de la ocupación o si no trabajamos, del horario y de la ropa que llevamos puesta, nuestras vidas y cuerpos son objetos predilectos de quienes encarnan el poder patriarcal. Sí, y lo dijimos hasta el hartazgo: sólo por ser mujeres, lesbianas, travestis y trans.  Y también sabemos que son las mujeres, lesbianas y trans pobres -que quizá probablemente no viven/ trabajan en calle Misiones y La Paz, las mismas que no cumplen con el requisitos de “impecable presencia” para ganarse el puesto de atención al público en locales céntricos- quienes están expuestes a múltiples violencias y a la estigmatización.

Por eso, cuando impacta tanto un caso “en Misiones y la Paz” porque “podría haberme pasado a mi” ¿estamos pensando en y desde un feminismo para todes? ¿qué femicidios, transfemicidios y violaciones nos indignan e interpelan? ¿con qué víctima nos identificamos? ¿cuáles son las representaciones y los imaginarios que nos conmueven? Nos interrogamos porque es probable que nos queden algunos privilegios por cuestionarnos y otros lazos por tender-nos. Si es así,  tenemos la responsabilidad de hacer conscientes las desigualdades que rigen entre nosotres, para que, por ejemplo las conceptualizaciones que algunos feminismos nos proponen como “interseccionalidad”, “decolonialidad” y “anticapitalismo”, no se nos tornen inalcanzables.

En síntesis, la apuesta es asumir como punto de partida que el patriarcado cuenta con dispositivos, con una cultura de la violación, que produce subjetividades agresoras y violentas y (su reverso) oprimidas y pasivas; y por eso, nuestro mecanismo de defensa ya no puede ser la negación y la sorpresa de que nos sigan violando y matando.

La autodefensa como práctica política: las lecturas obligadas de Virgine Despentes y Elsa Dorlin

Virgine Despentes escribió en Teoría King Kong la vivencia de haber atravesado por una violación. Narra desde su experiencia y hace del dolor un anudamiento desde donde dispara contra todas las domesticaciones que el orden social impone a  las mujeres. Es rebelde y tiene todo el flow que quieren las guachas y les guaches. Lanza a viva voz: “escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica […]”.

Su renegación irrumpe para incomodarnos: “un principio político ancestral, implacable, enseña a las mujeres a no defenderse. Como siempre doble obligación: hacernos saber que no hay nada tan grave, y al mismo tiempo que no debemos defendernos, ni vengarnos. Sufrir y no poder hacer nada más”.

¿Hasta donde nos penetró ese principio? ¿Será por eso que no son pocas las veces que nos quedamos paralizadas ante la violencia de algune otre? El eco se reproduce infinitamente en la performatividad del lenguaje: nos machacaron con que eramos niñas, subir al árbol, la velocidad, la lucha, le pertenecía a los varones; resignamos ejercer la violencia a cambio (de nada) de soportar la domesticación de nuestras conductas, la pasividad parece ser el terreno que el patriarcado nos tenía preparado, listo para habitar. Despentes retomando a Camille Paglia relata una anécdota  situada en los campus universitarios por la década de los sesenta, “se encerraba a las chicas en los dormitorios a las seis de la tarde, mientras que los chicos podían hacer lo que querían. Nosotras preguntamos: “por qué esta diferencia de trato”. Nos explicaron que el mundo es muy peligroso, corréis el riesgo de ser violadas”. Respondimos: “entonces dadnos el derecho a correr el riesgo de ser violadas”.

Por su parte, Elsa Dorlin escribió el libro Defenderse. Una filosofía de la violencia, traducido y editado recientemente por Hekht Libros. ¿Su aporte teórico- político? Invaluable para los feminismos. Ella dibuja una genealogía de las luchas subterráneas que encarnadamente se expresaron en prácticas de autodefensa y de resistencia por parte de distintos grupos dominados y oprimidos. Aborda no sólo cómo se fueron confiscando, desde ciertos dispositivos de la clase dominante, la violencia a ciertos grupos dominados para que no la ejerzan, sino que también recupera la memoria muscular y corporal de los saberes, formas de resistir y armas de grupos indígenas, de pueblos esclaves, de grupos feministas y queers, o las orgaizaciones judías que resistieron a los pogroms.

Ella trae una hipótesis clave para poder pensarnos en este contexto: en la medida en que se le ha prohibido a un grupo de personas (oprimidas o dominadas) usar la fuerza, o más precisamente su propia fuerza en un determinado contexto (espacio-tiempo). Se ha formulado y diseñado un dispositivo policial, judicial y/o mediático que sirve a los grupos dominantes para expropiar la fuerza de les dominades.

Frente a esos dispositivos, por tanto, los casos del Partido de las Panteras Negras en EEUU, el gueto de Varsovia, las patrullas de autodefensa queer, la práctica de ju- jitsu de las feministas inglesas (sufragistas anarquistas) y las formas incipientes que han surgido para defenderse en las metrópolis (lo que nos permitiría reparar en nosotres mismes y tomar conciencia de pequeñas prácticas de autodefensa como cruzarse de calle, mirar y sacar antes la llave, etcétera); se constituyen en movimientos que componen esa maravillosa danza conceptual e histórica que Dorlin diseña y coreografía para ofrecernos ejemplos, imágenes, memorias históricas, vívidas, verídicas de cómo se resiste y cómo se han formulado históricamente estrategias de autodefensa para poder sobrevivir. ¿Nos atreveremos a imaginar una política de resistencia que plantee demandas así como también formulaciones, actuaciones corporales que nos permitan enfrentar o resistir la violencia patriarcal? No es casual ni sería bueno olvidar, por ejemplo, la emergencia de varios talleres de autodefensa feminista que se han desarrollado en varios centros urbanos.

Por último compartimos un fragmento de La letanía de la supervivencia, poema de la maravillosa Audre Lorde, que invita a seguir pensando cómo sobrevivimos aquellas personas que vivimos en el filo de la decisión y para quienes elegir libremente –cualquier cosa- se presenta solamente como una utopía:

Para aquellas personas que vivimos en la orilla
sobre el filo constante de la decisión,
cruciales y solas,
para quienes no podemos abandonarnos al sueño de la elección,
a quienes amamos en los umbrales,
en las horas entre amaneceres,
mirando hacia dentro y hacia fuera,
al tiempo antes y después,
buscando un ahora que pueda alimentar futuros,
como el pan en la boca de las personas pequeñas,
para que sus sueños no reflejen la muerte de los nuestros.
 
Para aquellas personas de nosotras
que fuimos marcadas por la impronta del miedo,
esa línea leve del centro de nuestras frentes,
de cuando aprendimos a temer mamando de nuestras madres
porque con este arma,
esta ilusión de que podría existir un lugar seguro,
los pies de plomo esperaban silenciarnos.
Para todas nosotras personas,
este instante y este triunfo:
supuestamente, no sobreviviríamos (…)
 
y cuando hablamos
tememos que nuestras palabras
no sean escuchadas
ni bienvenidas,
pero cuando callamos
seguimos teniendo miedo.
 
Por eso, es mejor hablar
recordando
que no se esperaba que sobreviviéramos.

 

[i] Ponemos que está siendo investigado y no damos por sentado la narración de los hechos aseverados en los audios porque en el transcurso del Viernes 6 de Septiembre se dieron a conocer los avances de la investigación por parte de la Fiscalía donde algunas pruebas refutarían la narración conocida de los hechos. Entendemos que esto no supone poner en cuestión a la víctima, sino poder escribir con cautela ante tanta falta de responsabilidad, y tanta versión y palabra dicha. Por otra parte, vale destacar que la terapista ocupacional que envió el audio, ya fue convocada a responder frente a la justicia dada su falta de resguardo para con la víctima y del caso en general.

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#AUTODEFENSA #AUTODEFENSAFEMINISTA #CONTRALAVIOLENCIA #ELMIEDOCAMBIODELADO #FEMINISMO #VIOLENCIAMACHISTA
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