La ciudad de Córdoba será sede de Pulsión Fungi, el “Primer encuentro micológico, educativo, comunitario y gastronómico” de dos días de duración (16 y 17 de noviembre) en el Jardín Botánico de la misma ciudad. El evento reunirá una multiplicidad de propuestas tales como: talleres, artistas y muestras, charlas, ponencias, feria de emprendedores fúngicos y gastronomía.
El paraíso micófilo se activará para compartir sobre hongos comestibles, medicinales y -por supuesto- enteógenos, incluyendo desde alimentación hasta el desarrollo de bioinsumos, pasando por aplicaciones biotecnológicas, entre otras cosas. Las entradas pueden conseguirse aquí.
En esta entrega, realizamos 3 entrevistas para acercarnos a la propuesta con anticipación. En este caso, a Brunella (organizadora del evento y cultivadora, emprendedora en fungi club) Federico Conde Latau (naturópata) y al doctor en neurociencias y biólogo Luis Acosta. Desde microdosis con amanita muscaria hasta las últimas investigaciones de aplicaciones terapéuticas con psilocibes serán mencionadas, pasando por experiencias subjetivas trascendentales en la vinculación con honguitos.
A continuación, se presentan en continuo las preguntas y respuestas de lxs tres, integradas.
¿Cuándo y cómo comenzaste a interesarte por el reino fungi?
Luis Acosta: Fue a través del cannabis, lo que me permitió repensar las formas de generar conocimiento, de atender padecimientos. Fue un cambio de paradigma grande, social, que permitió dar otro tipo de discusiones. Y en ese mundo grande y maravilloso, alguien me mencionó la posibilidad de usar hongos. Yo ya venía teniendo experiencias con psicodélicos, ayahuasca, wachuma… Y apareció esta posibilidad, más accesible. Fue el cannabis que abrió esa puerta.
¿Pensás que el autocultivo de hongos puede traer aparejado otro cambio de paradigma social también?
LA: Creo que sí. Principalmente porque son terapias que funcionan. Por eso son rápidamente adoptadas por las personas, que están permanentemente buscando mejorar su calidad de vida. Y eso es lo que permite que se acepte socialmente. Sobre todo si además permite reducir el consumo de psicofármacos, que tienen una gran cantidad de efectos secundarios. Y lo que es muy interesante es lo que se está dando como acompañamiento terapéutico por parte de los profesionales, algo que fue bastante resistido en el mundo del cannabis terapéutico, está siendo mucho más aceptado con los hongos. Porque esa discusión ya la dio el cannabis.
Federico, ¿cuándo y cómo comenzaste a interesarte por el reino fungi?
Federico Conde Latau: En mi caso fue a través de los hongos psilocibe. Allá por el año 99. En esa época yo y mis amigos ya leíamos a Hofmann y Schultes, a Antonio Escohotado; había mucha lectura pero no teníamos la medicina, la experiencia… Mi primera relación con el hongo fue maravillosa, solo que con todo lo deslumbrante, visionario y espiritual, no tuve mejor idea que llevarme lo que restó de esa miel de hongos, y decidí tomarla un día por la mañana. Solo, en otro contexto, nada que ver. Pasé de un setting en el bosque, a mi casa, en el barrio, y bueno, tuve un ataque de pánico, me pegó un mal viaje tremendo. Quizá la dosis fue muy alta, el lugar no era el correcto. Ese día también fumé cannabis. Fue un combo potente. Yo con diecisiete años. Para mí fue una gran lección.
Pasaron los años, fui teniendo experiencias más cuidadas. Ya más grande, con otras medicinas como el ayahuasca, el MDMA. Fue mucha exploración a muy temprana edad. Veinte años después y sigo integrando viajes que en ese momento fueron una lotería. Con el tiempo caen algunas fichas.
Luego me metí en naturopatía y nutrición, y encontré a los hongos como medicinas y alimentos de la tierra. Estudié permacultura, plantas silvestres. Los hongos no son plantas, pero sí son silvestres y muy potentes, introducidos en la alimentación. En uno de mis viajes por España, donde tengo a mi familia, había comenzado el boom hipster de los superalimentos y hongos adaptógenos. En un tiempo yo trabajé en una de estas casas que se encargan de distribuir dichas medicinas.
¿Qué son los hongos para vos?
Brunella: Los hongos no son un objeto, sino un sujeto. Un ser vivo. Se comportan, respiran, necesitan luz e intercambio gaseoso, se alimentan. En este proceso de vincularme con ellos me di cuenta de que están en movimiento al igual que yo, es un proceso complejo que se da entre dos seres multidimensionales. Sean hongos psilocibios o no, también los comestibles, medicinales, adaptógenos, se manejan con esa lógica. De estar vivos.
¿Y cómo llegaste a ellos?
B: Por la curiosidad. Y el hecho de que estamos inmersos en una red interconectada, que abarca muchas dimensiones y formas de vida. La mayoría de mis vinculaciones con los hongos fueron y son a través de personas. En ese sentido, el proceso con los hongos viene a vislumbrar el compartir entre personas en constante vinculación.
Luis, ¿en qué venís trabajando?
LA: Dejé de hacer investigación en ciencias duras hace bastante. Es decir, modelos con animales, trabajar en mesadas. Lo dejé para tratar de entender cómo estos procesos de generación de conocimiento se dan en la sociedad. A través de la interacción. Ya no diseño experimentos para “preguntarle” a una rata “algo”. Si no que puedo preguntarle a las personas cómo están, con distintos métodos de indagación. Me fui de las ciencias básicas a las antropológicas o sociales.
Ahora estamos trabajando con Nicolás Lavagnino en un artículo donde indagamos cómo ciertas personas, a través de estrategias de auto-atención, pueden definir esta terapéutica, para tratar afecciones principalmente del Sistema Nervioso Central. Una persona con autoinmune, y otra con daño medular. La idea es publicar esos casos lo antes posible. Pero los tiempos de publicación en revistas académicas en general son largos…
Fede, ¿cómo llegaste al tema de las microdosis?
FCL: En Europa el asunto de la microdosificación llegó hace 6 años. Por lo tanto, ahí hice las primeras incursiones de microdosis. Y hace de 4 a 5 años que las incorporé a los tratamientos de naturopatía. Yo me dediqué a estudiar eso en España. De lo que se trata es de ofrecer recursos terapéuticos del reino vegetal, mineral y también fungi.
En Pulsión Fungi vas a abordar el uso de un hongo con no tan buena prensa, el Amanita Muscaria ¿cómo es que llegaste a él?
FCL: Fue más o menos hace casi tres años. Estando en Córdoba, escuché de gente que lo había encontrado. Yo dibujo hongos y este era uno de los que siempre dibujaba. Escuché a Baba Masha, una rusa que tiene un libro, “Microdosing Amanita muscaria”. Esta mujer habla de hacer ungüentos, aceites, comerlo, tomarlo. Ahí algo de mi micofobia hizo un click, se liberó. Empecé a contactar gente de distintos lugares. Me enviaron el hongo de lugares que están entre 1200 y 1500 metros sobre el nivel del mar. Una altura que por la relación con los árboles de los que crece, con los suelos y la temperatura, el hongo crece. Hice un trueque por Melena de León y me llegó. Comenzaron las primeras exploraciones.
¿Con qué técnicas de preparación te iniciaste en este hongo?
FCL: Las recetas son de otra mujer, “Amanita Dreamer”, ella habla de la importancia de descarboxilarlo. Esto no es simplemente “secarlo”. Es con un hervor suave, para transformar el ácido iboténico del hongo en muscimol, su principo activo. Empecé a probarlo, siempre microdosis. Algunas dosis medias también. Por ahora sin macrodosis.
¿Y cómo se miden en este caso las dosis?
FCL: En esta receta son 15gr de hongo seco por 250ml (de solución). Esa es la cantidad que dosificas. Digamos: 2,5ml ó unas 30 a 40 gotas por dosis. Quizás sea algo de 500mg de hongo seco.
Y tomé por protocolo aquellos que se usan para hongos psilocibe. Empecé a anotar. Y funciona. Efectos sedativos muy marcados, pues afecta al circuito gabaérgico, o del ácido gamma amino-butírico. Que cuando está bajo, produce irritación, ansiedad, inestabilidad… cuando lo subimos obtenemos mayor calma, sosiego. Hay alimentos que también producen gaba, incluso bacterias.
Luego vinieron las vinculaciones con personas que yo ya venía acompañando hace años con otras medicinas. Empezaron a explorar con este hongo. Hubo receptividad. Esto nos llevó a querer indagar de manera más formal, tener registros. Como hoy se hace con el psilocibe. También a estudiar si hay diferencias en los efectos entre hongos que crecen en distintos puntos del país, a distintas alturas. El micelio se va adaptando. Es algo que comentaba Giuliana Furci, que antes sólo crecía en pinos, pero el hongo se fue adaptando a crecer en árboles como el pehuén. Esto queremos estudiarlo. Realizando siempre un uso seguro, consciente y respetuoso.
-¿Algo que nos puedas decir de la conservación de este hongo? Sabemos que debe consumirse seco. ¿Pero cuánto puede durar almacenado?
FCL: Baba Masha decía que es un hongo de estación, y que sus principios activos se descomponen rápidamente. Unos pocos meses. Como todo hongo, en contacto con el oxígeno se oxida. Para conservarlo, puede ser en aceite para hacer maceraciones, tipo conserva, en la heladera, para uso tópico o incluso culinario. O envasar al vacío, con gel de silicato. Porque aunque lo guardes bien, en frascos por ejemplo, el hongo absorbe humedad. Yo hoy uso glicerina comestible en mis preparados. Esta preserva las propiedades mucho tiempo.
Luis, respecto de los hallazgos a nivel de ensayos clínicos con psilocibina, ¿cómo crees que puede aplicarse a nuestra realidad local, sudamericana, argentina?
LA: Siempre tendemos a reproducir lo que se hace en el norte global en términos académicos o regulatorios. Pero son cosas que van en paralelo. La ciencia de carácter ciudadano empírico, por un lado, y lo que se replica en función de marcos regulatorios a la hora de generar conocimiento, de ensayos clínicos para avanzar con un fármaco en el mercado, por otro. Insisto, distinto es lo que sucede en el interior del hogar, con diferentes estrategias en función de la producción, hasta el método de extracción, el protocolo elegido para dosificar. Son cosas distintas, que van en paralelo.
En cannabis terapéutico el mantra ha sido “falta de evidencia”. Pero lo que no hay son estudios controlados por placebo a doble ciego. Eso tendrá que hacerlo ANMAT o la FDA para salir al mercado con un fármaco. Esos estudios salen mil millones de dólares. Entonces ¿qué laboratorio va a financiar esos ensayos, si después no puede vender la molécula? No hay evidencia con el cannabis, ni la va a haber, en ese sentido. Algo similar puede ocurrir con los hongos. El conocimiento, ¿es un estudio controlado por placebo, doble ciego? En términos regulatorios, sí. Un reporte de caso ¿es evidencia? por supuesto, y claro que sirve. Para que un médico o terapeuta pueda tomar decisiones en su consultorio. En fin: si querés salir con un fármaco al mercado, necesitás estudios controlados, por el marco regulatorio. Eso no quiere decir que sea la forma correcta y única de generar conocimiento.
Ni de aplicarlo.
LA: Exacto.
Brune, ¿querés contarnos qué vivencias te habilitó la vinculación con los hongos y su cultivo?
B: El cultivo de psilocibes creo que puede ser un espejo de patrones ocultos, de sombras, conductas y sentires de nuestro interior. Es un proceso singular entre un@ y el hongo. Y el hongo tiene diversas estructuras: la espora es la de reproducción, pero necesita de las otras millones de esporas para sobrevivir. Aprendemos por el ciclo de vida del hongo de qué manera se comporta la vida y la naturaleza, esto es, en red. El aprendizaje es: no somos individuales. Tenemos singularidad, pero no somos solos. Necesitamos la red. Mientras más profundo y diverso nos vinculemos más nos sostenemos, y esto representa un mayor bienestar. Una espora solita no hace nada. Luego, con las hifas, se va constituyendo el micelio, y eso es el hongo. El fruto, la seta, eso es el regalo, la manera que tiene el hongo de comunicarse con el ambiente. Pero el micelio es una red.
El micelio como estructura es el cuerpo vegetativo, y forma una red que es el sistema nervioso de la tierra. Esto sucede por debajo de la superficie, donde las raíces, en esa red viva de microorganismos. Acontece debajo de nuestros pies, y permite que estemos aquí ahora, que podamos respirar, que haya agua y alimento. Pensamos que este es “nuestro planeta” pero hay un montón de vida acá que está antes que nosotres. El cultivo implica una expansión exponencial del micelio. Hacerle sentir cómodo, para que luego nos retribuya algo. Me pasó al principio, que no tenía conciencia de cómo era vincularme con el micelio. Quería cosechar y listo. Era ir contra las leyes de la vida y la naturaleza: cosechar rápido. El micelio me dijo “No, pará, tenés que hacer un camino”. Es la interpretación que le doy ahora con el lenguaje, fue un proceso interno, de conductas y pensamientos. Y tuve que amoldarme a su manera, la del micelio, su forma de comportarse, dejando de lado mis expectativas, ilusiones, frustraciones. Teniendo paciencia. Yo doy cursos de cultivo, y siempre menciono tres elementos principales: amor, energía y paciencia. No tienen materialidad pero sí tienen lugar. Y es un ciclo, día a día. Va a haber frustración, pero el hongo está ahí para mostrármela. Vincularse con el hongo es un proceso de restructuración de lo aprendido. Te muestra que no podés controlarlo todo.
La sociedad capitalista occidental desmenuza los cuerpos, y saca lo que le parece importante. Es una perspectiva verticalista, los seres humanos a la cabeza de la pirámide, abajo el resto, sosteniéndonos como a reyes. Pero la realidad es al revés, es horizontal, y nosotros le debemos toda la vida a ellas, las plantas, los hongos, y otros seres. El cultivo es un proceso de compromiso, con ellos pero también con nosotrxs. La pregunta es “cuánto quiere mi intención que esto salga bien”. Luego, la cosecha es un proceso sumamente profundo también, porque todas esas moléculas y su sinergia se catalizan en nuestro cuerpo. Este es el catalizador, el espacio donde esas moléculas van a desplegar su potencial y ampliar nuestra conciencia.
También es importante lo que suceda en nuestro segundo cerebro, el estómago, donde hay una red neuronal sumamente abarcativa, en constante interacción con la red neuronal del cerebro.
Creo que es una experiencia tajante, que marca un antes y un después en la vida. No estamos acostumbrades a esta sensibilidad. Por eso es importante dónde hacerlo, con quién. No es lo mismo de noche, la luna, las estrellas, la oscuridad. Hay un acceso a una información diferente que si lo hacemos de día, con sus formas, sus colores… Dependerá de lo que uno busque y quiera conectar. Es necesario hacerse esa pregunta.
Luis, en Pulsión Fungi presentás un tema titulado “psilocibina, más allá de la salud mental” ¿Podés brindarnos un adelanto? ¿Qué hay más allá de la salud mental?
LA: Así como con el cannabis, que lo que permitió la posterior discusión fue el uso para epilepsia y autismo, está pasando lo mismo con la psilocibina. Hay evidencia contundente para salud mental, principalmente ansiedad y depresión. Pero estamos viendo que va mucho más allá.
Principalmente enfermedades neurodegenerativas y también en autismo. El uso de hongos permite la liberación de BDNF (Factor neurotrófico derivado del cerebro). Neurotrófico: que “le da de comer” a las neuronas, las recupera de la atrofia neuronal. Y no sólo en la corteza prefrontal, también en otras regiones corticales y subcorticales. Es lo que permite recuperar circuitos. Con la importancia que eso tiene en enfermedades neurodegenerativas. Pero también hay control de la neuroinflamación. El BNDF controla la homeostasis inflamatoria. Es decir, arresta a los astrocitos y la microglia en fenotipos o comportamientos antiinflamatorios, neuro-reparadores. Entonces, estimulás circuitos selectivamente, recuperás circuitos y además reducís inflamación. Hoy en Europa se financian estudios para evaluar psilocibina en Parkinson, Esclerosis múltiple, Alzheimer, entre otros.
Con el autismo pasa algo muy interesante. Se ha visto que aquí tienen una alteración del funcionamiento de los receptores 5ht1a y 2a, en la corteza prefrontal ¿Qué receptores estimula la psilocibina? esos dos, entre otros. Eso permitiría recuperar conexiones entre el tálamo y la corteza prefrontal. Además de reducir neuroinflamación, comprobada en personas con autismo post-mortem.
¿Y estos usos se dan con macro o microdosis?
LA: Es interesante porque la mayor parte de la evidencia de estudios clínicos es con macrodosis. Pero cuando se tratan niños con autismo con microdosis, se ve que mejoran mucho, y aún cuando se les retira, la mejora continua. Entonces algo pasa, algo cambia en los circuitos, que se sostiene. La psilocibina tiene capacidad de estimular receptores del BDNF. Se une con mucha afinidad, los activa, hace que dimericen, y recluta hacia el interior celular respuesta biológica. Por lo tanto, la psilocibina imita también al BDNF. Incluso en microdosis.
¿Te parece que existe una diferencia entre la molécula y el hongo como compuesto complejo?
LA: Nuevamente hay analogía con el cannabis, entre usar la planta entera o la molécula aislada. Funciona mucho mejor en conjunto que aislado, por el efecto séquito. Y cuando consumimos el hongo entero tenemos otros alcaloides derivados de las triptaminas, mucho menos representados, que son intermediarios de síntesis. Aparecen también las betacarbolinas, que son inhibidores de la enzima monoamino-oxidasa. Es decir, que inhiben la degradación de la psilocibina. Esta se convierte en psilocina en el organismo, que se metaboliza por la monoamino-oxidasa de las mitocondrias de las neuronas. Las betacarbolinas contenidas en los hongos inhiben la degradación de la psilocina, pero también de la serotonina, dopamina, adrenalina y noradrenalina. Y también seguramente inhiba el DMT que producimos endógenamente en las cortezas. Se ha visto en ensayos con modelos animales que en términos de neuroplasticidad, el efecto es mucho mayor cuando se utiliza extracto de hongo completo, que cuando se utiliza la molécula pura.
Vas a estar en unas jornadas sobre Psilocibina y salud mental en la Facultad de Psicología de la UNC días previos a Pulsión Fungi. Quiero preguntarte, ¿cuál crees que es la importancia de lo público en la construcción del conocimiento, en este momento tan crucial para la universidad pública?
LA: Hay que ocupar estos lugares. Hay que celebrarlos. Los países pobres son aquellos que no invierten en educación. Y si algo destaca en Argentina es la educación y la salud pública. Eso es un privilegio que tenemos que defender, con orgullo. Hay gente que se enoja porque extranjeros vienen a atenderse o estudiar acá. ¡Tendríamos que ponernos orgullosos, porque vienen acá! El rol de la educación pública es y será fundamental para el desarrollo del país. Lo tenemos que defender. Y va a seguir existiendo, porque la realidad se impone. Esta gente no va a poder avanzar sobre nosotros. Hay que ser generosos con los espacios, con el conocimiento. Esto se construye en comunidad. No como “grupos aislados”, con agendas chiquitas, con objetivos personales. Los objetivos, las agendas tienen que ser colectivas. A la gente le encanta la analogía con el micelio… sí, pero somos seres humanos, no somos hongos. Vivimos en comunidad. Y eso tenemos que construir: comunidad organizada.
Por último, Brunella, respecto al evento en sí ¿cómo surgió, cómo se organizó?
B: Las personas que participan del mismo han aprendido de todo esto que hablé, por la red, la conexión con los hongos. El evento se gesta en abril de este año, en Mar del Fungi, donde participé y di una charla. Un evento muy hermoso a nivel vincular, muy mágico. Una idea fundamental del evento fue identificar que se viene organizando todo en Buenos Aires, centralizado ahí. Y fue eso, una pulsión… ¿por qué no hacerlo en Córdoba?
Veníamos en una camioneta volviendo de Mar del Fungi con Rose, Gastón, Cande y mi vieja, y dijimos, “listo, evento a fin de año”, como quien tira una idea. Pasó un tiempo y esa idea se me interiorizó como una semilla, plantada en red, que empezó a germinar. Todo fue propicio. Una pulsión miceliar me dijo “tiene que ser este año”. Empecé a direccionar todas mis acciones y pensamientos, a ordenarlos, para ese fin. Vengo trabajando en esto hace como cinco meses.
Son muy necesarios estos espacios de construcción colectiva, de comunidad, de conocimiento, de deconstrucción de tabúes y temores también, de amor, de red, de contención. Siento que es necesario. Sobre todo por cómo está la situación política y socioeconómica, en Argentina, en el mundo. Me he hecho muchos amigos de esta manera. No existen estos espacios por fuera de lo institucional. Esto es una manera más orgánica. Y lo cierto es que yo no sé ¡y nadie sabe! cómo será el evento. Esto es parte de ceder el control. Es un misterio. Y confiar.