Los hongos psilocibios, conocidos por su compuesto activo, la psilocibina, han generado un fuerte interés a nivel mundial por su potencial terapéutico en diversas problemáticas de salud mental. Aunque su uso recreativo sigue siendo restringido en Chile, el contexto internacional y los avances en la investigación sobre sus beneficios medicinales, abren la puerta a una posible regulación.
En noviembre del 2023 la Ministra de Salud, Ximena Aguilera, dio a conocer que convocaría una comisión técnica para estudiar el uso medicinal de estos hongos: “Se creará un equipo de trabajo para elaborar, antes del 31 de diciembre de 2023, una propuesta para el uso de psilocibina y hongos psilocibios para fines medicinales y de investigación científica”, informó la secretaría de Estado al diario La Segunda.
En enero de este año, se dio el primer paso en esta dirección al realizar el primer encuentro en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, en el cuál se unieron instituciones de estudios sobre drogas, médicxs, facilitadorxs, terapeutas y personas de la sociedad civil interesadas en ésta temática. La actividad tuvo gran éxito, reuniendo a más de 200 personas interesadas en la propuesta de regulación.
Actualmente, se está preparando una segunda versión de este mismo encuentro en enero del 2025, dónde un comité conformado por el Ministerio de Salud, se ha comprometido a crear un documento que describa los puntos clave que encaminan a un proceso de regulación de los hongos psilocibios en Chile, el cual contemplaría la opinión de diversos sectores; como el médico, científico, universidades, investigadorxs y la sociedad civil.
La psilocibina y sus efectos en el cerebro
Estudios internacionales liderados por organizaciones como Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS) han demostrado que la psilocibina administrada en un contexto terapéutico adecuado, puede ser un aliado para personas con trastornos depresivos, trastorno de efecto postraumático, anorexia, entre otras dolencias.
La ingesta de ésta sustancia puede llevar a las personas a experimentar profundos sentimientos y sensaciones de bienestar y conexión interna, ya que el consumo de hongos psilocibios genera un aumento de la neuroplasticidad en nuestro cerebro, aumentando la eficiencia en las conexiones neuronales.
La psilocina, que es el compuesto en el que se transforma la psilocibina una vez procesado por nuestras enzimas, actúa principalmente sobre los receptores de serotonina 5-HT2A. Este proceso permite al cerebro reorganizarse y superar patrones mentales rígidos arraigados durante años en nuestro sistema neuronal.
Jonathan Ott, escritor, micólogo, y químico estadounidense, especializado en el estudio de los enteógenos, en su libro Pharmacotheon: drogas enteogénicas, sus fuentes vegetales y su historia relata cómo la psilocibina se encuentra en diversos hongos en todo el mundo, siendo esto un problema para el negocio de las farmacéuticas:
“Este compuesto cabeza de la serie (o su precursor bioquímico, la psilocibina) se halla en más de 96 especies de hongos que crecen en todo el mundo (y que es probable que se halle en otros 54 por lo menos) y que cualquiera que desee ir y coger los hongos silvestres puede obtenerlos gratuitamente, es ridículo suponer que suprimir esta clase de importantes y únicas investigaciones constituya una estrategia efectiva en esta quijotesca Guerra a las Drogas. No se puede negar, no obstante, que estas limitaciones perjudicarán a las compañías farmacéuticas estadounidenses en su competencia con firmas japonesas y europeas, mientras que contribuirán a una constante erosión de la libertad personal en los Estados Unidos.”
Otra de las investigaciones que nos aclaran qué ocurre en nuestro cerebro cuando consumimos hongos psilocibios, la podemos encontrar en MAPS, que analiza los resultados de un estudio que examinó a 15 voluntarios cuando se pasa del estado normal al estado psicodélico. Se les escaneó el cerebro por la etiqueta de giro arterial (ASL), una técnica de fMRI (imagen por resonancia magnética) funcional que examina el flujo sanguíneo.
Después de ver disminuciones generalizadas en el flujo, los investigadores se sorprendieron tanto que escanearon otros 15 voluntarios por fMRI dependiente del nivel de oxígeno en sangre (BOLD), que mide más directamente el metabolismo. Ambos dieron resultados sorprendentemente similares, el flujo sanguíneo cerebral y la actividad disminuyeron particularmente en la región medial prefrontal de la corteza del cerebro, sector que involucra las emociones, el aprendizaje, la memoria y la función ejecutiva.
Los resultados de este estudio sugieren que el efecto de la psilocibina en la conciencia humana puede estar relacionados con la forma en que suprime la actividad de ciertas áreas del cerebro.
Situación actual en Chile: Pasos hacia la regulación
En Chile, la ley 20.000 clasifica la psilocibina como una sustancia restringida, lo que limita su investigación y uso terapéutico. Sin embargo, diversas organizaciones de usuarios medicinales, así como también entidades científicas y terapéuticas, están trabajando arduamente para demostrarle a los organismos reguladores del Estado que puede ser una medicina de gran ayuda para aportar a la Salud Pública, mejorando la calidad de vida de muchas personas.
En el comité de expertos que anunció el Ministerio de Salud, se encuentra el doctor Sergio Sánchez, médico experto en salud pública y medicina psicodélica, y director de Latinoamérica Reforma, quien contó a MATE que ya se está investigando y analizando cuál sería la mejor forma para regularizar ésta sustancia en Chile: “Hace poco estuve en Portland y Denver, dónde nos reunimos con autoridades regulatorias y escribimos una propuesta. Ahora estamos realizando un estudio y pronto presentaremos una propuesta de regulación en Chile. Hay que escuchar a todos, hacerlo con respeto, de esta manera, es más posible que esta propuesta resista”, comenta Sergio, que también opina: “Esto nos va a permitir como médicos cumplir un rol menos comercial en la sociedad. Si regulamos correctamente, los médicos podemos desempeñar un papel fundamental en la protección de los derechos de las personas”.
“Hace poco estuve en Portland y Denver, dónde nos reunimos con autoridades regulatorias y escribimos una propuesta. Ahora estamos realizando un estudio y pronto presentaremos una propuesta de regulación en Chile.”
En otros países como Estados Unidos y Canadá, ya se ha comenzado a regular el uso terapéutico de la psilocibina. En Oregón, la psilocibina fue despenalizada en el 2020 para su uso en terapias controladas, mientras que en Canadá se permite su uso en contextos médicos, especialmente para pacientes con enfermedades terminales. Estos ejemplos podrían servir de referencia para una futura legislación en Chile, aportando a generar mayor información en la población y romper con los estigmas sociales que actualmente existen en torno a esta sustancia.
“Hay que entender que con el esquema conceptual de los psiquiatras, lo que ocurre cuando estás bajo los efectos del hongos psilocibios, son alucinaciones, y en ese sentido, es como si tuvieras esquizofrenia, estas delirando, entras en esa categoría, pero ese es el debate que hay que dar, es un debate a nivel de ideas”, asegura Sergio.
Por otra parte, Rodrigo Farías, director de SIEP Chile (Sociedad Internacional de Estudios Psicodélicos) y facilitador de las mesas de diálogo del primer encuentro por la regulación de los hongos psilocibios, destacó la importancia de incluir diferentes perspectivas en este proceso; como las del área de la salud, la ética y la neurociencia. “El objetivo es plantar la necesidad de regularizar el uso de psilocibina en Chile, considerando tanto su potencial terapéutico como los derechos relacionados con los seres vivos”, explicó.
Rodrigo relata que hay un fuerte interés por parte de la sociedad civil chilena, destacando que al primer encuentro vinieron personas de todas las regiones de Chile, y que para este segundo evento se esperan aún más participantes: “La idea es crear un documento basado en la regulación que se hizo en Oregon, que regulan el cultivo y la higiene de los hongos psilocibios bajo estrictos estándares”.
Para este segundo encuentro se busca definir cuáles serán los roles de las personas, cuáles son las formaciones en las que se capacitarán, y establecer las bases éticas que debería tener un facilitador. Aludiendo a la regulación de Oregon, Rodrigo nos dice: “En este modelo, los facilitadores de las terapias deben estar certificados y ser parte de un sistema regulado que garantice la seguridad y calidad del proceso”.
Las temáticas que se discutirán en el próximo encuentro son: ¿Quiénes son las personas capacitadas para cultivar? ¿Cómo operan los dispensarios y los laboratorios?
El rol de la sociedad civil y la cultura en la regulación
Si bien en Chile no existe un marco legal que avale la venta o consumo de hongos psilocibios, existen comunidades legales que se encargan de producir este tipo de hongos para que terapeutas, facilitadorxs o personas que desean vivir la experiencia psiconáutica de usar esta sustancia, puedan hacerlo.
El abogado Ignacio Espinoza, defensor del uso colectivo de sustancias psicodélicas en Chile aclara que: “El camino que seguimos con la cannabis en Chile es similar al que debemos seguir con la psilocibina. Lo que buscamos es que las personas puedan acceder a estas sustancias de manera segura y controlada, sin recurrir al mercado negro”.
Para esto, existen comunidades legales que prestan el servicio de dispensario para entregar hongos psilocibios a la comunidad: “Acá en Chile ya estamos trabajando con comunidades, y servicios complementarios que dispensan hongos psilocibios, dónde la gente paga una membresía y cuotas para ser miembros de esa comunidad, y de esta manera, acceder de una manera segura a los hongos. Lo que les garantiza transparencia, apoyo, guía, y de esa forma no ir al mercado negro, donde no se sabe qué se está adquiriendo. Es una forma muy eficaz de reducir daños”, comenta Ignacio.
“Acá en Chile ya estamos trabajando con comunidades, y servicios complementarios que dispensan hongos psilocibios, dónde la gente paga una membresía y cuotas para ser miembros de esa comunidad, y de esta manera, acceder de una manera segura a los hongos.”
Espinoza también es co-fundador de Greenlife, un club dispensario cannábico que fue el primero y único caso en Chile que enfrentó a la justicia, saliendo ganador del juicio oral, por acreditar el uso de una correcta interpretación de la ley.
Para el abogado, éste hecho abrió las puertas a otras comunidades, para que sigan este camino de legalidad, junto con otros hitos: “Esto empezó dentro de un círculo bien cerrado, pero se ha ido ampliando con el tiempo. Dentro de los hitos importantes comunicacionales que ha ayudado a su difusión, está las declaraciones del Principe Harrys, dónde cuenta que se trató con hongos psilocibios, obteniendo grandes beneficios en este proceso. Por otra parte, tenemos a la actriz y comediante chilena, Pamela Leiva, quien ha declarado que ha incursionado en terapias con hongos psilocibios, dándole excelentes resultados. Estos dos casos han hecho que se hagan más conocidos, al menos en Chile”.
Algunos hablan de vacíos legales, Ignacio, prefiere hablar de correcta interpretación: “Cuando lees el artículo 1, 4, 6, 8 y 50, que son los artículos que se han usado para defender el uso medicinal de la cannabis, te das cuenta que la ley no habla exclusivamente del cannabis, salvo en el artículo 8, pero uno siempre hace la prevención que hablan de las sustancias en general, sustancias que sean capaces de producir tal y tal efecto”.
La posible regulación de la psilocibina y los hongos en Chile podría ser el primer paso para romper paradigmas en tratamientos de la salud mental y abrir un espacio de encuentro entre la medicina, la ciencia y la naturaleza. Como alguna vez dijo María Sabina, la sabia mazateca que brindó hongos psilocibios a Gordon Wasson, el responsable de difundirlos (sin su consentimiento) en el mundo occidental: “Los hongos me enseñaron que puedo ver dentro de mi propia alma”.
La posibilidad de acceder de manera segura y regulada a esta experiencia podría no solo aliviar sufrimientos, sino también ayudarnos a superar barreras internas, para así desarrollar nuestro máximo potencial como seres humanos, promoviendo una sociedad más empática y conectada consigo misma.
