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27 julio, 2024

Cannabis medicinal en Paraná: El dolor continúa

Ilustración de Guillermo Casañas
La reglamentación de la ley para su uso e investigación no contempla el autocultivo. Les pacientes deben pagar por el aceite importado. Hay cannabinoides que alivian el dolor al nivel de la morfina y no generan adicción ni efectos adversos.

Varias culturas utilizaron la marihuana de manera integral a lo largo de la historia. Su uso fue religioso, sacramental, espiritual, mágico y medicinal; no había distinción. Los chinos fueron los primeros en cultivarlo para producir prendas de vestir, cuerdas, papel y alimento en el año 5.000 a.C. Los registros más antiguos que se tienen de su uso como analgésico aparecen en la Shen Nung Ben Ts’ao, una farmacopea clásica de la medicina china que fue redactada en el 2737 a.C.

Si bien la Iglesia católica promovió su prohibición, hay investigaciones etimológicas de principios del siglo XX que descubrieron que en el Antiguo Testamento se hace referencia al uso del cannabis (Kanna-bosm: caña perfumada). Según el investigador Chris Bennet, era usada como ungüento por los místicos hebreos y los primeros curanderos cristianos, entre ellos Cristo, para tratar enfermedades que, curiosamente, son las mismas para las que se emplea actualmente.

El uso del cannabis viene en franco aumento y cosecha legalizaciones para su uso medicinal, terapéutico, recreativo o todos juntos en muchos lugares del mundo. Los modelos de cada país son diversos y resuelven (o no) de diferentes maneras los problemas que ha ocasionado la ilegalidad de esta planta. Holanda fue el primer país en quitar de la clandestinidad al cannabis. En 1970, Ámsterdam estaba inundada de heroína barata. Lo mismo sucedía con la marihuana que era de baja calidad, pero con la leve diferencia de que ésta no genera sobredosis y no se ha documentado ni una muerte por su uso en toda la historia de su consumo. En 1972, un informe denominado Touwtrekken om hennep concluyó que el consumo responsable del cannabis era posible y el gobierno holandés se propuso quitarlo de la esfera de la criminalidad en la que estaba inmerso por su ilegalidad. Sin embargo, los tratados internacionales obstaculizaban (y continúan haciéndolo) la legalización que nunca llegó a concretarse. Por este motivo, el país europeo decidió despenalizar su consumo.

Por otro lado, Uruguay implementó un modelo regulatorio que se aprobó en 2013 y permitió tanto el uso medicinal y terapéutico como el recreativo. La ley facilitó tres vías de acceso: la venta en farmacias de hasta 40 gramos por mes, la tenencia de un máximo de seis plantas y los clubes colaborativos de cultivo. Todas estas formas demandan la vinculación del consumidor al Instituto de Control y Regulación del Cannabis (IRCCA). El Estado uruguayo es el encargado de producir la cantidad suficiente para los inscriptos que quieran comprar flores de marihuana de manera legal.

En Argentina se avanzó con la ley 27.350 de uso de cannabis medicinal que se aprobó el 29 de marzo de 2017 y fue reglamentada el 22 de septiembre. Como consecuencia, se creará el Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis, sus derivados y tratamientos no convencionales que funcionará bajo la órbita del Ministerio de Salud y será dirigido por un médico. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, deberá realizar las asignaciones presupuestarias al mismo. El ente será el encargado, cuando funcione, de determinar qué patologías aprobará para el uso del cannabis medicinal. Además, el CONICET y el INTA son los únicos autorizados en el país a cultivar la planta con la que se elaborarán productos que proveerán de forma gratuita a les pacientes que se inscriban en el programa. También, las universidades nacionales podrán realizar estudios científicos en colaboración con los entes mencionados.

La nueva ley no permite el autocultivo, una herramienta muy poderosa y demandada por organizaciones no gubernamentales como Mamá Cultiva y otras agrupaciones que militan la causa. Esta restricción impide la autonomía de las personas sobre su medicina. Su legalización implicaría un duro golpe al mercado negro que se quedaría sin una gran parte de sus clientes. Además, la industria farmacéutica se vería perjudicada por las múltiples patologías que el cannabis puede tratar y muchos medicamentos costosos quedarían obsoletos.

El artículo 9º de la nueva legislación del cannabis medicinal, exige la creación de un Consejo Consultivo Honorario (CCH) que estará conformado por diez miembros titulares de distintas instituciones, asociaciones, organizaciones no gubernamentales y profesionales del sector público y privado que intervendrán y articularán acciones en el marco de la presente ley. Al respecto, la directora de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Salud de Entre Ríos, Gloria Benvissutto manifestó que “aún no estamos haciendo nada en la dirección. La conformación del consejo es una cosa que va a llevar tiempo”. También, la directora dialogó con el decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNER, el doctor Jorge Pepe, e informó a este medio que se le notificó que hasta el momento no se ha hecho nada puntual desde la universidad. “Sólo se llevaron a cabo campañas de sensibilización, charlas con la diputada Carolina Gaillard y reuniones en la Facultad de Kinesiología en Villaguay en donde se conversó del tema”, agregó la funcionaria de la cartera sanitaria.

Con respecto a Gaillard, vale aclarar que es una de las diputadas nacionales impulsoras del proyecto legalizador y el día que se publicó la reglamentación en el boletín oficial declaró a la prensa que “transformaron la ley en un protocolo de investigación”.

Los beneficios en la salud y el autocultivo

El hito que dio impulso a los estudios científicos de la marihuana fue el descubrimiento y aislamiento del tetrahydrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD) por parte del profesor e investigador israelí Raphael Mechoulam en 1964. En 1992, él y su equipo lograron identificar la anandamida, un cannabinoide endógeno que nuestro cuerpo produce naturalmente. Al mismo tiempo, reconocieron el sistema endocannabinoide a partir de los receptores CB1 y CB2 (proteínas transmembrana, capaces de transmitir una señal exterior al interior de la célula) que se encuentran en nuestro cerebro, órganos, tejidos conectivos, glándulas y células inmunes. La función principal de este sistema es la regulación de la homeostasis, es decir, el mantenimiento de un ambiente interno estable a pesar de los cambios en el entorno. También se relaciona íntimamente con los procesos autorregulatorios como el control de temperatura, de PH y del nivel de azúcar en sangre. Además, interviene en múltiples procesos vitales como la coordinación motora, la neuroprotección, el dolor, el apetito y el metabolismo.

En agosto de 2017, se abrió una clínica de cannabis en Paraná que buscaba informar y asesorar a pacientes cuyas patologías o padecimientos podían ser tratados con los extractos de la planta. Actualmente no está en funcionamiento debido a que su impulsor a nivel nacional, el oftalmólogo Carlos Laje, está preso en Córdoba por tenencia y comercialización de estupefacientes. Al frente de la sede paranaense estaba Carolina Jozami que en diálogo con la Mate precisó algunos usos medicinales de la marihuana. “Las propiedades terapéuticas son muchísimas, por ejemplo, se ha comprobado empíricamente que destruye las células cancerígenas: primero las limpia, luego corrige el error y finalmente hace lo que se llama la apoptosis estéril, es decir, la muerte celular limpia, sin desparramar en el organismo ningún tipo de resto genético enfermo. Por otro lado, está confirmado que disminuye a la mitad el tiempo de sanación de una fractura porque es regenerador celular. El cannabis genera un efecto antiinflamatorio fundamental y por eso funciona muy bien en la artritis. En los espectros autistas ha tenido efectos muy positivos porque quienes lo padecen no se pueden conectar con el otro ni con el medio exterior y cuando arrancan el tratamiento empiezan a empatizar con la gente, a conectar la mirada, a sonreír y a comunicarse. También está utilizándose en muchos países para la diabetes tipo 1 y 2 porque se demostró que regenera los islotes de Langerhans, que son donde se produce la insulina en el páncreas. Lo principal que hay que remarcar es que no produce daños colaterales porque no existe la intoxicación por marihuana, no ha habido ni un caso. Por eso es muy importante el beneficio que tiene en el tratamiento de los pacientes oncológicos y aquellos con enfermedades terminales. Para el dolor se utiliza desde el diclofenac, el ketrolac y el tramadol hasta la morfina y pueden ser reemplazados con una dosis y un cannabinoide específicos, con el mismo nivel de analgesia pero sin generar adicción ni efectos no deseados. Para la medicina esto es un gran estallido en cuanto a paliativos”. Además, la doctora Jozami opinó que el autocultivo no se contempla en la ley porque su traba principal es “a nivel farmacéutico y empieza por los laboratorios. Actualmente las industrias farmacológicas manejan la medicina en su conjunto, lo digo desde adentro. Controlan todo porque son las que tienen el poder, incluso sobre lo que hace el médico, que suele negociar con los laboratorios prometiendo recetar en la mayor cantidad posible un medicamento X a cambio de dinero”.

Sabina Fernanda Galfano es miembro de la Agrupación Paranaense de Agricultores Cannábicos (APAC) y charló con nosotros sobre su activismo. Considera que “el autocultivo asegura la disponibilidad de la materia prima para elaborar extractos y no ser un esclavo de las farmacéuticas. Además, permite tener plantas con diferentes porcentajes o concentraciones de cannabinoides para tratar diferentes enfermedades o dolencias”. Y agregó que plantar marihuana en sí es terapéutico, te hace responsable de tu propia salud y la de tus seres queridos. “Es importante que se garantice la libertad y la autonomía”, añadió la activista. Luego, Sabina contó que cultivaba para hacer aceite para familiares y amigos hasta que un vecino la denunció en marzo y se presentaron quince policías en su casa para llevarse sus plantas y abrirle una causa en la Justicia Federal que no le permite salir del país. Hoy sigue sembrando cannabis y vive con miedo a la persecución y a la cárcel. En 2015 se registraron 454 secuestros de plantas de marihuana en Entre Ríos.

Guadalupe, una niña de seis años con epilepsia refractaria

Guadalupe tuvo su primer ataque en 2013 cuando tenía dos años. Con el tiempo, en un estudio le detectaron una displasia cortical, “que es como una formación en la corteza cerebral que no debería estar”, aclaró Luciano, el padre de la niña. En ese momento, confirmaron la enfermedad de la niña paranaense. Los médicos iniciaron su tratamiento con medicaciones tradicionales. En primera instancia, “le dieron ácido valpróico, pero duró muy poquito. La hizo engordar e hincharse bastante. Después hubo otro medicamento que le generó tiroides, lo detectamos y enseguida dejamos de usarlo”, explicó Luciano. La metodología de estos casos en el ámbito neurológico es la prueba y el error a la hora de iniciar un tratamiento. Además, no sólo sucedió que los médicos cambiaban constantemente los fármacos, sino que también incrementaron las dosis y cuando no funcionaban los combinaban con otros. Según el papá de la niña, “todas las medicaciones convencionales tienen contraindicaciones bastantes severas y el médico no te lo dice nunca. No es buena la comunicación con el paciente”.

En agosto de 2016, en busca de mejorar la salud de su hija Guadalupe, su mamá Rosario conoció la tarea que lleva adelante la ONG Mamá Cultiva que visibiliza y promociona la lucha por la legalización del cannabis para usuarios medicinales y brinda apoyo a las familias que lo requieren. En consonancia con la actividad solidaria, Luciano contó que la Agrupación Paranaense de Agricultores Cannábicos (APAC) le dio asesoramiento sobre cómo cultivar y los hicieron conocer las propiedades terapéuticas de la planta. Por otro lado, los padres de Guadalupe hicieron la primera compra de aceite a un cultivador de Chacabuco, que posteriormente fue allanado en su campo y en su casa cuando la niña recién comenzaba el tratamiento. “Fue terrible. Ella estaba empezando a mejorar, a estar bien. Nos quedamos sin la medicina y empezamos a buscar por todos lados”, manifestó el papá de Guadalupe.

En el inicio de la terapia de cannabis, su médica de cabecera no los acompañó ni registró el tratamiento en la historia clínica. Sin embargo, la familia paranaense decidió seguir con la medicina ya que había ayudado a disminuir las crisis de la niña. “De los nueve u ocho ataques que tenía diariamente, pasó a tener dos o tres. La crisis generalizada que tenía todos los días, pasó a tenerla una vez por semana o cada quince días. Empezó a dormir bien y eso la ayudó a disminuir los episodios y a tener mayor independencia motriz, a hablar más”, confesó el papá. Un médico en Paraná les hizo la receta para poder comprar el aceite Charlotte’s Web importado. La compañía estadounidense CW Hemp es la encargada de producirlo, mientras que la empresa Federal Med es la única que lo distribuye en Argentina.

Por el momento, Guadalupe no transita una buena situación en su salud. “Los receptores cannabinoides de ella se saturaron por el acostumbramiento del organismo a la cepa anterior y tenemos que cambiarla. Hay que rotar con el nuevo aceite para que sean otros los receptores que reciban el fitocannabinoide”, explicó el papá. La niña consume el extracto que su familia le compró por última vez el año pasado al cultivador de Chacabuco y el que ellos mismos produjeron de forma casera. Luciano, se refirió al autocultivo y a la producción del aceite como fundamentales porque cada uno sabe cómo lo está haciendo, a qué temperatura y en qué condiciones. Luego agregó: “Es un trabajo muy sencillo y económico. Aunque a veces se puede complicar si no tenes un médico que te oriente, además del Estado que te criminaliza, la policía que te persigue y la opinión de la gente cuando no entiende del tema. Es clave estar acompañado en el autocultivo, no es una opción, porque hay que saber cuidar la planta y la patología que tratás”.

¿Cuánto dinero cuesta un frasco de 100ml de Charlotte’s Web en Argentina?

Frasco de 100ml de Charlotte’s Web: 276 dólares: $4,912.8

Envío desde Estados Unidos: 50 dólares: $890

Despacho (y retiro) en la aduana de Ezeiza, Buenos Aires: $1,500

Total: $7,302.8

Envíos a domicilio al interior del país: $3.000

Total: $10,302.8

Para comprar el frasco de Charlotte’s, que en Estados Unidos se vende como suplemento dietario, se deben realizar trámites burocráticos que demandan varias semanas. En primera instancia, tienen que asistir a una oficina autorizada de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para iniciar los trámites de importación, y además, deben pagar el costo hasta que la obra social lo cubra, si es que el paciente está adherido a alguna que lo integre.

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