La Asociación Civil ABRA es un centro interdisciplinario especializado en consumos problemáticos que tiene sede en la ciudad de Santa Fe. Luego de empezar a gestar la organización en 2014, en 2015 estrenaron personería jurídica con la premisa de modificar la lógica prohibicionista y punitiva que rige el abordaje del consumo de drogas.
La estrategia que ofrecen es la del abordaje integral en salud mental, porque consideran que hay tantos modos de vincularse con un objeto de consumo (sustancias psicoactivas, juegos, sexo, personas, etc) como personas en el mundo. Sostienen que no existen tratamientos moldes para los consumos problemáticos y que lo central es personalizar los dispositivos de acuerdo a la presencia de indicadores de riesgo y de protección. En esta línea, priorizan la necesidad del consultante según la etapa vital en la que se encuentra.
Osvaldo Chiarlo se recibió de Licenciado en Psicología por la Universidad Católica de Santa Fe y se ha especializado en los consumos problemáticos a través de múltiples posgrados. Fue uno de los fundadores y actualmente es el director terapéutico de ABRA. También es miembro del equipo interdisciplinario del Programa Puiggari Esperanza y miembro del equipo de la Dirección General de Prevención y Control de las Adicciones, perteneciente al Ministerio de Seguridad.
En esta entrevista advierte que el paradigma positivista y prohibitivo es el que aún sigue imperando pero también cuenta el cambio hacia el paradigma que nos invita a poner el foco en la persona y a brindar argumentos científicos, que caracteriza el trabajo de ABRA.
¿Cómo empezó ABRA? ¿Cuál es su historia y cómo trabajan?
Si bien ABRA tiene una personería jurídica en abril del 2015, venimos trabajando la problemática con Carlos Mussi, que es el supervisor de la organización, desde fines del 2012. En ese año estábamos dictando un posgrado en Avellaneda, Reconquista, y a la vuelta de uno de esos encuentros, durante el viaje hablamos de que sería interesante comenzar a ampliar esta visión que tenemos de los consumos problemáticos, ya que ambos estamos motivados en trabajarla. Así fue que comenzamos a ver cómo construir una organización y a partir de ahí inicia como decimos nosotros, esa idea romántica.
Luego comenzamos a convocar profesionales con los que habíamos trabajado previamente o eran allegados de colegas y arrancamos con unos 12 o 13 casos que eran los que trabajabamos en conjunto con Carlos. Allí comienza a establecerse un equipo de trabajo que inicia en un principio con la asistencia, que tiene que ver con tratamientos ambulatorios, pero seguidamente se abre paso la formación. Comenzó a funcionar por un lado el Área de Asistencia y por el otro el Área de Formación. Personalmente me considero muy fanático de la parte investigativa, pero principalmente de poder acceder a investigaciones actualizadas por el hecho de que hay mucho desconocimiento y mucha desactualización en este campo de la salud.
En ese entonces pensaba que el área investigación tenía que estar porque aportaría nuevos conocimientos, actualizando sobre lo que se iba dando en otras partes del mundo. También reflexionando y sistematizando lo que se hacía, ya que no hay tratamientos “molde” en esto.
Otra área es la parte preventiva, que significa poder abarcar escenarios educativos, escenarios deportivos, escenarios empresariales. En total ABRA tiene esas cuatro áreas bien definidas: asistencia, investigación, formación y prevención. Por último se da el área de cultura y deporte en la que actualmente estamos muy inmersos. Consideramos que la actividad física es la medicina existencial y cuando diseñamos los tratamientos tratamos de inculcar que la actividad física no sea por una cuestión física o por el famoso síndrome de mirarme al espejo, sino porque es una buena forma de desarrollar la propia dopamina y también serotonina. También nos corre de la cultura sedentaria, algo que nos caracteriza hoy en la actualidad. En ese área se da todo lo que tiene que ver con el Mindfulness, yoga, el deporte funcional, el boxeo y actividades que nosotros hacemos puertas hacia fuera, como la maratón por el Día Internacional de Salud Mental.
Filosóficamente lo veo como una revolución intelectual dentro del campo de los consumos problemáticos. Si bien hay todo un paradigma que nos invita a poner el foco en la persona y a brindar argumentos científicos o empezar a cuestionar ciertos métodos como la tortura, el sufrimiento o ciertos métodos de encierro indiscriminado. La realidad es que ese paradigma positivista y prohibitivo es el que aún sigue imperando. Inclusive el sistema de cobertura sanitaria y las obras sociales todavía se siguen manejando con ese tipo de funcionamiento. La superintendencia de Salud por ejemplo, sigue contemplando el centro de día, el centros de jornada completa, las comunidades terapéuticas y las internaciones neuropsiquiátricas. Es revolucionario por el hecho de que nosotros estamos prácticamente solos. Establecemos vínculos con otros colectivos de personas, tratamos de fortalecernos y generar un ida y vuelta. Entendemos que esta línea ya está dentro del movimiento cultural socio mundial, por lo tanto es algo que se va a dar, si no es ahora será dentro de un año y si no dentro de 5 años.
Nos interesaba que nos pudiesen contar qué cosas tuvieron que cambiar en su trabajo de asistencia a personas con problemas de consumo y cómo están trabajando.
El foco no está en la cuestión biológica de si es un problema cerebral o psicológico o inclusive moral. Sino que es un problema integral y complejo que tiene aristas biológicas, psicológicas, familiares y sociales. En cuanto a la pandemia del COVID-19, se da el fenómeno desde el punto de vista que también nos invita a ver cómo continuar brindando un acompañamiento para aquellas personas que así lo requieran y necesitan. Uno de los grandes mitos que hay es que si una persona tiene un vínculo con determinado objeto, significa que si o si necesita tratamiento. Lo cierto es que no todas las personas que tienen un vínculo por ejemplo con el cannabis, el alcohol o la cocaína necesitan un tratamiento. Lo necesitan cuando hay un problema, y para que esto ocurra tiene que haber una construcción entre la persona que tiene un vínculo con ese objeto, su red significativa y el sistema de salud.
Básicamente tenemos que adaptarnos a aquellos consultantes que necesiten un acompañamiento y lo hemos hecho a través de intervenciones basadas en internet. La necesidad de personalizar los tratamientos y las intervenciones terapéuticas, muestra como una opción más amena la virtualidad. Antes de la pandemia en ABRA ya complementábamos algunos tratamientos con el uso de Whatsapp porque agiliza la dinámica terapéutica y nos permite llevar cosas de la virtualidad al espacio de análisis.
En cuarentena los profesionales en ABRA intervienen a través de videollamadas, mensajes de Whatsapp o con el envío de videos previamente filmados.
Para cerrar, creo que una de las grandes dificultades que vamos a tener durante la pandemia o el aislamiento, sobre todo quienes tienen un vínculo habitual con alguna sustancia ilegal o uno intensivo, es que probablemente empiecen a tener inconvenientes en cuanto al insomnio, irritabilidad, intolerancia, ansiedad. Debido a la dificultad de obtención del objeto.
Y post pandemia, o post aislamiento obligatorio, creo que también pueden llegar a ocurrir una especie de intoxicaciones colectivas, desde el punto de vista de aquellas personas que por ahí no están pudiendo reunirse con su junta, con su grupo de pares. O salir por ahí como a veces puede llegar a suceder, a como digo yo, desintoxicar el alma de sobriedad, cuando esto se empiece a flexibilizar, va a haber,una ingesta colectiva. Estas son situaciones que podrían darse.
Si querés, podés escuchar la entrevista acá abajo
Me llama la atención esto que decías respecto de la dificultad para conseguir sustancias. ¿Les consultantes han reportado sensaciones respecto a esta dificultad? ¿Ha cambiado esto de alguna manera sus hábitos de consumo? Ya sea a través de otras drogas o una búsqueda de reemplazo con otras prácticas
Lo que sucede por un lado es que, lo que denomino yo, la sustancia careta: el alcohol, el piscofármaco y el cigarrillo de nicotina; empiezan a registrar un incremento porque son como las formas de afrontar que desarrollan para poder generar una especie de autoterapia a ese deseo o a ese hábito ya insstaurado de poder consumir. Por ejemplo, marihuana y el hecho de no tenerla en este contexto, lleva a ese incremento de ansiedad, entonces hay como una especie de traslación de la conducta adictiva a otros objetos como el alcohol, la nicotina y los psicofármacos. No solamente que uno ya lo empieza a percibir dentro de la población de ABRA, en determinados casos, sino también cuando uno comienza a leer las investigaciones más actualizadas sobre el fenómeno que está dejando esta pandemia en relación a los consumos problemáticos, claramente tiene que ver con esto: en un incremento del consumo de alcohol y psicofármacos. El consumo de psicofármacos ya viene teniendo un incremento, por esto de estar de moda o estar permitido. Yo me fumo tres secas de faso para poder sentirme más tranquilo, porque ese es el sentido que le encuentro, y soy señalado con el dedo como el famoso drogón, pero ahora si yo estoy ansioso y me clavo dos miligramos de clonazepan, está permitido. Por eso le llamo a estas sustancias “caretas”. Pero volviendo específicamente a tu pregunta, sí, se está empezando a ver un incremento de intoxicación en consumo de alcohol, nicotina y psicofármacos en pos de poder compensar esta ausencia o esta dificultad de poder conseguir esos objetos ilegales.
Yendo a su trabajo cotidiano y no tanto a la coyuntura. Queríamos saber qué medidas son necesarias para abordar el consumo problemático en Argentina y qué políticas deberían cambiar para contemplar las personas que hacen uso no problemático de sustancias.
Argentina tiene que ir al plano de replantearse todo, en lo que son las políticas públicas de los consumos problemáticos. Desde el punto de vista de que en la actualidad la parte sanitaria está muy desactualizada. No hay criterios terapéuticos que puedan generar empatía. Hoy todavía se está usando el concepto de uso, abuso y dependencia; de un manual claramente reduccionista, como es el manual de psiquiatría o de los trastornos psiquiátricos. Lo que determina el abuso es el tiempo, ¿no? Y cuando vos vas a la realidad clínica eso es totalmente diferente. Si una persona me dice a mí que hace un año que consume marihuana, yo ya tendría que catalogarlo como una persona que tiene un abuso, y si tiene un abuso significa que tiene un problema. Pero después cuando la persona te devuelve su realidad, que a pesar de consumir marihuana hace un año, tiene un funcionamiento global de su vida totalmente acorde a lo que esa persona espera (fijate que no utilizo la palabra normal), te das cuenta de que ese libro o esos criterios, están totalmente desactualizados. Entonces yo creo que en la parte sanitaria principalmente lo que tiene que haber es una actualización y un cambio de paradigma total, porque aún sigue imperando el paradigma médico-biológico. Y si bien ya tenemos una ley que cumple 10 años y es la Ley de Salud Mental, que determina que la problemática es multifactorial… todavía falta. Y después yo creo que el gran movimiento que viene hay que verlo en nuestros vecinos uruguayos, es empezar a pensar la lógica de reducción de daños; que también está legislada y está dentro de lo que es la Ley de Salud Mental. Digo esto de la reducción de daños porque creo que un poco responde a tu pregunta sobre el uso prudente o no problemático de sustancias. Entonces, claramente el posicionamiento de la reducción de daños es un movimiento que es difícil también poder definirlo, porque más que criterios terapéuticos, tiene que ver con principios. Es un movimiento filosófico existencial lo que es la política de reducción de daños. Entonces, poder empezar a implementarlo va a generar una actualización del sistema sanitario y claramente va a poder generar como una especie de prevención universal para aquellas personas que tienen un consumo y que justamente ese consumo no se tenga que volver problemático.
Sí totalmente, que se piense la política para ese sector de la población usuaria de sustancias que es muy grande.
Es muy grande porque inclusive, si nosotros por ejemplo tenemos que pensar solamente en el objeto de la marihuana, si uno va a los estudios más recientes que se han hecho, en Santa Fe (al rededor de 2015) vos vas a encontrar ahí que la cantidad de personas que consumió alcohol en el último mes, ronda en un 80%. Y cuando se ve el consumo de marihuana, ronda en un 10 y 14%. Si ese objeto, sería un objeto que inclusive no estaría dentro de las, mal llamadas, sustancias ilegales, yo puedo asegurarte que las personas que tienen un consumo rondan casi en la misma cantidad que las personas que consumen alcohol. Entonces, nosotros, tenemos que hablar de todas las sustancias, de todos los objetos, y no focalizarnos en determinados objetos, al comprender que vivimos en una cultura consumista, todas las personas hoy somos consumistas. Entonces al hablar de una política de reducción de daños, también estamos hablando de una política de salud pública, y de cuidado de los ciudadanos.
Retomando esto que venías diciendo de la ley, no es un dato menor que está cumpliendo diez años. Una ley de salud mental que de alguna manera cristalizó un cambio de paradigma. Y en ese sentido, queríamos saber qué discusiones en el campo de los consumos problemáticos, retrasan estos cambios de paradigma que impulsa la ley y cuáles son realmente las discusiones necesarias para pensar abordajes más efectivos y sobre todo más humanitarios.
Creo que, principalmente, lo que invisibiliza la evolución de esta ley es por un lado, que aún no hay una decisión política de llevarla a cabo, porque cuando se entiende que hay una decisión política se entiende que hay recursos económicos, recursos humanos y voluntad para poder acompañar la transición crítica de salir de un status quo para poder lograr un cambio. Por el otro, lo que se genera son un enquistamiento de las instituciones de encierro. Lo que se denomina también las instituciones cerradas, es decir, instituciones que siguen imperando con criterios disciplinarios, jerárquicos, hegemónicos, donde la verdad la tiene solamente una disciplina; la decisión la tiene solamente una persona, la disciplina por lo general es la médica, también existen por ahí psicólogos o teorías psicologizantes que creen tener la verdad, por ahí en mi discurso, pareciera que solamente apunto al saber médico, pero también dentro del movimiento psicológico hay corrientes que creen tener la verdad absoluta de todo y que pueden dar explicaciones de todo. Y estas instituciones siguen utilizando el sufrimiento, el castigo como intervención terapéutica de cambio; y la modalidad no compleja del abordaje terapéutico, sino la simplicidad. Por ejemplo: “la persona sigue consumiendo porque no tiene ganas de cambiar”, entonces lo que hacen es seguir trabajando de puertas cerradas. Es decir, no tienen un trabajo interinstitucional. Inclusive cuando desde ABRA hemos intentado hacerlo, nos hemos sentado con directores de instituciones para diseñar planes estratégicos pasaba, como se dice coloquialmente, que se cortaban con la decisiones, no había un trabajo interinstitucional. Y por otro lado, yo creo que también los escenarios de formación de las disciplinas, la universidad, que trabajan en el campo de la salud mental, tienen un discurso interdisciplinario. Ahora en la práctica, sigue siendo un trabajo disciplinario. Hay una gran diferencia entre el trabajo interdisciplinario y lo que es el multidisciplinario. Para el trabajo primero lo que necesitás hacer es trabajar tus propios egos, así de simple. Y para trabajar tu propio ego tenés que tener un gran recorrido personal con vos mismo. Ya sea con ayuda de otra persona o solo. Y en ese sentido, uno en la práctica termina dándose cuenta que en realidad no, que en realidad sigue imperando la lógica de la visión unipersonal. Que cuando la otra persona genera un debate en cuánto al posicionamiento terapéutico o de criterio, el otro se termina enojando. O construyen falacias sobre faltas de respeto. Entonces, terminan cayendo en lo más fácil: externalizar, por ejemplo, dentro de los consumos problemáticos, se dice: ” y… no tiene motivación”. Entonces, dentro de ABRA pensamos: “¿qué es lo que estamos haciendo o no estamos haciendo para que empiece a tener motivación?” Eso es un posicionamiento internalizador, es decir, me invito yo a mi propia reflexión. Bueno eso está dentro de la ley. Porque hace referencia también a un gran cambio de paradigma en cuanto a que el problema de salud mental, y específicamente a las adicciones, es un problema multidimensional, lo que mencioné antes: es social, familiar e individual.
Se debe partir de la presunción salutogénica del consultante, es decir, no es el típico paciente enfermo pasivo, del siglo XX, donde el médico con el guardapolvos es el gran maestro poseedor del saber positivista y te dice a vos qué es lo que tenés. No… no. Hoy en día tenemos que partir de la presunción salutogénica, es decir, partir desde que la persona tiene los recursos para poder cambiar su estilo de vida.
Y eso, ya marca un gran cambio respecto a lo que se venía haciendo. Entonces, me parece a mí que es decisión política, voluntad, que las instituciones de encierro -cerradas- se comiencen a abrir y que en el plano de la formación también empiece a haber la internalización de lo que es la Ley de Salud Mental.
Esto que comentabas de las cuestiones personales metidas en un trabajo que es institucional uno podría pensar que en este campo de la salud mental no pasan, pero bueno, como decís, parece que sí.
Si sucede. Porque esto ya no tiene que ver solamente con el saber o las disciplinas psicología, medicina, trabajo social… que tienen un saber aún, entiendo yo, sesgado, hegemónico, sino que también, tiene que ver con la actitud personal del trabajador. Y como los consumos problemáticos y las adicciones, por la lógica prohibitiva, siempre se dieron explicación por un mal de la sociedad, es decir, aquella persona que tiene un consumo problemático es el mal de la sociedad, es decir, hay una concepción moralista, en su gran porcentaje, aquellos trabajadores que están en el campo de la salud mental y trabajan específicamente los consumos problemáticos, siguen teniendo ese bagaje moralista. Entonces, si vos, ya de por sí estás consumiendo, “está mal lo que estás haciendo”. Y encima si no lo querés dejar de hacerlo, te empiezan a retar. Y en ese reto, te quieren castigar. Y el castigo es el encierro o dejarte sin tratamiento. Entonces, por eso digo que el cambio es replantearse todo de lo que se está haciendo sobre los consumos problemáticos. Y aún Argentina, y Santa Fe, específicamente que nuestra región, está en veremos.