La Cata de Mujeres nació en abril de este año y en menos de 7 meses florecieron 8 ediciones en distintos puntos del país. Empezó con el propósito de encontrar a compañeras cannábicas de distintos lugares, espacios políticos y otras autoconvocadas. Un espacio de encuentro, y para disfrutar momentos especiales con experiencias que nos potencien en nuestra vida cotidiana.
La idea pintó en el Festival Internacional de Cine Cannábico (FICC), luego de una charla sobre género y cannabis en la que participaron Valeria Salech, de Mamá Cultiva y Vane Jufre, una compañera trans activista por los derechos humanos que milita la causa cannábica hace años. Entre el público, habían ido a apoyar mujeres grosas como Grace Lan que este año organiza con otras mujeres la 13° edición del Encuentro Cannábico Nacional de Mujeres y Disidencias Transfeministas.
Germinar la semilla
“Me voy del país”, avisó Vane. Y esa fue la excusa que dio pié a la primera Cata de Mujeres, una fiesta de despedida para nuestra compañera, pero que luego cobró vida propia y se propagó como los esquejes.
Pensar la locación nos daba temor, pero seguimos, buscamos y encontramos el lugar ideal. Recuerdo un día que estaba en mi casa y vino Abril, amiga con la que compartimos tareas de cultivo, y le comenté la idea. Ella simple y sabia, con sus 21 años, me dijo “¿Y por qué no?”.
Su respuesta me resuena en la cabeza hasta hoy, que ya hicimos 8 ediciones. Su confianza sanó algo. Me dio una sensación de certeza, de estar segura haciendo lo que la vida me encauza.
Cosechar encuentros
La primera cata fue en La Plata, cerca de las vías del tren. Fuimos 65 personas en total. Vinieron mujeres platenses y de otros lugares. Cada una trajo sus chiches para jugar, con cositas para el picnic. Afuera había un sector de libros afuera, en una de esas mesas de patio que acumulan cientos de encuentros, charlas e historias.
Esa vez estuvo Beatriz Horrac, ex presa política durante la dictadura cívico-miitar, que leyó un trecho del libro colectivo “Nosotras en libertad”.
La segunda cata fue en los días previos al Congreso de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) sobre Cannabis y Salud. Tuvimos una noche divina en otra ubicación. Un patio mágico nos recibió, con menos muestras para catar pero con un poco más de experiencia.
En la tercera edición, almorzamos un guiso al disco. Fue un sábado de sol. “Fue lo más de lo más”, me dice una amiga recordando ese día. Como en la primera edición, cantó Sol Margueliche y la rompió junto a su compañero. No faltó su super hit: Natural.
Para la cuarta, tuvimos la presencia de Sol despeinada, una activista feminista, médica e influencer con la que nos puso en contacto la gente de 1439. Tuvimos una charla sobre detección de hongos en las flores dictada por Karen de Pin de Chala y disfrutamos una cata con varias genéticas locas.
La quinta fue la primera vez que la cata salió de la ciudad de las diagonales. Fue en CABA y la convocatoria explotó: 75 mujeres en una noche de dancehall épica y llena de disfrute en una bella terraza.
La sexta edición quisimos ir más lejos y llegamos a la ciudad de Mar del Plata. Con la ayuda de las locales que hicieron magia, tuvimos una hermosa tarde en el bosque y en círculo, pudiendo catar tanto frutos locales como de otras ciudades del país.
La séptima cata fue distinta a todas las demás. En conjunto con el evento internacional de mujeres cannábicas llamado @womenincannabiss, la edición salió increíble. Esta alianza la hizo fresca, sutil, sublime y espontánea. CABA también nos recibió esa vez.
No hubo fichas de cata, como en las ediciones anteriores, pero sí degustamos más de 10 genéticas diferentes, a elección de las pibas. Como en cada cata, nos dedicamos a gozar, a divertirnos y conocernos más. Por primera vez hubo una sesión de yoganjah con @Puffco a cargo de Guada y Celina, y también una charla de @erisastrologa.
Así cerramos con broche de oro una edición más de la cata, que fue la previa para la Expo Cannabis Argentina, donde por primera vez organizamos un “círculo de mujeres cannábicas” junto a la Red Latinoamericana de Mujeres Cannabicas (RELAMUCA) que articula en la región desde 2016. La propuesta fue bienvenida por la organización y nos asignaron un espacio dentro del evento marihuano más importante del país.
Cuando llegamos hicimos un círculo con las sillas. Pero a medida que las mujeres iban llegando, el círculo se abría más y más para poder vernos a los ojos. Después de una ronda de presentación, comenzamos por la compañera de mayor edad a circular la palabra, hasta que cada una pueda hablar. “Estamos aprendiendo a sacar la voz”, pensaba por dentro.
El final del círculo fue un sueño hecho realidad, nos paramos para despedirnos y nos tomamos las manos. Sentí la energía que circulaba, las vibraciones de las gargantas de todas, conectadas, uniendo nuestras manos, nuestras voces, nuestras ideas y nuestros corazones para sanar.
Claro que yo lloré, creo que mi llanto fue colectivo. Las mujeres sabemos, sentimos, cuestionamos y hacemos que las cosas pasen. Y a veces, solo a veces, cuando nadie “nos necesita”, nos tomamos un recreo para sentipensar, recordar, volver a pasar por el corazón, aquello que somos, cuando somos “más nosotras que yo”.
Finalmente, el sábado 9 de noviembre celebramos la octava Cata de Mujeres en la ciudad de Bariloche, frente al Nahuel Huapí. La misión se cumplió, pasamos el mensaje… lo demás, ¡que lo cuenten como quieran!
Conocé más sobre la Cata de Mujeres y seguí sus novedades y próximas ediciones en su instagram: @catademujeres.