El cannabis viene siendo objeto de las regulaciones más diversas y hasta contradictorias en el planeta. Desde países con penas desproporcionadamente groseras en prisión por su consumo, a la posibilidad de adquirirlos en las más variadas presentaciones en otros, surgen estos interrogantes ¿Cuáles son las actuales razones de la prohibición del cannabis en el mundo? ¿Se encuentra en retroceso el prohibicionismo cannábico o, por el contrario, mutó y se hizo más resistente? ¿Es cuestión de derechos humanos? ¿Cual es la posición de la Argentina dentro de este amplio panorama?
Realizando un breve recorrido por el mundo -no lograremos obviamente visitarlo entero- y aprovechando la imaginación ya que no podemos viajar, invito a que observemos la superficie de las actuales regulaciones internacionales donde intentaré responder a dichos enigmas. Luego, y una vez que tengamos relativamente claro el mapa actual, veremos con mayor precisión qué modelo de Estado es la Argentina dentro de esta comparativa.
CLASIFICACIÓN
Hoy en día apreciamos al menos tres niveles en las legislaciones comparadas a la hora de regular el cannabis. Similar a un semáforo, podemos ejemplificar con rojo a aquellos países que castigan duramente su consumo privado incluso con largas penas de prisión. Con el color amarillo podemos señalar la permisión a su producción y consumo sólo con fines terapéuticos, científicos o industriales – nivel donde se ubica Argentina y la mayoría de los Estados al menos en la última década, sin perjuicio además de mostrar una cierta tolerancia algunos en otros casos insignificantes de consumo privado. Por último, y con verde, veremos a los modelos de regulación más permisivos, los que habilitan ya su libre consumo con fines adultos y responsables además de terapéuticos.
LA ZONA ROJA
Sin duda alguna el prohibicionismo internacional del consumo de sustancias ilegales hizo una de sus más fuertes pisadas en Asia. Pero a su vez, podemos identificar algunas causas políticas, sociales o religiosas en común que derivan en su excesivo punitivismo hacia el usuarie y su grupo social. ¿Se trata de cultura patriarcal, religión, regímenes políticos perpetuados? Veamos algunos de los países más severos en cuanto a la penalidad del consumo de cannabis -en rigor, de su componente psicoactivo-, y a su vez las políticas represivas hacia las disidencias LGTTBIQ+.
Por otra parte es importante tener presente en este apartado dos recomendaciones claves de la Organización Mundial de la Salud. La primera, a comienzos del año pasado, cuando recomendó a la Asamblea General de O.N.U. la remoción del listado de drogas fuertemente adictivas o de nulo valor terapéutico, y la segunda, del 17 de mayo de 1990 donde eliminó la homosexualidad del listado enfermedades psiquiátricas.
Previo al análisis de los primeros ejemplos, nobleza obliga tener presente que el Islam prohibe el consumo de drogas, La respuesta es simple, en el caso del cannabis, la psicoactividad del THC lo convierte en una sustancia intoxicante, por lo que su consumo se considera inaceptable para el credo. En la Edad Media, para decirlo así, la Iglesia Católica castigaba con mayor fuerza a mujeres de zonas rurales que preparaban medicinas caseras no convencionales por considerarlas hechiceras o brujas. Para la doctrina islámica, las drogas no sólo dañan el cuerpo del ser humano -el cual se considera vicerregente de Dios en la tierra- sino que nublan el libre albedrío necesario para distinguir entre el bien y el mal. Por estas razones también se prohíbe el alcohol.
En Indonesia, según un informe del Transnational Institute (2016), el cannabis es considerado de nulo valor terapéutico y es incluido en el grupo 1 del listado de drogas peligrosas junto con la heroína o la cocaína. Los castigos varían según la cantidad que es secuestrada, para pequeños consumidores con escasos montos se prevén penas de prisión. El cultivo de 5 plantas o más puede ser de cinco a veinte años de prisión o cadena perpetua. Conforme el informe referenciado, hasta 26 personas por día son condenadas a prisión por consumo privado de cannabis. En cuanto a algunos aspectos de sus políticas públicas de género, el gobierno planea sancionar rehabilitaciones forzosas para aquellas personas que presenten una sexualidad “desafiante”. Similar es el régimen de los Emiratos Árabes Unidos, donde se puede llegar a condenar a una persona por su mera presencia en la sangre.
De todas formas, las agencias internacionales implementan buenas políticas de información previa a los viajantes, tanto en Embajadas como en aeropuertos. Pero precaución, en 2012 se ha llegado a sentenciar a la pena de muerte a extranjeros por una pretendida y frustrada venta de 20 gramos de marihuana. El exorbitante clamor internacional y denuncias de ONGs de Derechos Humanos lograron su sustitución por prisión. Tanto en el cultivo como por la posesión de marihuana. En cuanto a politícas sobre diversidades, la homosexualidad está penada hasta con la muerte, conforme nos ilustra Wikipedia e informes de organismo internacionales de DDHH.
A pesar de todo, puede observarse que la relación entre Islam y cannabis todavía no está del todo resuelta. Las costumbres ancestrales ejercen un fuerte rechazo contra su prohibición y libre circulación. Marruecos, con religión Islámica mayoritaria y con expresa mención Constitucional de sumisión del pueblo a la voluntad de Dios, es el mayor productor de resina de cannabis (Hachís) del mundo, según un Informe (2017) de la Organización Transnational Institute.
Singapur,-ediliciamente impactante- penaliza hasta el consumo de cannabis con fines medicinales. La posesión o trafico de pocos montos de marihuana puede conllevar hasta la pena de muerte a extranjeros. Su misma Embajada lo advierte en Internet (no se conocen perdones de estas decapitaciones). Hasta el día de hoy su Alta Corte rechaza declarar la inconstitucionalidad de la norma que castiga la homosexualidad entendiendo que la ley es un reflejo de las “creencias y sentimientos populares”. A diferencia de Indonesia, Singapur tiene una minoría musulmana, siendo el Budismo su religión predominante, por lo que vemos, no es sólo cuestión de apuntar a una determinada religión como fundante del prohibicionismo contemporáneo.
Sectorizar sólo en Asia o en determinada Religión la extrema dureza contra el Cannabis tampoco sería dar una respuesta integral al interrogante. Para no irnos tan lejos, Cuba penaliza el consumo del cannabis e incluso desautoriza su uso terapeútico. No podemos negar su sobresaliente nivel de salud e investigación médica, sin embargo, su postura respecto al cannabis medicinal no deja de llamar la atención dado el avance de este último como herramienta medicinal y terapéutica en todo el planeta. Por otro lado, sin ser Asiáticos, ni un Estado al menos “marcadamente” religioso, pese a que un 60% de su población se confiesa católica -la religión no ha llegado a influir sobre las políticas públicas ni legislativas-, se detecta una marcada marginación y discriminación hacia la homosexualidad, la cual, pese a no ser hoy en día “ilegal”, tampoco se prevé legalmente el matrimonio igualitario, ni la adopción por parejas del mismo sexo. Lo cierto es que la herencia comunista-castrense dejó sus profundas huellas en épocas de dura represión hacia las colectividades tanto de usuaries de drogas psicoactivas como de diversidad sexual, situación que hoy dirigentes como Mariela Castro Espín -hija de Raul Castro- intentan revertir, revisando las costumbres patriarcales arraigadas de la herencia hispano-africana que a la postre vivió décadas de una dictadura militar muy restrictiva de las libertades. La resistencia de sectores del gobierno a la deconstrucción persiste, por lo que la comunidad LGTTBQI+ de la isla viene dando fuertes reproches al respecto.
LOS GIGANTES ASIÁTICOS Y LA ZONA AMARILLA
Antes de adentrarnos en la zona amarilla, veamos el fenómeno Chino y Ruso, los cuales, siguiendo nuestro método de clasificación, por su dureza con les usuaries, podríamos denominarlos “anaranjados”:
Rusia se exhibe fuertemente estricta con las drogas “blandas”, al menos así lo viene anunciando su Presidente Vladímir Putin y la marihuana no es ninguna excepción a éstas, quizás, en realidad, es el ejemplo perfecto. En consecuencia, su política prohibicionista proviene de factores político-criminales estratégicos de control social, y no religiosos obviamente. Menos creo que se trate de un fiel respeto y consideración a su par Norteamericano -principal impulsor de los tratados internacionales de prohibición de sustancias ilegales-, todo lo contrario, incluso Rusia hoy en día bajo teorías como la de la “escalera” sostiene lisa y llanamente la vetusta idea de que las drogas blandas son la principal entrada al abuso de sustancias más tóxicas por lo que su erradicación deviene necesaria para la salud de su pueblo hasta en cierto sentido orgullosamente represivos. Desde multas por posesión de pequeñas cantidades, hasta trabajos forzosos y confinamientos para rehabilitación, las penas de prisión pueden llegar a los diez años si la cantidad de hierba supera los 100 gramos. ¿Les señalo una coincidencia? Sí, casualmente -o “causalmente”- Rusia es un país marcada y materialmente homófobico, pese a que en sus discursos políticos hagan gala de haber suprimido como delito la homosexualidad en 1993 (y considerarla un transtorno mental hasta 1999), la razón, a groso modo, es la asociación de la libertad sexual con la pedofilia, sumado un energético recelo y protección de la “familia” mongámica y tradicional. En resumen, y abandonando el suelo Soviético, sus razones prohibicionistas son las más trilladas: el cannabis como puerta de acceso a drogas duras y que su consumo degenera la ciudadanía “pura”. Sin embargo, su interés por la producción del cáñamo industrial viene en ascenso, si bien hasta antes de la Revolución fueron cultivadores legendarios de cáñamo, será en el SXXI donde esta superpotencia económica irá por todo lo que el cáñamo le permita, desde lo textil, hasta lo gastronómico, al menos así lo han informado algunos pocos valientes.
En China, una de las principales potencias mundiales, las cosas no varían mucho. Tampoco la religión influye en la legislación civil y penal -lo que no significa que no se profesen varias-, y el uso del cannabis, tanto recreativo como terapéutico se encuentran prohibidos. Si bien el uso de la planta es milenario, no fue cabalmente hasta la década del ochenta donde el régimen comunista instauró su prohibición más dura por su consumo personal —junto con otras sustancias— con las más estrictas penalidades. Su tráfico puede derivar en la pena de muerte y su disfrute por extranjeros al menos una deportación. En cuanto a sus políticas de género, en 1979 se criminaliza la homosexualidad, y no es hasta fines del SXX que su gobierno se ve obligado a aceptar las diversidades —lógicamente, virtud de miles de protestas y mártires—, al extremo de considerar actualmente a nivel legislativo el matrimonio igualitario, existiendo en espera un colectivo social que hasta el día de hoy no goza de buenas políticas de reconocimiento. Ahora bien, cosa distinta pasa con la producción del cáñamo y el CBD (el cual no posee componentes psicoactivos y su legalidad ya es indiscutida internacionalmente), negocio del cual tanto la potencia oriental, aledañas de la región no se están quedando para nada afuera. China es el principal exportador de cáñamo del mundo y posee la mitad de las 600 patentes de cannabis del mundo, lo que la posicionan como la primera exportadora de cbd medicinal de manera certera en un futuro próximo. Similares recorridos vienen llevando Tailandia, Corea del Sur —que fue el primer país asiático en regular el cannabis medicinal— y Japón, aclarando que todas sus legislaciones represivas son muy estrictas en lo que hace al consumo privado. Sin embargo, les preparé una perlita para el final.
LA NUEVA OLEADA MEDICINAL
El cannabis se usa como medicina desde tiempos inmemoriales. En el S XIX su uso recreativo era totalmente lícito y el medicinal hasta fue difundido por los médicos de la época, quienes, sin contar con los avances científicos contemporáneos, advertían sus efectos positivos ya en muchas enfermedades. No perderemos tiempo reviviendo la historia del prohibicionismo, basta por el momento recordar que en 1961 por impulso de la ONU —en rigor de verdad, EE.UU. detrás de todo— se celebra la Convención Única sobre Estupefacientes y nace de manera más formal su prohibición internacional e institucionalizada, junto con otras sustancias, en la mayoría de países del globo.
De todas formas, al menos en los últimos diez años se acrecentó la cantidad de gobiernos que se deciden por permitir el cannabis a nivel medicinal. Muchos de ellos a su vez ya permiten el autocultivo doméstico, veamos algunos ejemplos:
España se encuentra cerca de una regulación integral, la cual viene llevando años de búsqueda en el cuerpo social, que obtuvo a duras penas modelos de autoabastecimiento comunitario. Los clubes sociales de cannabis llevan más de 20 años cultivando para autoabastecimiento. Sus miembros son personas adultas y en la actualidad existen al menos 1.000 clubes que abastecen cerca de 9250 personas cada uno.Esto no significa que el autocultivo esté despenalizado, a similitud de Argentina, la justicia lo tolera siempre y cuando sea para consumo propio, fundamento que ha servido en cierta zona gris al auge de los clubes de cultivo. Su legislación está más próxima a regular primero el cannabis a nivel medicinal. Bélgica se asemeja mucho a España en materia de clubes de cultivo —en rigor, el modelo asociativo hizo eco en toda la política de drogas de la Unión Europea—.
Alemania, tiene un régimen similar al nuestro. Si bien el cannabis se encuentra entre las drogas prohibidas en su catálogo represivo, las posesión de pequeñas cantidades está despenalizada. Como detalla un informe del Transnational Institute al igual que Argentina sancionó la ley n° 27.350 en 2017, allí entró en vigor la Ley del Cannabis como Medicina. Esta ley regula el uso de productos farmacéuticos a base de cannabis en casos concretos como una alternativa terapéutica para pacientes con enfermedades graves. La producción está a cargo del Estado, el cual creó un órgano específico al efecto.
Abandonando Europa —como en todo viaje sólo podemos pasar algún poco tiempo en cada destino— dejo a consideración países como Suiza (con un interesante modelo de reducción de daños trabajado en el último cuarto del siglo pasado), Reino Unido (donde la policía ya recomienda no detener a usuarios por escasos montos para consumo personal), Polonia (fuerte productora de CBD), y los demás a los que su interés los destine.
En América Latina, Brasil comenzará a producir cannabis con fines medicinales,sin embargo, su gobierno anunció que hasta el momento no permitirá el autocultivo. Colombia se presenta como el mayor exportador de Cannabis de la región, el cual utiliza el régimen de licencias otorgadas por el Estado. También se sumaron a la regulación del cannabis medicinal Paraguay, Chile, México y Jamaica, en este último caso con fines religiosos y medicinales debido al reconocimiento al Culto Rastafari. A Uruguay y Argentina volveremos en breve.
Detrás de muchas de estas políticas Latinoamericanas, aparece el cuerpo social que realiza un fuerte reproche por considerar que los gobiernos buscan apropiarse de un bien universal —y mucho más inocuo que muchas drogas legales— apuntando a un negocio multimillonario. Con la herramienta política de la prohibición, se continúa poniendo trabas a la socialización de la planta. Por lo que podemos advertir con meridiana claridad, una influencia peculiar del capitalismo detrás de muchos países de la zona amarilla y verde, lo que no es nada extraño, dada la estimación de un negocio mundial de U$$340.000 millones de dólares anuales. Por otra parte, muchos también opinan que los gobiernos deben tener presencia obligatoria al lado de las empresas privadas, para no volver a repetir los errores de monopolio y dominación arbitraria del mercado cometidos con el alcohol y el tabaco.
VERDES PUNTA AMARILLA
Holanda fue pionera en esquivar el prohibicionismo del cannabis, optando por una política de reducción de daños. Su idea fue sencilla: utilizar al cannabis como herramienta para tal tarea. Desde 1976 tolera la venta de hachís y semillas en los Coffeeshops a personas adultas, a su vez permite el autocultivo de 5 plantas para consumo personal, sin embargo sigue estando prohibido el cultivo de cogollos y semillas a gran escala, pese a que estos delitos son muy poco combatidos en muchos casos, por criterios de política criminal.
El modelo holandés logró disminuir el efecto góndola alejando a usuaries de cannabis de otras drogas “duras”. Sin embargo, tampoco podemos ubicar enteramente a la naranja mecánica en la zona verde, ya que sus propias políticas internas por el momento se conforman con mantener ciertas formas de control típicas de su experiencia y no abandonar por completo la presencia del derecho punitivo.
También puede generar confusión Portugal, donde en 2001 se procedió a despenalizar todas las drogas ilegales (despenalización, recordemos que no es lo mismo que regulación). Pese a que se sumó a la industria del cannabis medicinal, curiosamente, en este país tan permisivo, todavía sigue estando prohibido legalmente el autocultivo, razón por la cual, pulgar abajo para ingresar a la zona verde.
THE GREEN ZONE
No podíamos volver a casa sin visitar brevemente los Estados más permisivos del mundo con el cannabis. El más cercano y pionero en regular el consumo en todas sus formas fue Uruguay en el 2014. Su política fue marcadamente socialista, asegurando la soberanía popular mediante el autocultivo y clubes sociales, a la par que lo asegura mediante la distribución en farmacias autorizadas. Hasta hoy, según estudios de monitoreos oficiales de dicho país, el consumo de cannabis clandestino disminuyó en más de una quinta parte, y conforme estadísticas el consumo en adolescentes disminuyó; resultados a contramano de lo que se creía por los principales opositores al proyecto. Le sigue Canadá que dictó su regulación legal en Octubre de 2018. El objetivo perseguido por el gobierno canadiense era disminuir el narcotráfico, alejar a los niños y niñas de su consumo, como asimismo blanquear una realidad que surgía de fondo. Dejo este interesante documento brindado por el acuerdo por la regulación legal donde relata dicho proceso. ¡Dicho y hecho! en tan sólo un año el consumo entre jóvenes entre 15 y 17 años se redujo a la mitad, de 19,8 % a 10,4% y según el monitoreo oficial el 52% de usuaries de cannabis ya se abastece por el mercado oficial.
Nos despedimos de la zona verde con su integrante más excéntrico. Estados Unidos prohíbe el consumo de cannabis a nivel Federal. Sin embargo, dada la fuerte soberanía de su propio federalismo, muchos Estados por cuenta propia han hecho caso omiso a una de las prohibiciones más controversiales de la historia de la humanidad. 14 estados y territorios de EE.UU. han legalizado las ventas de cannabis recreativo para adultos (aunque las regulaciones no se han implementado por completo en lugares como el Distrito de Columbia y Vermont) y un total de 33 de sus 50 estados —entidades subnacionales que comparten soberanía con el gobierno federal— han legalizado el cannabis con fines médicos.
Por lo que en el país de la libertad y la prohibición nos encontramos actualmente con una verdadera ensalada de legislaciones antagónicas y contradictorias. Para rescatar algunos datos de interés, California está a punto de eliminar 50 mil causas penales por posesión de Cannabis. En Nevada más de 15 mil personas fueron indultadas recuperando gracias a dicho perdón, nada más ni nada menos que el derecho a votar. Algo similar sucedió en Washington, donde en sólo tres años (2011/2014) lograron reducir un 98% las causas judiciales a usuaries. De todas formas, no podemos dejar de lado el factor económico detrás de la potencia norteña, donde se estiman ganancias anuales cercanas a los US$14.000 millones anuales, lo cual a la postre también representa una valiosa y emergente fuente laboral.
Ilustración de Adriel Radovitzky.
ARGENTINA HOY: CONCLUSIÓN Y YAPA
Vayamos respondiendo: ¿Cuáles son las actuales razones de la prohibición del cannabis en el mundo? Como vimos, en gran parte son razones de religión. Pero para que se produzca el fenómeno punitivo excesivo, a su vez, los países deben dejar prácticamente a la Fe el gobierno civil. Dichos Estados conscientemente se apartan de la política internacional de Derechos Humanos en delgadas líneas donde su conservadurismo se los marca tanto en consumo de sustancias como en diversidades sexuales. Las recomendaciones de la OMS prácticamente no les hacen mella. Pero incluso en el Islam encontramos distintas posturas, y en muchos casos la influencia de la diversidad de culturas reclaman la legalidad de una planta que consideran no sólo sagrada, sino profundamente rentable- recordemos Marruecos, entre otros.
¿Se encuentra en retroceso el prohibicionismo del cannabis o, por el contrario, mutó y se hizo más resistente? Como vimos, otro factor puede deberse a la herencia de regímenes autoritarios perpetuados en el poder, los cuales en el plano civil imponen lisa y llanamente ideales de sociedad y ciudadanía. Tal el caso de Rusia y China, donde las libertades civiles tienen otra perspectiva que en occidente. Sus justificaciones generalmente son la teoría de la escalera y el control sobre los cuerpos —paternalmente expropiados de sus súbditos— a su vez, sus políticas represivas con la diversidad sexual así también lo infieren. En tal caso se trata de un cisexismo impuesto por los gobiernos con claros tintes de heteronormatividad y monogamia con fuerte rechazo a las disidencias sexoafectivas y las identidades no binarias. Tal el caso también de Cuba, que combate cada día por superarlo.
Podríamos afirmar, que el prohibicionismo con origen en occidente se trasladó a Oriente, donde recrudeció y se hizo autónomo. Esto puede tener mucho de cierto, pero recuerden que les tenía preparada una yapa, la cual es Corea del Norte, quizás el régimen más totalitario de todos, donde el consumo de marihuana está totalmente permitido. ¿La llamativa razón? sencillamente no la consideran una droga peligrosa. Sin embargo, el machismo de Norcorea es quizás uno de los más repugnantes del mundo según informes de observatorios de Derechos Humanos, por lo que, pulgar abajo en la zona verde, ya que me afilio a la corriente que identifica machismo con prohibicionismo.
¿Es cuestión de derechos humanos? Indiscutiblemente. Hoy en día no solo se busca reforzar los derechos humanos básicos de dignidad, privacidad, autonomía, salud e identidad, sin perjuicio de que las voces más autorizadas en materia de política de drogas consideran que el modelo abstencionista de las drogas es el principal factor del crecimiento del narcotráfico, la violencia y qué decir del desproporcionado e inútil uso de la cárcel y el castigo para resolver un problema que nunca debió dejar de ser exclusivamente sanitario.
¿Cual es la posición de la Argentina dentro de este amplio panorama? Por el momento podemos ubicarnos en la zona amarilla, quizás con algunas pretensiones de alcanzar el nivel verde en un futuro próximo. En comparación con muchos países debemos considerarnos afortunados más allá de la continua criminalización innecesaria que sufren aún hoy cultivadorxs y usuaries de Cannabis. Por lo pronto, el gobierno busca garantizar en primer término la salud, encontrándose en plena tratativa de una nueva reglamentación de la ley N° 27.350 de Investigación Médica y Científica del Cannabis, esta vez sí, cumpliendo el reclamo del cuerpo social y regulando el autocultivo con fines terapéuticos. Es un paso. Recordemos que el capitalismo se asoma detrás de muchas normativas pertenecientes a las tres zonas que vimos, por lo que deberá buscarse la vía que mejor evite abusos en el mercado, monopolios o falta de acceso a la medicina tan buscada.
Pudiendo coronar un final que enlace las políticas de género y regulación del cannabis, y coincidiendo con Nancy Fraser en su obra ¿Reconocimiento o redistribución?, coincido en una plausible salida armónica al menos como propuesta similar a la que propone la autora en políticas públicas en materia feminista, el socialismo del uso y la deconstrucción cultural acerca del cannabis son los mejores horizontes a seguir. Con respecto al impacto del capitalismo en su producción, recordemos como positivo una incipiente creación masiva de nuevos puestos de trabajo, como oportunidades para afrontar crisis económicas que seguro, la pandemia mundial en curso más temprano que tarde nos dará a conocer.
A quienes heroicamente llegaron al final de esta columna, espero que el material ofrecido y recolectado les sirva para sus propias preocupaciones actuales y futuras en este tan controversial y verde asunto.
*Andrés Bacigalupo es el Coordinador del Área de Política de Drogas de la Asociación Pensamiento Penal.