En los medios locales y regionales de ciudades pequeñas y no tanto, las crónicas policiales cubren con frecuencia –aún en tiempos de cuarentena- allanamientos con o sin órdenes judiciales a personas que autocultivan en sus domicilios, con el consiguiente secuestro de plantas de cannabis y/o restos de sumidades floridas encontradas en los hogares.
En otras oportunidades, las escenas se muestran en la vía pública, generalmente con gente joven, que por esas razones “azarosas” de la vida terminan su tarde con esposas apretando sus muñecas, brindando sus datos personales al oficial a cargo y fotografiados de espaldas junto con su ilícita posesión; generalmente escasos gramos de marihuana.
Las fuerzas siempre son cautelosas a la hora de bregar por el derecho a resguardar sus rostros, más no respecto de otros derechos de igual o mayor jerarquía. Curiosamente, nunca falta la fotografía oficial, esta vez les detenides, colocados en rígida postura, posan al lado de lo que una vez fueron sus plantas medicinales o fuente de recreación y manifestación de libertad. Pero esas plantas ya no están vivas y radiantes frente al sol como en famosas revistas de autocultivo, con sus flores rellenas de terpenos y flavonoides. No, en estas escenas las plantas se encuentran arrancadas de sus macetas y colocadas en el piso, como verdaderos cadáveres de enemigos, con el ineludible cartel de “SECUESTRO”.
La explicación policial y judicial a dicha masacre es lógica, las mismas se tratan de material tóxico, con capacidad de dañar la salud pública de les demás ciudadanes y nadie que no se encuentre autorizado por ley a autocultivar para su propio consumo comete un delito que debe inmediatamente ser interrumpido por la autoridad.
Distintos modos de abordar las noticias cannábicas
Observando este típico escenario, es necesario hacer mención a los modos de abordaje discursivos adoptados por los medios de comunicación a la hora de informar sobre los procedimientos policiales y judiciales, básicamente: sobre la persecución estatal represiva a cultivadores/as y usuaries de cannabis.
Voy a intentar describir cuáles son las consecuencias obtenidas con este abordaje de la información preguntándome si las crónicas policiales de medios locales o regionales obedecen a los siguiente enfoques que voy a presentar. O si quizá, constituyen un abordaje “inconsciente”, que por impericia o imprudencia, alimenta el plano discursivo prohibicionista.
El enfoque prohibicionista
Comencemos por el enfoque pionero, el de la perspectiva criminalizadora punitivista, o represiva, obediente a la retórica de la guerra contra las drogas. Si bien su desarrollo, orígenes e historia escapan al objeto de la presente reflexión, diremos que dicha corriente política y social ve al consumidor de cannabis como un criminal. Esta criminalidad se construye así por diversos motivos, entre los que destacan los siguientes fundamentos: (1) que el consumo lo llevará a cometer próximamente delitos aprovechando la influencia de los efectos psicoactivos; o (2) por ser el consumidor un elemento necesario en el circuito económico del narcotráfico, específicamente, el último eslabón.
Siguiendo con la lógica de este discurso, si no existiera alguien que demanda el consumo, no existiría quien lo ofreciera, así de simple, ergo,el consumidor es un eslabón necesario del tráfico ilícito de drogas. Encontramos este argumento en voces de la misma Corte Suprema de Justicia de la Nación en el antecedente “Colavini”, si bien dicha sentencia se dictó en plena dictadura militar (1978), argumentos similares volvieron a utilizarse una vez recuperada la democracia; el fallo “Montalvo” de 1990 es un claro ejemplo.
La retórica prohibicionista de la guerra contra las drogas utilizada por los medios de comunicación sigue vigente y en lo más alto del podio está la fotografía de la Ex Ministra de Seguridad Patricia Bullrich en Paraguay, con la planta de cannabis arrancada por sus propias manos y rodeada de funcionarios sonrientes. Es quizás el ejemplo más gráfico al que podamos aludir para representar esta idea.
(Adrián Escandar + Guillermo Casañas)
El enfoque humanista
En la vereda de enfrente, y con un claro antagonismo en sus pretensiones, encontramos el enfoque humanista, preventivo-informativo o más comúnmente conocido como de reducción de riesgos y daños. Esta corriente de pensamiento y acción política ya consolidada hace unas buenas décadas, se presenta como el modelo opuesto y ese es su objetivo. Existen numerosos medios, como la Mate, que conscientes de las devastadoras consecuencias del discurso oficial represivo, salen al ataque mostrando que las redadas policiales a cultivaderes y usuaries son claramente abusivas, arbitrarias y contrarias a lineamientos internacionales y constitucionales de no criminalización de las personas por el solo hecho de ejercer sus derechos humanos básicos a la libertad, la salud, la autodeterminación y la soberanía sobre el propio cuerpo.
A diferencia del abordaje periodístico tradicional que jerarquiza la mirada oficial que otorga la policía como fuente principal, desde este abordaje, se pone el centro en la persona usuaria/cultivadora: se la entrevista y se visibilizan los atropellos y abusos estatales. En ocasiones se inician verdaderas campañas a raíz de un solo caso, el cual representa un universo de casos similares y se fomenta la comunión y hermandad solidaria entre las víctimas de la represión estatal desmedida.
Como se advierte, el objetivo de este enfoque es resaltar la vulneración a los derechos humanos que continúa rigiendo con la política criminal represiva en materia de drogas. Desde este enfoque humanista se intenta mostrar al lector lo que realmente es el consumo, sus razones, sus diálogos, y sus necesidades; al menos para paliar las notorias desavenencias de la denominada “marginalización social”. De esta forma proceden con una deconstrucción quirúrgica del modo de informar a la sociedad qué es lo que hay verdaderamente detrás de un operativo policial en un domicilio particular, más allá del sentido común que vincula al cannabis linealmente con criminalidad y delito.
Conscientemente dejo de lado el enfoque médico-policial, porque generalmente no son llamados para las noticias policiales sobre allanamientos y detenciones en la vía pública por posesión de cannabis como las que estamos analizando. Pero para resumir quiero acotar que este enfoque se orienta a mostrar al consumidor como un enfermo, que necesita prontamente ser “intervenido” (por el Estado) para volver a la “normalidad” productiva y consumista de los bienes que solo el sistema le provee.
El análisis de las noticias prohibicionistas
Vayamos nuevamente al inicio de la cuestión, las noticias locales-regionales, y con dicha expresión no me refiero exclusivamente a localidades pequeñas, sino en su caso, lo pequeño sería el medio (pyme informativa), pues también en aglomerados relativamente grandes como ciudades capitales podemos observar este fenomeno comunicativo.
De una simple observación advertimos patrones o características que se repiten en los medios tradicionales, y si bien no de un modo coordinado entre dichas agencias, si al menos sistemáticamente, como modus operandi interiorizado.
El proceder común que tienen para producir la noticia se muestra de manera muy rudimentaria: en la mayoría de los casos el contenido textual de la información es una reproducción literal del parte de novedad policial. “Un hombre fue detenido en la vía publica, en su poder tenia marihuana” o incluso, el titulo absorbe casi toda la noticia como en el en el caso de esta noticia que además muestra una redacción bastante precaria:
“Ante la presencia policial y el palpado de rutina el individuo hace entrega de un envoltorio de nailon (sic) transparente”.
En ocasiones rezan frases como: “En un trabajo articulado entre la Policía y el Juzgado de Instrucción y Correccional Contra el Narcocrimen, se allanó una vivienda que culminó con el secuestro de 15 plantines de marihuana y la detención de dos sujetos”.
Los efectos del abordaje estigmatizante
Como se observa, es bastante difícil descubrir si es un oficial del procedimiento o un verdadero periodista quien redacta las noticias. Vayamos a los estímulos visuales de estas noticias: arriba, o al costado del texto no puede faltar la imágen: plantas arrojadas al piso con las raíces secándose al aire libre, pedazos de “prensado”, porros armados, chalecos e insignias de la División Toxicología, les cultivadores o usuaries esposades, de espaldas o mirando hacia al piso, como si la foto llegara en el momento justo en que aceptan su provisorio disciplinamiento policial por parte de la autoridad que les advierte donde pasarán sus próximas 24 horas. Casi nunca falta el uniformado con escafandra y ametralladora parado frente a los “sospechosos-detenidos-encausados” con un porte distintivo de la política militarizada de los años “dorados” de Ronald Reagan.
Ahora bien, ¿dónde radicaría el efecto en la sociedad consumidora de medios de todo este actuar colectivo y sistemático? Bueno, a este tipo de medios de comunicación estigmatizantes se los pesca al instante en Google escribiendo “marihuana+detenido+allanamiento”. Cabe preguntarnos si es posible enrolar dicho enfoque en alguno de los anteriormente descriptos.
Precisamente, esta información sigue siendo servicial a las políticas represivas-estigmatizantes, así que podríamos enrolar su discurso sin dudas en el enfoque criminalizador-punitivo. Quizás lo curioso, es que en multiplicidad de ocasiones el efecto negativo que se causa con la imagen y el simbolismo sucede “sin querer queriendo”.
Sabido es, los gobiernos de distintas localidades intentan mostrar éxitos a la sociedad en la lucha contra el narcotráfico, al tiempo que las autoridades policiales se encuentran en dicha cruzada compelidas a cumplir con “estadísticas” de detenciones y secuestro de “material estupefaciente” por lo que es fácil advertir la connivencia lugareña entre quienes son las primeras “fuentes oficiales” de información y sus recopiladores.
Dicha connivencia queda a la luz con el simple análisis del dialecto castrense utilizado por el comunicador. A su vez, la noticia, a diferencia de informes más refinados, en la mayoría de casos se encuentra desprovista de reflexión política alguna. Esta suerte de “parte informativo”, al estilo de comunicado policial impacta en la psiquis del lector de manera mucho más leve que los artículos con opiniones directamente represivas. Así, entra a jugar el efecto de la asociación de imágenes y símbolos y se crea el juicio lógico que luego se asentará como un prejuicio en la mente del individuo receptor.
El ejemplo sería algo así: “Marihuana, delito, policías con armas largas + raid policial, reproducción de los medios que abordan el tema desde el sentido común prohibicionista”. Esta ensalada de palabras que comúnmente se repite en este tipo de noticias que tratamos, aportan secuencialmente a la construcción del mensaje estigmatizante del/la cultivador/a o usuarie de cannabis al asociarles siempre con la negatividad y la violencia vinculada con el mundo delictual a través de la fijación del sentido común”.
(Pablo Cuarterolo)
No dejemos de observar que en gran número de estas crónicas, el hallazgo de las plantaciones caseras se produce durante la búsqueda de “armas” o “elementos robados” los que, a la postre, en raras ocasiones se localizan. En otra gran cantidad, la asociaciòn con la marihuana se identifica con cualidades negativas de su poseedor que nada tienen que ver con la relacion de su consumo, como por ejemplo: “Lo buscaban por golpeador y hallaron plantas de marihuana de hasta 2 metros”, o incluso revelando el pasado mismo de su poseedor con el fin de la asociacion negativa exponiendo sus antecedentes penales: “El sujeto, conocido como “Lampalagua”, había sido condenado por el homicidio de un fotógrafo ocurrido en Córdoba”.
Concluyendo
Solo dos conjeturas restan por hacerse, ya que este fenómeno es fácilmente acreditable leyendo los apartados policiales de estos medios de enfoque prohibicionista. ¿Estos medios se encuentran en connivencia con la cúpula policial que se encuentra a la caza de las estadísticas? O bien este fenómeno estigmatizante se ocasiona por mera displicencia y desidia por parte del comunicador? En lo personal, no descarto ni la una ni la otra y en su caso no creo que dichos contubernios sean tan cinematográficamente planeados.
Busco resaltar que la asociación de elementos negativos en el ideario social o inconsciente colectivo impacta de sobremanera en el común de la gente con una temática que hoy en día se encuentra en pleno debate legislativo como es la regulación legal para el acceso democrático al cannabis. Así, podemos comparar este fenómeno con la contaminación del medio ambiente, ya que cada noticia de este corte, se incorpora a una población de noticias más amplia compartiendo la misma naturaleza y contaminando con su efecto no deseado tanto la imagen de la sustancia como al usuarie; dificultando así su aceptación social.
Se vislumbra un nuevo modo de comunicación en materia de criminalización a usuaries de cannabis, el cual todavía tiene mucho por recorrer si quiere triunfar en sus objetivos políticos: disminuir la violencia estatal, legitimar la tan demonizada planta, bajar la intolerancia social, etc. Debe emprenderse un camino de revisión y deconstrucción en el abordaje periodístico de temas urgentes y cotidianos. Lo primero es visibilizar y luego, disputar el sentido común en conjunto, como la revolución cannábica viene haciendo en todos sus pasos.
*Abogado penalista especializado en delitos de infracción a la ley de drogas y coordinador del área de política de drogas de la Asociación Pensamiento Penal (APP).